Aquí encuentras mi opinión, lo que pienso sobre Venezuela y el momento que nos ha tocado vivir. Lecturas, crónicas, artículos, relatos y crítica... Bienvenidos.

lunes, 28 de abril de 2014

El entierro de la izquierda


         Hubo quien creyó que el entierro de la Izquierda sería un lugar común para la mayor parte del país. No faltó locutor que jurara el acto como concurrido, relevante, de cuantiosa asistencia. La prensa que defiende los derechos del sagrado oficio presidencial, la única existente, no escatimó en publicitar su agenda fúnebre. Al final sobraron sillas, queso duro y chocolate. Sólo unos pocos llegaron a tiempo para cargar el féretro. La Izquierda estaba muerta y nadie quiso rendirle tributo.
            A la funeraria no se acercaron los estudiantes porque desde hace varios años las ideas de la Izquierda abandonaron las aulas para empuñar un armamento en contra de sus compañeros. Los fogosos debates sobre Marx, Lenin y Mao, quedaron en papeles mohosos. Ahora los hijos de la revolución saquean gandolas, no se gradúan, destruyen el campus universitario y siembran el terror con el aplauso oficial.
            La oposición no quiso ir al entierro. La izquierda desde hace tiempo había sido bandera de un grupo que se enriqueció a costillas de la propaganda y el pregón del embuste de un socialismo pirata. El gobierno nunca dejó de vender petróleo a los gringos y de comprar mansiones en Miami.
Del bando de la Unidad ni uno solo dijo adiós al muerto, ni rezó un Ave María. Pidieron a Dios resolver el entuerto ideológico, porque nadie jamás sabría cómo enderezar las corrientes si los de derecha, centro, progresismo y desencantados izquierdistas, eran muy pobres, mendigos, sin futuro ni proyecto amen del hampa, la escasez e inflación.
            Los NiNi tampoco dieron el pésame. Eran empresarios expropiados, productores disminuidos y profesionales excluidos del entorno laboral. Sabían que en vida la izquierda implantó una nueva Cuba, repleta de desastre, desesperanza y miseria. Escondidos en su caparazón, donde lanzan piedras, opinan y claman por una curandera de nombre “Reserva moral” que nunca llega con el brebaje, los NiNi decidieron no verle otra vez los ojos al muerto.
            Y el oficialismo, ese grupo que hoy se divide en la burocracia del aparato del Estado y los simpatizantes del fallecido Chávez, fueron graneaditos bajo el sol. No quería retratarse. Se persignaron rápido y corrieron veloz. Estaban claros que la Izquierda estaba perdida y por eso murió. Prometieron cuanto pudieron y no cumplieron. En 15 años no hubo un hospital público en buenas condiciones, el bolívar de débil brincó pa´ fuerte y luego a moribundo, y hasta el vaso de leche escolar desapareció del mapa.
La mayoría chavista prefirió ver el entierro por VTV. La represión a jóvenes y desabastecimiento tocaron la fibra de fieles al Comandante. Enterraban a la Izquierda y sabían que irían cayendo uno a uno porque entre un castillo de naipes y el poder de Maduro, posiblemente sean más fuertes las barajas.
Los mototaxistas no asistieron. Los autobuseros tampoco. El sector transporte se mantuvo en casa por falta de repuestos. Estaban dolidos con la Izquierda. La fantasía de un Estado productor se quedó en los libros de la Colección Bicentenaria.
No hubo una empanadera, arepera, pollera, panadería, Mercal, Pdval y Barrio Adentro abierto en la vía al cementerio. La gente amasó pavor ante los conceptos de esa Izquierda que desapareció los alimentos, las medicinas y la expectativa de vivir tranquilos.
Finalmente, bajan la urna. Uno que otro ministro del Madurismo llora. El botín recogido en 15 años ha sido inaudito. Cifras en dólares en EEUU, Suiza, Bahamas y Noruega, son muestra de que en todo este tiempo sólo trabajaron para robar. El imperio era una quimera, la revolución una utopía. El sistema se descompuso en medio de la dictadura.
Por eso nadie fue al entierro de la Izquierda. Alguien se detuvo horas después, y pegó un grito: “Vamos a casa del Progresismo, ahí hay espacio para todos y podremos salir adelante”. Pegaron la carrera unos, caminaron otros y no faltó quien llegara en aventón.


Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano

www.angelarellano.com.ve

martes, 22 de abril de 2014

Un relato de hoy


por Ángel Arellano

            Salgo temprano a paso apurado. Como de costumbre, un libro entre manos culpable de cualquier tropiezo que se presente en el trayecto. Entre páginas los desniveles de la acera son espacios para escuchar insultos de choferes que aterrizan en las colas. Pareciera una revuelta sobre ruedas. Odio colectivo.
El país tiene años vuelto un laberinto. Las calles antes desiertas son vías de escape para el colapso diario de las avenidas principales. Camino desde Boyacá hacia Barrio Sucre. Barcelona es campo minado. Huecos y cloacas son parte del concierto de saltos que hay que dejar para llegar de un lado a otro. Pocas ciudades menos transitables en el mundo como las venezolanas. Es, sin duda, el mayor logro urbanístico de la Revolución Bolivariana.
Inflación y escasez en autopartes y accesorios para vehículos: 2.200 Bs. cancelados en una tienda por una palanca de control de luces. Una pieza de plástico que no supera 15cm de longitud. Barrio Sucre, el centro de ventas por excelencia de repuestos y frenos de la zona norte de Anzoátegui, es sitio donde las respuestas más populares son: “No hay”, “años sin tener eso por aquí mi primo”, “qué va, eso por no se encuentra”.
Desde ese punto a la Avenida Juan de Urpín, sitio en el que está el taller de mi vehículo, hay calles cerradas con cauchos y alcantarillas oxidadas en forma de reclamo a las autoridades para que solventen tal desastre. Huecos que ya no son huecos, mutaron en cráteres, recinto de aguas negras y enfermedades para las familias de la zona.
En el taller, un galpón grande con unos 40 vehículos en reparación, muchos choferes pensando dónde ubicar lo que falta para salir al ruedo nuevamente. A unos metros hay un comercial asiático, como tantos en cada rincón de la Patria bonita. Nada barato, todo al borde de un infarto.
Pasa a la caja un señor de unos 50 años. Lleva tres latas de atún, un paquete de pasta, un litro de chicha, un cartón de huevos, salsa de tomate, unas galletas de soda, avena en hojuelas y dos pastas dentales. Preguntó con 300 Bs. en la mano: “¿Cuánto es chino?”. “720 bolívares”, responde el cajero. “¿720?, ¿bueno y qué rompí yo? Revísame bien eso”, dice enérgico el señor. “Si, vea, son 720”, finalizó el asiático.
El don cargaba una biblia gruesa, subrayada y llena de apuntes. De ahí sacó los otros 420 Bs. para completar. Su reacción fue pegajosa, colérica. Toda la fila se sorprendió. Tanto dinero por tan poco.
De regreso a Boyacá una morena embarazada de unos 22 años caminaba con una señora que llevaba pujando unas bolsas con caraotas y verduras. Escuché: “El doctor me dijo que el estudio eran 1200 bolos mamá, de dónde si yo lo que gano son 2500”. El salario mínimo de Venezuela es de 3.270 Bs., unos 60 dólares al cambio Sicad II. ¿Cómo hará esa futura madre? Sabrá Dios.
Poco después, una venta de frutas. Media patilla pide un abuelo, agrega algunas guayabas y un kilo de cambures. La muchacha le dice, “son 90, esa patilla cuesta 50 bolívares. Eso fue hace tiempo que era barato”. Lo dejó así, el viejo se fue sólo con los cambures. Pobre hombre. Llegar a esa edad y no contar con el dinero para comprar las frutas es algo denigrante.
Unos docentes comentaban en la entrada de la Casa del Maestro que uno compró un kilo de café al doble de la semana pasada y otro un melón grandísimo por más de 130 Bs. Todos tienen un relato parecido: que los cuadernos están por las nubes, que la resma de papel es un lujo, que no consigue los libros que pidieron en la escuela, que la canaimita se dañó y más nunca se supo cómo resolver eso, que vestir a un niño ahorita cuesta Dios y su ayuda.
El relato de hoy, el cuento de la inflación y la escasez, son nuestros mayores tormentos como sociedad. Al final del trayecto una señora corriendo a un taxi porque su hijo le ubicó un bombona de gas en Puerto La Cruz. Degradante y real.

domingo, 13 de abril de 2014

Ilegalidad del poder público

          Quiero traer a colación una frase refrendada por la actual Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, en respuesta sobre los juicios sumarios realizados a los alcaldes Enzo Scarano y Daniel Ceballos (20-03-2014): “Es imposible que con la presencia de todos los poderes públicos se cometa una ilegalidad”.
La alta funcionaria, en plenas facultades de ejercicio y administración de sus responsabilidades, aclaró que el mero concierto de las instituciones del Estado son requisitos suficientes para la aplicación de la justicia en un caso tan delicado como el despojo de su libertad y atribuciones a ciudadanos recién electos.
No se está juzgando a un personaje común (de ser así, también configura una aberración judicial), sino a un par de máximos representantes de un poder público autónomo como el municipal, legitimados incluso por el régimen del que Ramírez es parte, y acusados en audiencia exprés, sin pruebas, argumentos ni instancia para introducir apelación alguna.
El hecho ha producido la repulsa reacción de abogados y dirigentes políticos de todo el mundo. No hay que pasar muchas páginas para recordar que los desmanes, atrocidades y arbitrariedades de la Alemania Nazi y la Italia Fascista, fueron “legales”. El momento es propicio para repasar películas y documentales sobre los Juicios de Núremberg (1945-1946) que se consiguen en cualquier red social.
Referente a la legalidad de Ramírez, el Dr. Allan Brewer-Carías realizó unas “Reflexiones sobre la situación venezolana” disponibles en su web www.allanbrewercarias.com. Resuelve: “Si el Estado totalitario (que es el que controla la totalidad de los poderes y de la vida de los ciudadanos) viola los derechos humanos, si ello lo hace con la participación de todos los poderes públicos, así sea contrario a la Constitución, entonces ello es ‘legal”.
Y es que en Venezuela, tenemos meses con una férrea labor de informar a la población en general sobre la naturaleza dictatorial del gobierno de Nicolás Maduro. El Plan de la Patria, la materialización del Estado totalitario en pleno Siglo XXI, es un proyecto que poco a ocasiona los destrozos ya evidenciados por toda la nación como el desabastecimiento, la crisis inflacionaria, la multiplicación de la inseguridad personal, represión de la protesta con la fuerza pública y grupos paramilitares, y encarcelamiento de líderes opositores.
La nueva legalidad instalada en el país rechaza los postulados de la actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV). Texto vigente, legítimo y que muta en herramienta del gobierno actual para restringir, confiscar y atacar a la ciudadanía en miras del control total. Giovanni Sartori en su obra “La Política” (1984), expresó: “Lo que una democracia no llega a obtener de sus ciudadanos, un Estado totalitario lo obtiene de sus súbditos”. Vale la réplica para la defensora Ramírez, que ni defiende ni deja defender.
Y a propósito de los funcionarios que hoy restringen las garantías ciudadanas, asfixiando los derechos fundamentales como parte del programa dictatorial, sirve de reflexión la ya mencionada experiencia de Núremberg. El imperio Nazi, luego de su derrumbe, ha sido condenado por la historia universal. Extrapolado al trópico venezolano, el mejor referente de un juez futuro, es el artículo 25 de la CRBV: “Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo; y los funcionarios públicos y funcionarias públicas que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores”.

Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano

martes, 8 de abril de 2014

El dolor de los jóvenes


         Tras las teclas que redactan las publicaciones de prensa y redes sociales, hay jóvenes desairados y entristecidos por la situación de nuestro país. Relatan lo que ven sus ojos, son parte de las trágicas estadísticas. Juventud víctima como los muertos en el barrio, presa del miedo que infunde la bota militar Ellos sienten al igual que todos, padecen nuestros males. Son, al igual que cualquier cristiano, una esponja más que absorbe el odio y la división que intoxica la calle.
            Y esa es la juventud que informa, que no sacia el hambre de decirle al planeta lo aquí sucede. Tiene claro el panorama. Sabe bien su objetivo. No quieren vivir en dictadura. No quieren ser propiedad de nadie. No quieren irse a la cama a sabiendas de que despertarán amordazados por no haber hecho todo en favor de rescatar la democracia.
Hoy las crónicas narradas sobre la Patria son vergonzosas. Cada expectativa positiva es apedreada por delincuentes que desde el estrado gubernamental no han bajado el volumen de sus groserías y odas a la guerra entre hermanos. Mientras en la calle se escucha el disparo, la sirena y la moto; en la nevera solo suena la jarra llena de agua y en el bolsillo muere el vacío silencio de la pobreza.
            Veo jóvenes comunicando historias que cuestan creer. Cuentos difíciles de digerir para el mundo y para nosotros también. Aunque haya una gente dispuesta a tolerar la dictadura por sentirse parte del menjurje del saqueo a los dineros públicos, receptores de dádivas o de un poquitico de petróleo, la abrumadora mayoría está excluida, sin futuros ni sueños. El gobierno hoy no representa a nadie. Dejaron de ser una voz para convertirse en criminales.
            En 39 hogares lloran el luto, más de 600 juntan medio para curar a los heridos, 66 familias sufren la indignación de tener a un hijo víctima de la tortura y casi 2000 sacaron a sus muchachos de la cárcel porque hay otros que injustamente siguen recluidos por protestar en contra de la patética realidad que vivimos como pueblo.
            Se han quemado cruces, asesinado mujeres, hombres, menores de edad y una esposa embarazada. Quienes disparan lo hacen sin remordimiento. Las agresiones son una gracia y la justicia no llega. Caen estudiantes muertos y al gobierno sólo le interesa que los gringos no los sancionen porque saldrá la lista de negocios podridos a costillas en el imperio que tanto han maldecido.
            Escucho el llanto de la impotencia, veo la mirada de indignación. Siento la molestia de mucha gente que no sabe qué será de sus días sin dinero, ni empleo, ni seguridad. Sin conseguir la comida, las medicinas y los repuestos para salir a buscar el sustento. El gobierno ha sembrado frustración y por eso cosecha rechazo.
            No sé qué hará el muchacho que estudia hoy fajado entre libros si mañana no habrá trabajo. No sé pa´ dónde irá el enfermo sin sutura que lo remiende. No sé qué hará la madre sin conseguir la bombona de gas, los pañales y el litro de leche.
            Una depresión terrible sufre mi pueblo. El dolor de la dictadura, el dolor de la oscuridad. Lo que le duele a Venezuela es lo que le duele a los jóvenes que luchan por ella en toda la Patria. La tarea sólo demanda unión y compromiso.
            La dictadura no resolverá este entuerto. De ellos nunca se ha visto iniciativa para bajarle dos al conflicto. La dictadura sólo manda y no le importa lo que suceda. Por eso no puede continuar, hay que cambiar este rumbo. El pueblo sabe de condiciones claras, la gente quiere que se reconozca al otro. La ley es para todos.

Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano

martes, 1 de abril de 2014

A propósito de la antipolítica

          Para preludiar este breve comentario sobre un tema que una vez citado ocasiona prolongadas discusiones, quiero decir que aunque la antipolítica es la perenne condena a la incapacidad política para generar cambios en la sociedad, muchos de los notorios protagonistas de esta práctica han aprovechado los ríos revueltos como trampolín para hacerse un lugar en el estrado político.
            La situación venezolana, con sus tragedias y tensiones propias de la lucha entre el bien y el mal, ha dejado un mar de oportunidades para los críticos férreos, pescadores sin puerto, que andan quejándose de cuanta cosa se hace en la oposición y en el gobierno, sintiéndose sólo dignificados por aquellos que desde un fugaz atril mediático arremeten contra todo lo que ha costado construir.
Los movimientos estudiantiles universitarios, los partidos políticos tradicionales y emergentes, las asociaciones civiles y ONG levantadas a lo largo de años de lucha contra la desigualdad y arremetida incesante de 15 años de edificación de una dictadura, son parte importantísima en el restablecimiento de la democracia. Para impulsar un cambio hay que estar muy organizados y caerle a plomo las 24 horas a unas estructuras, que bien o mal aglutinan a un sector de la población, es rodar por el camino equivocado.
Digo esto a propósito de los voceros aparecidos, habladores del infortunio, que desenvainan improperios contra la posición de cierta dirigencia que no se alinea a la antipolítica. Unos segundos en CNN o el micrófono de un auditorio repleto de ciudadanos vulnerables al mensaje ultra radical, no pueden ser mayores credenciales para hacer política en un país tan dividido y devastado.
Es evidente que hay nuevas caras. Algunas, quizá aceptando el apoyo de corbatas desconocidas e infiltradas, salen envalentonadas a la palestra a arremeter contra Maduro, pero también contra quien lo adversa, sin plantear nada, carente de cualquier soporte organizativo. Voces repletas de crítica y cosas que decir, pero vacías de propuesta.
La antipolitica no saca dictaduras, las atrae y consolida. Si usted tiene la razón en algo, argumente, proponga y trabaje. ¿Qué propone la oposición? El regreso de la democracia y la institucionalización del país. ¿Tienen varias visiones? Sí, hay pluralidad y se debe empujar con fuerza para una sola agenda. ¿La MUD ha tenido mal desempeño? Sólo el 38% de los venezolanos la ven con buenos ojos en esta coyuntura y tiene que replantearse. ¿Falta un plan conjunto? Ciertamente, sin abandonar la calle y la protesta pacífica.
El gobierno no vive un buen momento. Se siente a gusto enlutando a la nación pero su base está confundida, divida entre radicales y “lights”. Según la última encuesta del IVAD el 53% de la nación está de acuerdo con solicitar la renuncia del Presidente y 61% con una Asamblea Nacional Constituyente. ¿Acaso más muestra de rechazo?
Ante esto, la actitud de todos los sectores políticos, estudiantes, jóvenes, profesionales, partidos, gremios, intelectuales y demás organizaciones, debe ser la de continuar la lucha en unidad. Buscar los puntos de encuentro en función de avanzar. Unión real, un fuerte pacto como alternativa a la dictadura y condenar la antipolítica, porque entre tanta desmemoria, suelen repetirse malas experiencias.


Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano

www.angelarellano.com.ve