2008, Chávez viene de perder la consulta sobre la
Reforma a la Constitución luego de que los estudiantes universitarios
reivindicaron la lucha cívica coherente y firme, arriando al gobierno a otros
escenarios. Ese año Miraflores junto al BCV proclaman la reconversión monetaria
como fórmula para robustecer el bolívar, dando a paso a una de las
denominaciones más cursis y arrogantes de la economía contemporánea: el bolívar
fuerte.
Los últimos seis años antes de 2008 Venezuela había
registrado una inflación acumulada de un 225,5%, índice sumamente peligroso
para una sociedad que comenzó a ver en cuantía el despliegue de expropiaciones,
migración de capital, persecución al empresariado, y que a la vez recogía una
histórica incongruencia que se mantiene intacta: mientras más caro se cotiza
nuestro petróleo, más suben los precios y más nos endeudamos.
El Ejecutivo Nacional en un acto de constricción muy
interno, pues nunca fue estilo de Chávez reconocer sus monumentales desaciertos
en materia económica, decidió eliminar tres ceros, maquillando así la dramática
erosión del poder adquisitivo del ciudadano venezolano e irrelevancia del
bolívar como moneda en América del Sur.
Desde el primero de enero de 2008 hasta el 31 de
diciembre de 2013 la inflación acumulada en la nación ha sido de 398% según el
BCV. Muestra fehaciente de que la solución no era cambiar el diseño de unos
billetes, borrar unos ceros o acuñar un nombre rimbombante. El gobierno no pudo
con la tarea de encausar la economía porque sus medidas han sido erradas, fuera
de contexto, anticuadas y carentes de todo consenso obligatorio para echar a
andar un país.
El 5 de enero del corriente año la colega de El
Universal, Suhelis Tejero, publicaba una nota en la que reseñaba el siguiente
ejercicio: “Con 100.000 Bs. viejos se podían comprar 11,6 kilos de cebolla en
el año 2008, mientras hoy los 100 Bs. F, afectados por seis años de un ritmo
inflacionario alto, compran 1,78 kilos del mismo alimento”. Es de señalar que
en la mayoría de los grandes mercados municipales de la nación el kilo de
cebolla superó los 100 Bs., pero este inciso es muestra clara de lo que ha
significado el verdadero “paquete económico” que ha implementado la Revolución
Bolivariana con y sin Chávez a lo largo de estos 15 años: altos precios,
desabastecimiento y escasez.
Destaca Tejero que la firma Econométrica calculó que
si el BCV quisiera emitir un billete en la actualidad con el mismo poder de
compra del de 100 Bs. en 2008, este debería ser de 498 Bs.
¿Quiénes son los responsables de que el pueblo pueda
comprar menos con la misma cantidad de dinero? Venezuela tiene 28 años con una
inflación de dos dígitos, los salarios suben a pie y los precios en
helicóptero. En 2013 la inflación oficial fue de 56,2% y el Bank Of América Merrill
Lynch calcula para 2014 que llegará al 75%. Todo esto sin estimar la nueva
devaluación que aplicó Maduro.
Mientras las Empresas Polar tienen más del 55% del
mercado de la harina de maíz en Colombia y los venezolanos son la quinta fuerza
inversora en el sur de la Florida, en nuestro país el colapsado Estado
Empresario restringe la libre iniciativa contrayendo hasta el extremo la pobre
economía que desde hace un año desampara a 21 de cada 100 productos a razón de
la inminente escasez.
Miraflores ha pretendido solucionar el
desabastecimiento promoviendo la cultura importadora que castiga a nuestro
motor productivo y se ha encontrado con el cuchillo en su pescuezo: el colapso
de los puertos venezolanos mantiene desde diciembre a más de 25 buques con
comida proveniente de los países aliados adquirida a precio internacional cancelada
con petrodólares de la reciente deuda asumida. Y es que la importación resulta
mejor negocio en un país que nada produce y donde la gasolina y el dólar
oficial es lo más barato del mercado.
El bolívar fuerte no pudo con los constantes
desajustes económicos de la Revolución Bolivariana. Su historia es el resumen
del fracaso que este gobierno ha significado para Venezuela y los venezolanos.
Aunada a la insensatez de la reconversión, la dictadura cambiara, la falta de
divisas y el constante aumento del gasto público, signan el porvenir. Vale
señalar que el gobierno tiene semanas convocado al Sicad a las importadoras de
harina de maíz, aceites y otros alimentos básicos (recibían dólar Cadivi a 6,30
Bs.), donde se cotiza el dólar en promedio a 11,30 Bs. Sin duda los precios
seguirán subiendo.
Ángel Arellano
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