Aquí encuentras mi opinión, lo que pienso sobre Venezuela y el momento que nos ha tocado vivir. Lecturas, crónicas, artículos, relatos y crítica... Bienvenidos.

Mostrando entradas con la etiqueta gobierno. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta gobierno. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de junio de 2016

La derrota ideológica y ética de la izquierda



Recojo una expresión del profesor uruguayo Francisco Panizza (LSE): “a diferencia de lo que sucede con los políticos de una orientación ‘derechista’, a quienes se les atribuye comúnmente la corrupción, el abuso de poder y el enriquecimiento escandaloso, la corrupción liquida a la ‘izquierda’ porque fulmina la bandera ‘moral’ que sustenta a su base electoral mayoritariamente pobre”.
            El ocaso de los gobiernos progresistas en América Latina llegó con una ola de escándalos de corrupción que los hacen impresentables a su electorado. Aun cuando son cuantiosos los intentos para mantenerse en la escena pública como defensores de la población menos favorecida y albaceas de la reserva ética continental, encontrando todavía cierto apoyo al legado de sus administraciones, la realidad es otra.
            Existen todavía los estigmas que echaron bases en el pasado y se han preservado como herencia de una cultura política que premia la ignorancia y la distorsión histórica, aunque también, frases como esta siguen frescas: “todos son socialistas, progresistas y humanistas hasta que les tocan el bolsillo. Ahí sí el capitalismo vale la pena”. A propósito de esa reflexión citadina, cito in extenso un comentario de Antonio Sánchez García que tiene cabida más o menos de la misma forma en toda la región:

“Decirse liberal, en Venezuela, desde la desaparición del llamado ‘liberalismo amarillo’, acarrea el desprecio público. Decirse socialista, en cambio, así los resultados concretos del socialismo doméstico estén a la vista en la crisis humanitaria que ha provocado, la mortandad y la hambruna que ha inducido, el hambre, la miseria y el sufrimiento que ha generado, continúa siendo, a pesar de los brutales hechos en contrario, de buen tono. Al extremo de que el término podría representar por igual a reprimidos y represores. 
Así, mientras el país se hunde en los abismos de la regresión, la hambruna y el caos, el socialismo no parece haber perdido ni un ápice de su brillo auroral. Y nadie osa llamarse liberal, pues despertaría las mayores sospechas. Acarrearía la ominosa confesión de ser de derechas, y en la Venezuela golpista, supersticiosa, bárbara, irresponsable, ladrona e ignorante, ser de derechas es pecaminoso. Mientras que ser de izquierdas denota sensibilidad social y humanitarismo. Y ello sigue siendo así precisamente ahora, cuando la izquierda socialista, por primera vez en el poder gracias a su subordinación al caudillismo militarista y autocrático, se ha robado 300.000 millones de dólares, ha permitido el asesinato de 300.000 venezolanos y ha devastado material y espiritualmente a Venezuela”.

            Aun cuando las cosas en la región sean, repito, más o menos así, podemos asegurar que en Latinoamérica la derecha no está ganado espacios: la izquierda los está perdiendo.
Hoy el gran tema que se discute en los foros políticos es la derrota ideológica y ética de la izquierda. Para sostener esta idea, referimos al historiador Gerardo Caetano: “¿cuándo prueba su consistencia un gobierno transformador? La prueba en épocas difíciles. Es muy fácil distribuir en épocas de bonanza. Pero un gobierno que ha sabido distribuir en épocas de bonanza, si no tiene idea, si no tiene libreto para responder a una época de desaceleración económica, no merece el respaldo de la ciudadanía para que continúe”. El progresismo exhibió los logros sociales que obtuvo tras la distribución del boom de las materias primas en la primera década del siglo sin ocuparse de diseñar programas para gobernar cuando la bonanza se agotara.
            Volvemos a Caetano: “A diferencia de esas bobadas que se dicen de que la corrupción es de derecha y no de izquierda, pues la corrupción es de derecha y es de izquierda (forma parte de la naturaleza humana), sin embargo tiene efectos distintos: la corrupción desgasta a cualquier gobierno, pero al de izquierda lo liquida. Liquida su legitimidad, liquida su capacidad para proponer lo nuevo”.

Ángel Arellano

lunes, 25 de abril de 2016

Crisis política en Brasil y sus efectos en América

 
         La crisis política en Brasil tiene un gran impacto en toda la región. Es un espectáculo, sí; es lamentable, también; y es el reflejo de una cultura política, de una forma de hacer las cosas. No obstante, el que la justicia brasilera haya decidido avanzar vigorosamente en una investigación que ha puesto tras las rejas a docenas de empresarios y dirigentes políticos por casos de corrupción que lesionan gravemente las finanzas públicas, requiere, por decir lo menos, el apoyo de la sociedad latinoamericana que mira expectante cómo los referentes de lo que en un momento fue la ola progresista, terminan salpicados, divididos y con un gigante rechazo popular, producto de su mal manejo de los recursos públicos y del abuso de poder para financiar campañas electorales y garantizar su permanencia en el gobierno.
            “En Brasil es así: cuando un pobre roba va a la cárcel, pero cuando un rico roba se hace ministro”, dijo en 1988 el entonces diputado federal Lula da Silva, quien 27 años después, en una maniobra para salvarlo del proceso judicial que se le adelantaba por corrupción, terminó nombrado como Jefe de Gabinete de su sucesora, Dilma Rousseff.
            El caso Petrobras-Partido de los Trabajadores-Empresarios-Da Silva-Rousseff, ha tenido altos y bajos, y ha generado una intensa polémica seguida con atención por buena parte de la sociedad global, con mucho énfasis, como corresponde, en América. En su desarrollo, se han visto eventos propios del espectáculo circense, como la aprensión a Lula para comparecer ante el juzgado o la votación de los diputados del Congreso para aprobar el juicio político. Errores, me atrevo a decir, propios de una clase dirigente (en todos los poderes) que a la hora de elegir entre la política serena y sesuda, y el show televisivo, decantó por esto último, dando paso, incluso, a la victimización de los victimarios.
            Se ha hablado en abundancia sobre el juicio político (“impeachment”) a Rousseff, y, como es de esperarse, los aliados “progresistas” ha dicho que es una causa meramente política sin sustento, un “golpe de Estado”. ¿Y qué es un juicio político sino una acusación política? Es un procedimiento, constitucional, en el que las cámaras del Congreso establecen la responsabilidad de los funcionarios del Estado ante un acto u omisión de éstos en perjuicio del interés público. ¿Acaso un Presidente no tiene responsabilidad ante el maquillaje de la deuda pública, postergar transferencias a estados y municipios, y tomar préstamos de bancos estatales para demostrar “orden” presupuestario durante su campaña para la reelección?
            Nuevamente esta “izquierda” plantea la dicotomía absurda con la que evalúa todas las acciones políticas: si somos nosotros, el “progresismo”, quien apoya tal medida o acción, aun cuando se violen los derechos humanos, se incurra en ilegalidades o se intenten encubrir escándalos de corrupción, es bueno; y cuando es otro actor, es malo. No caben matices ni medias tintas. Es la lucha del bien contra el mal en los términos de una clase política que recoge las cenizas de una batalla ideológica obsoleta y vacía ante los retos del mundo en la actualidad como el avance de la tecnología y el Internet en cada átomo de la vida humana, el deterioro ambiental y el desarrollo sustentable.
Cualquier cosa viene bien para hablar de lo que no hay que hablar: la izquierda, mayoritariamente pseudo izquierda, fracasó en su intento de cambiar el mundo e imponer proyectos de gobierno luego de que sus modelos de gestión comenzaran a hacer ascuas pasado el boom de las materias primas en la década anterior y que los escándalos de corrupción socavaran su base electoral.
            Al corte de hoy, los latinoamericanos tenemos que preocuparnos mucho más por el legado de gobiernos progresistas como el de Brasil que impactan duramente a la región, y por la demostración incivilizada del show de esta clase política que intenta ocultar su retirada, que por el descalabro de una presidenta.

Ángel Arellano

lunes, 11 de abril de 2016

¿El gobierno que nos merecemos?

Fuente: http://yvnoticias.com/archivos/11852

-¿Eres de Venezuela?
-Sí
-Venezuela. ¿Nicolás Maduro, no? ¿Allá es donde el Congreso quiere cambiar al Presidente y ahora el Presidente quiere liquidar al Congreso?
-Se pudiera decir que sí.
-Ah, ya. Leí que Maduro decretó los viernes como no laborales para ahorrar electricidad. ¿Es verdad?
-Sí claro, reciente.
-Y vi que la inseguridad es tal que la gente toma justicia por sus manos con linchamientos y han quemado a varios delincuentes, incluso a uno que ahora todo apunta que era inocente. ¿Es así?
-Tal cual.
-Me enteré que aumentaron en 6000% el precio del combustible pero aún con eso siguen siendo el país con la gasolina más barata pero con el nivel de miseria más alto del continente. Una lástima.
-Eso también es verdad.
-Una página web publicó un reportaje que me erizó la piel: resulta que hay enfermos de cáncer que prefieren suicidarse antes de tratarse la enfermedad en Venezuela debido a la gran escasez de medicinas y colapso de los hospitales y clínicas…
-También lo leí.
-¿Y cómo llegaron a ese punto? Nosotros admirábamos el desarrollo de Venezuela hace tiempo. Cuando estábamos en dictadura ustedes acogieron a cientos de compañeros que huyeron al exilio. Eran la vitrina de la democracia y ahora están en el fondo. ¿Qué les pasó?

            ¿Qué nos pasó? Esa es la pregunta que se cuela en cualquier foro, conversación, cena familiar o charla. Los venezolanos, en especial los más jóvenes, cuya diáspora, según estimaciones, ronda el millón de almas, se preguntan qué le pasó al país del que hablaban sus abuelos, en el que todo era infinitamente mejor con respecto a la barbarie que se vive en estos días. No son pocas las incongruencias que se escuchan cuando alguien intenta analizar la trayectoria del “cómo” llegamos a este punto. Algunos pasan la factura al sistema político, otros resumen las causas, deportivamente, en una injusta frase de la que desconocen su origen y sentido estricto: “Cada nación tiene el gobierno que se merece” (Joseph de Maistre, 1753-1821). Del resto, palabras más, palabras menos, las acusaciones van en la misma dirección. Intentemos una respuesta resumida citando a los investigadores Daron Acemoglu y James Robinson en el prominente ensayo “Por qué fracasan los países” (7ª ed., 2014, Deusto: Madrid), quienes abordaron brevemente el tema:
“Venezuela también hizo la transición a la democracia después de 1958, pero esto ocurrió sin cesión de poder a las bases y no creó un reparto pluralista del poder político. Lo que sucedió fue que los políticos corruptos, las redes de clientelismo y los conflictos persistieron en Venezuela, y, en parte, como resultado de ello, cuando los votantes fueron a las urnas, incluso estaban dispuestos a dar apoyo a déspotas en potencia como Hugo Chávez, y la causa más probable es que pensaran que solamente él podría hacer frente a las élites establecidas de Venezuela” (pp. 535-536).
La crisis del sistema político y de la economía basada en el rentismo petrolero, fue el preámbulo para una sociedad que en buena parte no se sentía representada por la dirigencia y exigía una vuelta al reparto de la riqueza de los setenta. Chávez consolidó su proyecto con dinero a manos llenas, gastando todos los recursos que, por suerte, habíamos obtenido con los altos precios del petróleo durante su mandato. Falleció, y con él también murió la bonanza. Al país le tocó enfrentarse a su realidad: todo lo que consume lo importa, lo poco que produce no abastece el mercado interno, educación de baja calidad, pobreza y miseria creciendo sin control...
Vivimos sobre las ruinas de un sistema democrático que funcionó y que fue ejemplar. También que puede volver a serlo, con el concierto de la dirigencia y de la sociedad. No es que solo los gobiernos deciden el rumbo de un país o que solo los pueblos, sin organización ni sistema, determinan su futuro. Un poco de uno y un poco del otro.

Ángel Arellano

martes, 8 de marzo de 2016

Chavismo: un movimiento en retirada

Imagen: César Mejías

Cuando Pedro Márquez salió a las seis de la mañana de su residencia en la calle 132 de la urbanización Las Acacias de Valencia, el pasado 5 de febrero de 2015, un motorizado y su parrillero se detuvieron en medio de la calle para propinarle una golpiza. Pedro no los conocía, ni supo nunca más de ellos. Para su sorpresa, el dúo que lo atacó no buscaba robarlo ni lo confundían con un miembro alguna banda criminal contraria como para considerar que lo sucedido era parte de un ajuste de cuentas o una mera equivocación.
El delito de Pedro era trabajar para Empresas Polar, los “responsables de la escasez que hay en el país”, como dijeron sus agresores. Las patadas y los golpes lo dejaron a la merced del asfalto. Unos vecinos lo auxiliaron y trasladaron a un hospital para que recibiera atención médica, con el déficit de insumos y personal disponible ya bastante conocido por los venezolanos. El hecho apenas lo reseñaron algunos medios digitales el año pasado. La historia tuvo la intención de hacerse viral pero el mismo día quedó opacada por otra de peor magnitud. La violencia de los grupos criminales que están a disposición del gobierno golpea todos los días, desde hace más de diez años.
En el intento de buscar responsables externos a la crisis, Nicolás Maduro se ha esforzado por atacar a Empresas Polar en Cadena Nacional casi a diario. La única corporación que opera a máxima capacidad en el rubro de bebidas y alimentos, aun cuando tengan déficit en varios sectores por la escasez en materia prima antes producida por Venezuela. En el discurso oficial, la oposición, el imperialismo yankee, la web dolartoday.com y Empresas Polar, son los culpables de cada átomo del caos venezolano. Los lectores entenderán que este argumento está tan devaluado como el bolívar, toda vez que la consultora Datanálisis ubica la aprobación de Maduro en 24,3%, cifra que se reduce hasta 17,3 % en los estudios de Hercon Consultores. Estos números eran impensables hace una década cuando estábamos ante el esplendor de un chavismo que se mostraba indestructible. Tampoco hace tres años, cuando la muerte del líder supremo parecía servir como talismán para la permanencia del oficialismo durante un buen tiempo. Pero sucedió que, como todo proyecto autocrático, con la muerte de la figura central el sistema hizo aguas y hoy lo que vemos son las cenizas de un chavismo que intenta aferrarse al poder, cueste lo que cueste.
Las señales de violencia son claras y lo han sido desde que Maduro subió a la silla presidencial. Los presos políticos siguen en sus celdas, las violaciones a los derechos humanos se mantienen, los ataques de los grupos armados del gobierno continúan perpetrándose y la convocatoria a un “baño de sangre” sigue presente en los mensajes públicos del Ejecutivo.
El chavismo se descompone aceleradamente. Si bien 2015 fue el año para la profundización de una gravísima crisis económica, en 2016 el caos económico es acompañado del declive del sistema de gobierno. Las fracturas internas son notorias y el grupo parlamentario del PSUV, con sus discordancias, incoherencias y gritos en la Cámara, es la mejor representación de un movimiento en retirada.
El gobierno ha hecho del Poder Judicial su arma de guerra para luchar contra la mayoría disidente de la Asamblea. Pero de la ignorancia y el improviso nadie los salva pues sus tácticas han sido tan burdas y ramplonas que hasta en la decisión de liquidación del Parlamento que emitió el TSJ, violaron su propia ley orgánica quedando como al hazmerreir nacional. “Los payasos van pal circo así anden desarreglaos”.
“Los zorros del desierto de Serucha aúllan como demonios cuando llega la noche; ¿sabes por qué?: para quebrar el silencio que los aterroriza”. La frase es extraída de “La ciudad y los perros” (1962), célebre novela de Mario Vargas Llosa.

Ángel Arellano

martes, 1 de marzo de 2016

Oposición procura ley para exportar el coque acumulado en Anzoátegui

Especial para ElEstímulo.comCoque2La Asamblea Nacional se propone aprobar una ley que permita exportar los millones de toneladas que desde hace más de seis años Pdvsa acumula en los patios del Complejo Criogénico José Antonio Anzoátegui, y que tienen un valor de Bs 2,72 mil millones al año.

Desde 2009 Petróleos de Venezuela (Pdvsa) tiene una tarea pendiente por resolver: la acumulación a cielo abierto de coque y azufre en el Complejo Criogénico José Antonio Anzoátegui ubicado en las afueras de la ciudad de Barcelona. Ambos elementos son subproductos del petróleo crudo procesado por los cuatro mejoradores instalados en el Complejo.
 El coque y el azufre tienen un alto contenido tóxico. Su almacenamiento, que en principio se hizo en patios acondicionados para su posterior exportación, cuando Venezuela se beneficiaba por colocar estos elementos en mercados europeos, asiáticos y del norte de América, ahora se realiza en una suerte de cordillera en la que, según distintas fuentes consultadas, se encuentran más de 20 millones de toneladas de este polvo negro que ha contaminado los suelos y vegetación de zonas aledañas, enfermando miles de seres humanos (vías respiratorias, vista y piel) y animales de comunidades ubicadas a varios kilómetros de distancia.
Sectores de la oposición han denunciado reiteradamente el foco de corrupción que se ha generado con la acumulación excesiva de estos subproductos petroleros, toda vez que el mantenimiento de estas montañas, no previstas en los planes operativos anuales de Pdvsa ni de las empresas mixtas que trabajan dentro del Complejo Criogénico, ha dado pie a contrataciones mil millonarias para el manejo, transporte y disposición de estos elementos.
Cientos de volquetas, maquinaria pesada y un cuantioso recurso humano se ha desplegado desde 2009 para amontonar el coque y el azufre en la cordillera que se observa desde la Carretera de la Costa (Troncal 9).
La empresa con mayor número de contrataciones en el área ha sido la Constructora Urbano Fermín Compañía Anónima (Cuferca, RIF J-311298193), muy cercana a gobernantes oficialistas como el alcalde del municipio Guanta, Jhonnattan Marín, cuestionado hace un par de semanas por la contratación de artistas internacionales para los Carnavales de la pequeña localidad que dirige, financiados, tal como afirmó ante la prensa, mediante “aportes de la empresa privada”.
El año pasado, la familia Urbano Fermín compró el diario El Norte de Barcelona y de acuerdo con su historial en el Registro Nacional de Contratistas (RNC Nro. 0800000311298193) ha prestado servicios por inmensas cantidades de dinero a Pdvsa Gas, empresas mixtas ubicadas en el Complejo Criogénico José Antonio Anzoátegui y a la alcaldía de Puerto La Cruz, también controlada por el PSUV. Por otro lado, aparece la empresa T&C Services Compañía Anónima (RIF J306788425), registrada en el año 2000 y en cuyo RNC (0000105306788425) aparecen diversas operaciones dentro del Complejo Criogénico.
En 2014, en la Comisión de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional, parlamentarios de la Mesa de Unidad Democrática expusieron en dos de las diez sesiones de ese año, el importante gasto que Pdvsa estaba haciendo en el mantenimiento de la cordillera de coque, adjudicando impresionantes cantidades para cumplir con las contratistas y desestimando la activación de un plan que permitiese retomar las exportaciones del coque y el azufre.
Un informe presentado el 16 de marzo de 2015 ante el despacho de Diosdado Cabello y sobre el que no hubo respuesta oficial por parte del entonces presidente del Parlamento, señalaba lo siguiente:

“Las 15.000 toneladas [de coque] producidas diariamente en el Criogénico de Jose tienen un valor en el mercado de $1.200.000, cuyo equivalente mensual es de $36.000.000 y anual de $432.000.000. Usando la tasa de cambio de Bs 6,30 por dólar establecida por el Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), la producción de coque representaría unos Bs 7.560.000 diarios, Bs 226.800.000 mensuales y Bs 2.721.600.000 al año: casi tres mil millones de bolívares anuales que no ingresan a las arcas de la nación por la paralización en la exportaciones”.

Más adelante se indicaba:

“En medio de la crisis de escasez, desabastecimiento y déficit financiero que vive la nación, la industria petrolera se permite el mal manejo de este producto que afecta el ambiente, la salud y la economía del país. El traslado de coque en camiones y gandolas no adecuadas para tal servicio, desde los cuatro mejoradores del Complejo Criogénico, a las montañas que hoy los ciudadanos pueden ver desde la Carretera de la Costa, le cuesta al Estado unos Bs 2.160.000.000, poco menos del presupuesto total de la Gobernación de Anzoátegui para 2013: Bs 2.446.000.000. Sin embargo, al sumar los otros gastos que permiten el mantenimiento de las montañas de coque (más de 400 personas contratadas, unidades cisternas para riego, sistemas de alumbrado y maquinaria pesada) la cifra supera con creces el presupuesto de 2014 del gobierno regional”.

Coque5

Esta situación ha sido desatendida por el Ministerio del Ambiente, por la directiva de Pdvsa y por el Ejecutivo Nacional. Diversas denuncias de organizaciones no gubernamentales, grupos ambientalistas, dirigentes políticos y consejos comunales reposan en los archivos de las autoridades nacionales.
Buscando alternativas a la acumulación de coque y azufre a cielo abierto en el estado Anzoátegui, la bancada de la MUD se encuentra próxima a incluir en la agenda de las sesiones ordinarias de 2016 un proyecto de Ley de Asignación Especial por la Comercialización del Coque y el Azufre del Complejo Criogénico José Antonio Anzoátegui o “Ley del Coque”.
Carlos Andrés Michelangeli (AD), diputado por el circuito número tres de Anzoátegui y líder del proyecto, dice que el planteamiento persigue impulsar la puesta en marcha de la exportación de estos subproductos petroleros y, además de sanear los varios kilómetros cuadrados contaminados directamente por la cordillera de coque, transferir los recursos al estado Anzoátegui para invertirlos en áreas como salud, plantas de agua, promoción del agro en los campos afectados e investigación asociada a la prevención de daños al medio ambiente.

-¿Qué persigue la “Ley del Coque” que llevará la MUD al Parlamento?
-Buscamos que esas montañas se acaben, que se vendan y esos recursos se lleven a Anzoátegui para sanear la zona y se inviertan en los ambulatorios desmantelados, en una unidad caumatológica con la que hoy no cuentan ni los trabajadores petroleros ni los ciudadanos en general; en vialidad y en investigación científica para que esto no suceda más.

-Los recursos provenientes de los hidrocarburos, según la legislación vigente, son manejados por el Poder Nacional, no por las regiones. ¿Cómo se trasladarán esos recursos al estado Anzoátegui?
-Por eso queremos una ley nacional que faculte al Ejecutivo para que transfiera esos recursos. Pero ojo, no queremos nada discrecional, en este país se tiene que acabar la discrecionalidad que tanto daño nos ha hecho porque los gobernantes, desde la presidencia hasta algunos alcaldes, creen que el dinero es de ellos y lo disponen como les da la gana. Nuestro planteamiento es que participe el Consejo Legislativo Estadal como ente regulador, controlador y foro de discusión pública para que incorpore a la sociedad, la escuche y oriente a la Gobernación en la ejecución de esos recursos. Que se cumpla con el objetivo y no se despilfarre en cosas que no sean las que la ley prevé.

-¿En qué se debe invertir el dinero del coque?
-El proyecto de ley es claro en los cuatro renglones que serán beneficiados: recuperación de los centros hospitalarios de toda la zona norte y oeste de Anzoátegui que están por el suelo y no tienen capacidad ni insumos para atender a la gente; limpiar toda la zona costera y rural afectada por la contaminación del coque y el azufre, que sabemos tomará tiempo pero que hay que hacerlo; protección y conservación ambiental; y promoción de proyectos de investigación en el área científica y tecnológica para prevenir daños ulteriores al ambiente. En Anzoátegui tenemos buenos centros de enseñanza como la Universidad de Oriente y distintas universidades privadas cuyas escuelas de ingeniería quieren ayudar a salir de este problema. Ha sido una lucha de años y es importante que se haga una ley.

Coque1

Del lado del oficialismo pocas impresiones se han escuchado respecto a este proyecto. En julio de 2012 el entonces vicepresidente de Pdvsa, Eulogio del Pino, prometió que las montañas de coque y azufre del Complejo Criogénico José Antonio Anzoátegui serían retiradas en un lapso de seis meses. No dio detalles sobre el operativo que se llevaría a cabo. Lo cierto es que en 2016 la cordillera sigue creciendo, dando de comer a un reducido grupo de contratistas que han levantado inmensas fortunas con el transporte de coque y azufre de un lado hacia a otro, inflando las montañas y dando largas a la tan esperada exportación.

 Ángel Arellano

Publicado en El Estímulo
http://elestimulo.com/elinteres/oposicion-procura-ley-para-exportar-el-coque-acumulado-en-anzoategui/

miércoles, 27 de enero de 2016

A propósito del “pueblo analfabeta” de Héctor Rodríguez


"Ese muchacho es lo mejor que tiene el chavismo". Tengo años escuchando esa frase de muchas personas.
Héctor Rodríguez y un grupo de "ñángaras" ucevistas fueron un apéndice de la respuesta que tuvo Hugo Chávez ante la reacción de calle de los universitarios en 2007.
Se hizo popular por aprenderse de memoria algunos pasajes de los libros más famosos de la izquierda y por manejar un discurso de entrega total a la revolución y a la patria, coherente con la distorsión histórica que han impuesto en 17 años. Destacó como presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela de Derecho de la UCV y luego estuvo a cargo de la Secretaría de Reivindicaciones de la Federación de Centros Universitarios. No se recuerda su paso en ninguno de los dos cargos porque su activismo dentro de la universidad solo sirvió para llamar la atención del comandante Chávez y no para aportar algo a la institución.
Liderando un grupo de estudiantes beneficiados por la Fundación Gran Mariscal Ayacucho (excluyente y “roja rojita”) justificó los destrozos de los grupos más radicales del chavismo en las universidades autónomas y privadas, quienes arremetieron con armamento y bombas contra las protestas en defensa de la libertad de expresión y luego en oposición a la propuesta de Reforma Constitucional. Posterior a eso, Rodríguez, al igual que el difunto Robert Serra, figuraron por dos características esenciales: una exposición gigantesca en los medios de comunicación que gustaban de su verbo encendido, y la bendición de un Hugo Chávez cuyo equipo juvenil se reducía a grupos de asalariados que agitaban banderas y gritaban consignas en los eventos políticos.
Conocí a Rodríguez en una asamblea en la UCV cuando era estudiante. Su ego y su ambición son dos elementos que lo describen formidablemente. No pocas veces su actitud despótica lo ha traicionado. Recordemos que como Ministro de Educación  dijo aquella frase que lo catapultó internacionalmente: “no vamos a sacar a la gente de la pobreza para que luego se conviertan en escuálidos”.
El manto protector de Rodríguez fue Chávez, quien por considerarlo el estudiante más “maduro” de la camada que organizó en 2007 y que acomodó con becas, salarios, escoltas, choferes, camionetas, apartamentos, viajes a Cuba para la formación doctrinaria a Cuba y mucho presupuesto para activismo político, lo nombró Ministro del Despacho de la Presidencia en agosto de 2008. De ahí en adelante ha pasado por distintas carteras: Ministerio de Deporte (2010), Vicepresidente del Área Social (2011), Ministerio de la Juventud (2013), Ministerio de Educación (2014). Ahora es el flamante jefe de la fracción minoritaria del PSUV en la Asamblea Nacional tras ser electo “de vainita” diputado por la lista del estado Bolívar, toda vez que la MUD ganó esa región con el 59,57% de los votos y el único diputado que obtuvo el PSUV fue Rodríguez.
En ninguna de las posiciones que ha ostentado Héctor Rodríguez dejó una obra o labor trascendental por la que se le recuerde. Y ahora, como diputado, la “lumbrera” de la juventud chavista, ahora con 34 años de edad y más “maduro”, nos expone otra de sus célebres frases por las que sí quedará en el registro de la historia: “no hicimos una economía productiva porque había un pueblo analfabeta”.

Ángel Arellano

martes, 26 de enero de 2016

La “mala leche” del Uruguay

 
            Dime con quién andas y te diré quién eres. El segundo gobierno de Tabaré Vásquez decidió acompañar al gobierno de Nicolás Maduro. Las relaciones con “el hijo de Chávez” las heredó de José Mujica, su antecesor; y Mujica, que destacó por el apoyo irrestricto a la administración de Hugo Chávez en tiempos de vacas gordas, llegando al hermanamiento y la solidaridad automática, heredó a su vez del primer gobierno de Tabaré Vásquez, las relaciones con el difunto. De tal manera que en ambos países la amistad gubernamental se han mantenido durante la última década básicamente porque quienes están en el poder son del mismo círculo.
            A pesar de que el actual secretario general de la OEA, Luís Almagro (ex canciller de Mujica y ex amigo de Maduro), uno de los uruguayos más influyentes a nivel internacional, desentona con la línea trazada por el Frente Amplio (coalición de centro-izquierda que llevó a Vásquez y a Mujica a la presidencia) convirtiéndose sorpresivamente en un fuerte crítico a las violaciones de los derechos humanos y al abuso de poder del “primer presidente chavista”, la administración del Dr. Vásquez ha seguido sosteniendo acuerdos en lo económico y en lo político con Venezuela… hasta que sonó una alarma.
            El gobierno de Venezuela adeuda desde el año pasado $95 millones a empresas lácteas del Uruguay. Las principales corporaciones que han sido afectadas son las siguientes: Conaprole, Pili, Claldy y Calcar. Ricardo de Aguirre, presidente del Instituto Nacional de la Leche, afirmó hace un par de días que “si no se cobra el dinero, estamos en quiebra todos”. Los productores de leche protestaron enérgicamente exigiendo al gobierno de Vásquez que exigiera a Venezuela el pago de lo pendiente, toda vez que existe un acuerdo bilateral firmado en julio de 2015 en el que Uruguay se comprometía a cancelar su deuda por concepto de petróleo (a precio preferencial) y Venezuela compraría $300 millones en alimentos. Vale destacar que el 70% de estos productores de leche son empresas familiares. Decía de Aguirre: “nosotros no estamos aquí (reclamando) por negocio, estamos porque (la producción lechera) es nuestra forma de vida”. A diferencia de Venezuela, país en el que conseguir un kilo de leche en polvo se ha convertido en una proeza titánica, en Uruguay el consumo de lácteos es amplísimo: anualmente se consumen 250 litros por persona.
            Pues bien, atendiendo el llamado y las presiones de Vásquez (y quizá del camarada Mujica), Maduro pagó $50 millones de lo adeudado con las lecheras. No obstante, se desconocen detalles sobre el cumplimiento del restante y, algo sumamente delicado y poco publicitado, es que Venezuela debe cancelar además $75 millones a empresas uruguayas como Fármaco Uruguaya, Laboratorios Lima, pinturas Promac  e Inca, Funsa y Urutransfor con la que se firmó un acuerdo de cooperación en mayo de 2013 en un encuentro en Montevideo encabezado por Maduro, Mujica, Almagro y Elías Jaua, para el suministro de transformadores eléctricos al Metro de Caracas.
            Siempre se creyó que la petrochequera venezolana nunca se agotaría. Ahora, los productores pagan las consecuencias. La “mala leche” del Uruguay es juntarse a un gobierno autocrático, que no respeta los DDHH y que no tiene idea del manejo económico. Si el pueblo venezolano está sufriendo en colas producto de la escasez, las expropiaciones, las mafias y el desmantelamiento del aparato productivo nacional, cosa ampliamente conocida en el Uruguay, ¿por qué Vásquez persiste en hacer negocios con Maduro? Las tajadas son jugosas, claro está. En los acuerdos, por ejemplo, se tasa el kilo de queso en $5,30 cuando en otros mercados más serios y responsables lo pagan en $2. Grandes ganancias y comisiones que ahora no se verán porque la deuda se traga todo y quienes sufren son los de abajo.

Ángel Arellano

lunes, 10 de agosto de 2015

El pueblito y su pobreza

 

La angustia se apoderó del pueblo al saber que el kilo de verdura alcanzó los 100 bolívares. Iniciando el año, en enero, los cartones que anunciaban los precios en los tarantines de la avenida principal, al igual que en los pequeños locales del Mercado Municipal, resaltaban "Verdura a 25 el kilo". Ahora, apenas siete meses más tarde, el monto se multiplicó por cuatro.
En las casas del barrio las sopas se hacen con el mismo hueso. Quedaron para el recuerdo los cruzados de res con pollo y los suculentos sancochos de pescado. El kilo de lagarto llegó a los 600 bolívares y el de pollo a 500. Del solomo se olvidaron porque con un kilo en 1200 bolívares ya nadie quiere saber de bistec. Si antes era costoso hacer un parrillita, ahora lo es veinte veces más. Un lujo. La proteína desapareció del plato en que come el pobre.
Aun cuando el pueblo está rodeado de fincas, hatos y tierras productivas, cercanas al río y con un clima que permite la siembra durante todo el año, no hay vacas, ni gallinas, ni cosechas. Los pocos peces que sacan las atarrayas son algunas guabinas, buscos, bagres y loras captadas en la laguna.
Los chanceros que esperan turno en el muro del cementerio para que algún patrón eventual los invite a limpiar un patio, levantar un muro, "echar" un piso o acomodar la línea de alguna parcela, recogen las piedras del asfaltado que no ha llegado a la avenida principal. A los ingenieros de la Alcaldía se les ocurrió romper toda la vía y ahora la polvareda es tremenda. Las máquinas para tal labor se encuentran cumpliendo otras funciones en nombre del "socialismo", la "patria" y vaya usted a saber qué otro eslogan.
En el pueblo no hay trabajo. Los muchachos, cuando no andan matando el tiempo vendiendo lotería o taxiando en una moto, alzan vuelo hacia la ciudad. Pero allá tampoco encuentra nada. Los recibe la crisis con los brazos abiertos. Tanto estudiar, tanto sacrificio, tanto desvelo, para terminar buscando un sitio en el bachaqueo, el único oficio rentable que no exige currículo ni conocimiento.
El viejo que llevaba en la espalda su machete envuelto en papel periódico luego de una faena cortando el monte en el fondo de una casa colonial, exclamó un punto de encuentro: "¡a lo que hemos llegado!". Quien lo acompañaba, el aparente ayudante, respondió: "¡y lo que falta!".
En el pueblo las colas para tomar el autobús son enormes. El número de habitantes se multiplicó en menos de tres lustros, pero la cantidad de unidades de transporte decreció. En la avenida esperan una, dos, tres, cuatro horas. La Alcaldía, tras demoler la vieja parada, pequeña y agrietada, prometió un terminal “de primer mundo”, avalando inconscientemente el abismo que existe entre el pueblo y la civilización moderna. Pero el nuevo alcalde ya va para dos años en la silla y no ha puesto ni un tabelón en el sitio. Una mata de mango con escasa sombra recibe y despide a propios y visitantes.
Al pueblo llega a cuentagotas el arroz, la pasta, el jabón, el aceite, los bombillos, los remedios, los repuestos. Estar rodeado de tierra fértil no sirve de nada porque el gobierno nos dijo que lo importante era la integración con nuestros hermanos latinoamericanos. Por eso comemos caraotas de Nicaragua, pollos de Brasil, atún de Ecuador y carne de Argentina. Nada es hecho en casa.
El campo muere de mengua y el pueblo llora por un vaso de leche. El tractor se quedó sin cauchos, al camión se le dañó el motor y la cosechadora espera por una batería nueva. Volvimos a los tiempos del burro, el conuco, el fogón y la leña, justo cuando nos decían que la Revolución iba pa' lante.

Ángel Arellano

lunes, 29 de junio de 2015

Esequibo: la preocupación ficticia


          Como buen jugador, el gobierno va mostrando sus cartas de acuerdo con el desarrollo del juego. No todas a la vez. Su estrategia consiste en mantener a los espectadores ocupados mirando apuesta tras apuesta mientras tras cámaras se cocinan tácticas que por lo general atentan contra la humanidad de todos los jugadores.
            En días recientes, algunos voceros opositores expresaron una verdad incuestionable: en tiempos de mayor represión y mayor abuso contra las protestas opositoras en las calles, a razón de la distorsión ocasionada por el sistema propagandístico de medios públicos, el gobierno mejoró su popularidad. Los mejores meses para Maduro fueron los más sangrientos para el país. Paradójico. Sin embargo, así el juego.
            Por otro lado, el momento actual en el que la oposición carece de una agenda de protesta masiva y radical ha sido el de peor popularidad para el Ejecutivo. Los titulares de la poca prensa independiente que subsiste y los disminuidos espacios de crítica que se mantienen con vida narran día tras día las crónicas de este desastre. No hay un solo eslabón de la incivilizada vida del venezolano que no esté caotizado. Todo, absolutamente todo, se ha convertido en un problema.
            Con este cuadro, la carta que pone el gobierno en la mesa es la de radicalizar la situación y generar nuevas situaciones de intolerancia que unidas con la permanente campaña de abstención que promueve el Consejo Nacional Electoral, puedan lograr tres cosas: extremar la polarización lo más posible, enfrentar internamente a la oposición en cuanto a las diversas posturas que debe fijar, y desmovilizar al electorado independiente.
            Aun cuando la Unidad sigue sin mostrar un plan de actividades conjunto y se encuentra enfocada a tiempo completo en los enroques de sus candidaturas por consenso para las Parlamentarias priorizando a las cúpulas de las direcciones nacionales por encima de los liderazgos regionales y cuadros emergentes, los números del oficialismo no mejoran. Las graves amenazas y encendidos discursos en favor de un hipotético (y gaseoso) levantamiento de “los barrios” apoyando la Revolución ante una eventual victoria de la MUD, no ha sido respondido con contundencia por la disidencia, y esto, paradójico también, pareciera que ha sido lo mejor. El gobierno ha quedado solo en una suerte de karaoke en el que canta sin público mientras a su alrededor la crisis empeora su imagen a niveles nunca antes vistos y que producen perspectivas positivas para los que militan en la acera de enfrente.
            De ahí la preocupación ficticia sobre la recuperación del Esequibo, exacerbando un supuesto nacionalismo inexistente, y la polémica con Colombia sobre la delimitación marítima arbitraria que decretó Maduro a los fines de buscar nuevas batallas “patrióticas” que no pasan de un par de reuniones entre diplomáticos que esgrimen los intereses económicos de sus representados. ¿Qué hacer si tu enemigo está tan concentrado en sus actividades que no te presta atención y quedas peleando con un porfiado inflable? Buscas un enemigo externo y lo incorporas al ring.

            Si algo ha caracterizado al chavismo en sus 16 años de gobierno es el olvido de los asuntos limítrofes. ¿Acaso la entrega de la soberanía de las decisiones de Estado a los Castro no es ya el signo del Socialismo del Siglo XXI? El tema del Esequibo nunca ha sido bandera de la revolución bolivariana. El gobierno lo añade a la agenda y exige a la oposición una postura complaciente. Si no, ésta es condenada como “vende patria” y entreguista. Lo mismo con Colombia. Se habla de guerra, de conflicto, de armas, sangre y revuelta pero ninguna de cosas están en los planes. Son sólo cartas del juego. Propaganda. Trapos de un torero desahuciado.

Ángel Arellano

lunes, 13 de abril de 2015

No es un “cupo”, es la libertad


          Soy uno de los miles de venezolanos que perdió sus ahorros en un boleto aéreo. Al igual que muchos, no poseo cuenta en los bancos del Estado y menos una tarjeta de crédito emitida por esas instituciones. Planifiqué mi presupuesto, precario como el de toda la juventud venezolana, para viajar este año y realizar algunas actividades personales y profesionales. En fin, soy parte de ese montón que recibió lo que el argot popular resolvió identificar como el “Cadivazo”: un sorpresivo chaparrón de agua fría cortesía del régimen.
            Es incalculable la cantidad de ciudadanos que han perdido su dinero tras estos anuncios que regulan, hasta la asfixia, la posibilidad de optar a un discreto número de dólares para viajar. Incuantificable la estela de dramas en jóvenes, adultos, enfermos, deportistas, académicos, empresarios y turistas a consecuencia de esto. El gobierno aprovechó el clímax mediático de la Cumbre de las Américas para disparar un proyectil sin parangón.
            La medida, así como la convalidación exprés que hizo el CNE a las firmas contra Obama que terminaron escondidas en algún almacén “diplomático”, estimulará la diáspora. Al momento en que se supo el “Cadivazo”, la intención de emigrar estalló en todos lados. Las redes sociales estuvieron colmadas de rechazo e indignación, pero también de desesperanza y despedidas.
            En el momento que creemos que las cosas no pueden ser peor, terminan siéndolo. Y es que así es la vida en un sistema como el vigente. ¿Cómo pedir rectificación a un modelo diseñado para controlar, reprimir y estatizar? ¿Cómo esperar que el sistema se estabilice y vuelva al camino democrático partiendo de la premisa de “el tiempo de Dios es perfecto”? No hay razones para que el sistema instaurado por el chavismo cambie. Este ha sido su plan y preservarlo, cueste lo que cueste, es el objetivo principal.
            La nueva restricción incrementa el encierro, potencia el aislamiento de los venezolanos. El problema no es el “cupo”. Que lo reduzcan, amplíen, encarezcan o no, es irrelevante. La médula del problema es que no debe existir un “cupo” que limite a la gente para comunicarse con el mundo exterior. Ampararnos en la defensa del “cupo” es seguir convalidando el sistema y sus restricciones. Libertad es que no haya ni “cupo” ni control como sucede en casi todas las naciones que asistieron a la Cumbre de las Américas.
            El “Cadivazo” o nuevo “viernes negro” refrescó la erosión permanente de las libertades en un país más pobre, más violento, más inseguro y con menos oportunidades.
Por tanto, se replantea el problema: ¿seguir aceptando o no la imposición del “cupo”? Sonará radical para los más conservadores, pero la solución pasa por salir de este sistema. Reemplazar el modelo vigente no parte por una ecuación matemática, económica o política, sino por la aspiración social: querernos nosotros para querer más, reclamar, exigir, trabajar. Eso no solo no está sucediendo en la sociedad, sino que en los grupos políticos, que deberían aprovechar todas estas situaciones para potenciar sus mensajes de cambio y arraigarse con las demandas nacionales, tampoco se hace nada por conectar, por atreverse, por romper un esquema que les permita surcar la ola de la opinión pública.
No se nos puede ir la vida haciendo carpetas para implorar autorizaciones que degradan el gentilicio. El mundo espera más de nosotros. Más coraje, más valor, más decisión para cambiar esta realidad deplorable y vergonzosa.

Ángel Arellano

lunes, 28 de julio de 2014

El mango está Maduro


Uno se pregunta: esta gente que anda torturando, golpeando presos en celdas, convalidando el sicariato y el narcotráfico, ¿no tendrá familia? Sí la tiene, en abundancia, y en condiciones muy por encima del promedio de la clase alta y pudiente. Pero no saben el daño que le hacen. La maravilla de la creación es el mañana después del hoy. Todo siempre pasará. Si cayó el imperio romano y la colonia española se disolvió tras una magna epopeya, pobre futuro el de esta delincuencia que se hizo gobierno durante tres trágicos lustros.
A todos nos frustra la situación del país; conmueve la precaria situación de los hospitales, las continuas colas hasta para lo más elemental de la vida diaria, la falta de medicinas y los muertos que colapsan las pocas morgues que hay en la nación. A todos también preocupa la conclusión o prolongación del caos que hemos vivido durante tanto tiempo. Y si nos impacienta, si nos irrita la fotografía que hoy tenemos de Venezuela, ¿por qué se nos ha hecho tan difícil construir una solución donde quepamos todos?
En la escuela, la Biblia, el sermón y el consejo del anciano, siempre prevalece la lógica. Lógica simple, elemental: si el mango está maduro, se va a caer. El punto está en ¿quién pone la mano para que cuando caiga no se desparrame roto en el piso? Y si hay abundancia de manos, como las hay en la escena, ¿cuál es la más indicada? ¿Puede ser una o un grupo de manos? No todas las manos pueden coger el mango. Si la mano, o el grupo de manos, no tienen la fuerza suficiente, no podrán concluir la tarea, o lo roza y se le cae.
La fuerza es administrada por el Estado, a través de sus diversas instituciones. Esta fuerza se encarga de la seguridad, o en su variable invertida, la inseguridad. Apelando a esto último, al gobierno le ha ido muy bien, pues los índices de inseguridad crearon una sociedad cuya representación más gráfica, es un quirófano en medio de la guerra.
También existe la violencia, especie de fuerza que opera del lado del mal. A esa el gobierno igualmente la ha apostado todo. En algún momento de los últimos meses se habló de acabar con la violencia “venga de donde venga”, o de “ambos lados”. Lo cierto es que la violencia proviene sólo de un lado, con una bifurcación: violencia oficial (abuso policial, represión desmedida) y violencia no-oficial (colectivos paramilitares). Por tanto, la fuerza de las instituciones, y la fuerza de la violencia, ni la controla la oposición, ni es parte de ella.
Queda pues la otra vertiente de la fuerza: la organización social. Una fuerza cuyo núcleo es la sociedad. Tiene finales felices siempre y cuando se apele a la lógica y la coherencia. Lógica de la que hemos hablado anteriormente. Si la alternativa a este gobierno que no reconoce al otro (y usa su fuerza para reprimirlo, coaccionarlo y degradarlo a vivir en la podredumbre de la vergüenza y el dolor colectivo), no puede, porque no tiene cómo hacer uso de esta fuerza, la del pueblo, la de la organización y la Unidad, el mango se cae, desparrama, destruye. Y con él todos nosotros. Porque aunque existan unos verde oliva rumiando tras la pepa, no quedará nada, pues los pajaritos taladraron en las alturas para llevarse todo a sus nidos.
Sólo nos queda una breve pero poderosa reflexión. Somos muchas las manos que queremos rescatar Venezuela, nuestra fuerza no está en las instituciones porque ellas se han descompuesto. Tampoco en la violencia. Queda sólo la fuerza social, la de organizar a la gente y luchar por una meta clara. Todos juntos. Hay que protegernos, cuidar las palabras que decimos, unir todos los días y no mirar para los lados cuando el objetivo es uno solo: salir de esta pesadilla antes de que mute en un desastre mayor.
  

Ángel Arellano

martes, 21 de enero de 2014

Diálogo y sus condiciones


          Del diálogo y su necesidad para hacer frente a la hostilidad que atraviesa la nación desde hace unos quince años no hay nada que agregar. La sociedad reconoce por abrumadora mayoría que para atender con eficacia la crisis política, económica y social en la que estamos sumidos, es obligatorio pactar unas normas mínimas de entendimiento con las que oposición y gobierno, las dos perfectas mitades en las que se divide la población venezolana, puedan hablar, convivir y trabajar en función del clamor popular.
            Tanto los oficialistas como sus contrarios se sienten asistidos por la verdad, pero al no existir un escenario para el careo de las ideas, los primeros recurren a la hegemonía mediática y la arbitrariedad para imponer sus tesis, mientras los segundos, disminuidos en televisión, radio, y prensa escrita, ventilan cuanto pueden a través de la concurrida ventana en la que se convirtió internet.
            Esta navidad para el venezolano estuvo llena de tristezas y miserias. Familias enteras que no completaron los ingredientes de las hallacas por la escasez o difirieron el Niño Jesús por los exagerados costos de los productos. Habrán notado que una vez transcurrida la jornada electoral del 8D, los electrodomésticos baratos desaparecieron y los precios exorbitantes siguen la escalada en un año en el que todo lo que se consigue es transitando los caminos verdes.
            Ante este panorama, minado de contradicciones para el ciudadano de a pie que solo entiende de su urgencia para llevar el pan a la casa y pagar las deudas, se viene planteando un escenario de “diálogo” en el que los gobernantes asisten a reuniones con la curia de Miraflores para articular líneas de gobernabilidad. Si bien es correcto apoyar cada paso que se de en beneficio de la reconciliación nacional, no es menos cierto que este “diálogo” se debe dar en igualdad de condiciones. Hemos sentido incomprensión en la comunidad nacional en cada reunión entre gobernantes opositores y gobernantes oficialistas, pues así como se hacen en la sede del Ejecutivo Nacional, a escala regional parece repetirse el “diálogo” sin problemas.
            ¿Por qué incomprensión? Es complicado para el común asimilar una conversación diplomática, aun cuando el país abogue porque sea en el mejor clima de cordialidad y respeto, entre los representantes de un Estado depredador que mantiene presos políticos, exclusión en las instituciones y programas sociales públicos, insuperables índices de corrupción, nepotismo y las peores cifras en homicidios, salud, inflación y escasez que gobierno alguno ha tenido en la República, con los líderes de una alternativa que aboga por el restablecimiento del estado de derecho, la separación de poderes, institucionalización y garantías democráticas, sin que para estos últimos se den algunos gestos que afiancen esa “paz” que el gobierno aparentemente anhela. ¿Cuáles son estos gestos? Liberación de Simonovis y otros presos políticos del régimen, acuerdo para el respeto de la libertad de prensa, espacio para los opositores en medios de comunicación públicos, presidencias en comisiones de la Asamblea Nacional de acuerdo a la proporción de escaños, supresión de los gobiernos paralelos, entre otros primeros compromisos.
            De lo contrario, ¿cómo reconocer que la iniciativa del gobierno atendida por la oposición tendrá mayores resultados que algunas obras públicas en municipios y estados? Es difícil. No para nosotros que día a día militamos en la incansable lucha por un mejor país, que podemos comprender las penurias que supone hablar por primera vez con una sorda burocracia que por un lustro se mantuvo totalmente cerrada en su clero, sino para ese vecino, ese venezolano que siente que sus problemas más sensibles (inseguridad, alto costo de la vida, apagones, desempleo) no están siendo atendidos por más que Miraflores decreta medidas, promulga leyes y encadena a diario.
            Es menester para la Unidad, dentro de su estrategia de proyección en el tiempo, exigir estas condiciones, velar porque se cumplan y nutrir de coherencia su mensaje nacional. De lo contrario, se abonará el terreno al gobierno para la apretada crisis que se mantendrá durante todo el año. Vienen situaciones sumamente espinosas, calamidades económicas que marcarán la primera mitad del siglo. Se necesita una oposición operativa, articulada en toda la geografía y que proponga soluciones desde el parlante internacional hasta el radio bemba del barrio. No nos encantemos con espejitos, hay que luchar.


Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano

lunes, 11 de marzo de 2013

No es juego de niños (II)



 En la entrega anterior concluimos diciendo sobre el internet y las redes sociales que “hay un mundo de percepciones tras de esto, manejo positivo y negativo, e incluso inseguridad, que no es abordado en clase”.
Sostenemos que es evidente el vacío de conocimiento y desconcierto existente en el manejo positivo (buen uso), del internet y las redes sociales. Para ello quisimos adentrarnos en las aulas de Lechería, percibiendo un grandioso interés por parte del cuerpo docente, autoridades escolares, representantes, y lo más importantes: alumnas y alumnos que querían saber más y más.
“Lo primero que queremos destacar es que no todo está escrito en materia de internet y redes sociales. Cada día hay un gran avance que requiere por ende un esfuerzo mayor de comprensión en cuanto a la adaptación de los niños y adolescentes en ese constante proceso de aprendizaje que significa el uso de la red”. Con ese comentario iniciamos las entrevistas, reuniones, asambleas y charlas en colegios acompañados por el Consejo Municipal de Derechos del Niño, Niña y Adolescentes (Cmddna) de Urbaneja.
El acoso escolar (en inglés “bullying”), es un factor que enciende las alarmas pese a que es común en materia de redes sociales. Se observan groserías, insultos, obscenidades, incluso imágenes, videos, grabaciones de voz, que no son más que la interpretación negativa que hacen los niños y adolescentes de la herramienta que tienen en sus manos: un dispositivo móvil o computadora conectada a internet sin ningún tipo de regulación.
Ante este problema, consideramos que la medida no puede ser quitar el teléfono o acceso a internet al pequeño, porque en realidad lo necesitan. Si bien es cierto que la red hoy en día se ha vuelto insegura y perturbadora, no es menos cierto que es el medio de comunicación más grande del mundo y que usándolo positivamente conseguimos muchas cosas.
Es por ello que la exposición de “No es juego de niños” se basa en mostrar el mundo de oportunidades positivas que conlleva el uso de internet y redes sociales, así como el impacto negativo que trae como consecuencia a futuro su distorsión. La globalización ha empujado la noción de que desde el hogar también se aprende porque en él también se maneja información y ahí vale incorporar el término “padres educadores”, definición añadida para entender la importancia de los representantes en todo este proceso de enseñanza nuevo y necesario.
Hoy día son muchas las empresas y organizaciones que revisan los perfiles en internet de sus posibles empleados antes de incorporarlos a la nómina. Como una de las metas de la escuela y el liceo es formar estudiantes capacitados en conocimientos básicos y próximos aspirantes a una educación superior, complementamos el discurso de esta campaña con un ejercicio de comprensión en la que el niño o adolescente reflexiona sobre su futuro luego de un pasado digital públicamente negativo o poco aceptable.
De ahí nace el enlace conector que capta la atención del joven y nos colabora en la introducción de elementos técnicos para el buen manejo del internet y redes sociales, canalizando sus consecuencias en la aldea global.
Este proyecto ha generado mucho interés en la geografía nacional. En la Dirección de Prensa y Relaciones Públicas del Gobierno Municipal de Urbaneja, queremos ser un soporte para las escuelas de Lechería y asimismo, colaborar con todas las instituciones de la región que soliciten el apoyo.
El mundo del internet y las redes sociales es astronómicamente infinito, somos simples átomos de una galaxia llena de complejidades. La educación debe ser nuestra prioridad más preciada y celosamente cuidada porque de ella depende el futuro inmediato.
“No es juego de niños” es una de esas iniciativas que desde el vientre materno, nace para orientar y formar a los pequeños del hogar en un permanente esfuerzo de encaminar su rumbo en los linderos de una sociedad competitiva y que halle su futuro en el regocijo del bienestar social.

Ángel Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
www.angelarellano.tk

miércoles, 2 de enero de 2013

Inicio de 2013




            Las predicciones del siempre dudoso Elías Eljuri, director del Instituto Nacional de Estadísticas, una vez más fueron atropelladas por la impronta accidentada del economista Jorge Giordani. El presidente del Banco Central de Venezuela, delfín del anterior mencionado, salió a la batalla mediática con una cifra más que pedante, tramoyista: nuestra inflación acumulada fue de 19,9% en 2012.
            En Perú la culminación del año arrojó 2,65% en inflación y en la vecina Colombia un 6%. Nos llena de dolor como nación, el recuerdo antes de abrazar a nuestras familias en el último suspiro del año que se va, que los precios en Venezuela siguen subiendo a la par de la inseguridad.
            Considero, dentro de mi humildad, así como de mi ignorancia, que con el único indicador que se puede comparar la elevación de los costos en el país, es el número de homicidios que cada vez sube.
Desde que tengo uso de razón, he vivido la experiencia de Chávez en el poder y no he visto un resultado positivo en la política del Gobierno Nacional en materia de seguridad ciudadana, no sólo porque no haya interés de desmontar tanto al crimen pandillero como al organizado de cuello blanco, sino porque siquiera hay una política. Sólo cuentos de caminos y pancartas en los costosos eventos de la burocracia que reina moribunda, mucha veces inclusive financiados por el narcotráfico.
Expertos, analistas y conocedores de Venezuela, su economía, mercados y actividades comerciales, se anteponen al desarrollo de 2013 como un escenario nuevamente catastrófico para el desarrollo y la sostenibilidad de la empresa pública y privada.
El gasto desmedido ejecutado en víspera de las elecciones presidenciales y posteriormente regionales, se transforma en deudas que la revolución no cumplirá porque en estos momentos todo el aparato del Estado no está dedicado en solucionar sus problemas de liquidez y solvencia, sino en la arquitectura de un posible funeral a quien en vida colaboró a elevar la nómina pública y palear la inversión particular tanto como fuera posible, aun así tuviera que dejar perplejo hasta al más arrogante opinador.
La economía será un renglón de inestabilidad flamante más allá de los acontecimientos políticos y de conducción de este barco que ha perdido el timón hace rato.
No creo conveniente que la alternativa esté las 24 horas haciendo guardia al CIMEQ para aventurarse a exponer un reporte médico sobre Chávez. Apariciones puntuales y con mensajes precisos como las que ha hecho Henrique Capriles demuestran madurez y aprendizaje luego de su paso por la candidatura presidencial. Esas acciones, como las de exigir claridad en los reportes médicos sobre Chávez, deben ser acompañadas por los conciudadanos; sobre todo en esta nueva víspera de un escenario electoral que debe preservar unidad y depuración.
La organicidad del oficialismo está siendo superada en errores que no los pueden tapar así coloquen millones de manos, entre ellos los conflictos internos de poder, la incoherencia de pedir solidaridad a los sectores religiosos cuando antes fueran severamente atacados, el mantener presos políticos enfermos tras las rejas, entre otros.
Para este nuevo año pedimos de quienes debaten nuestro destino coherencia y unidad, recordando siempre que todos somos protagonistas del cambio y debemos participar en este. Es más importante la salud de la nación que la del Presidente, cruel pero cierto. Discutamos entonces los problemas de Venezuela mientras los médicos se encargan de quien hoy no puede asumir su poder.

Ángel Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
www.angelarellano.tk