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martes, 21 de enero de 2014

El funeral de Cadivi


I
         Al funeral de Cadivi fueron muchas personalidades. Gobernantes y empresarios de cierto renombre en el mundo chavista se sentaron en sillas marcadas. El pueblo, en su mayoría pequeños empresarios, estudiantes, turistas, emprendedores, deportistas y algunos enfermos, miraron desde la reja de la funeraria. No fueron recibidos porque el acto era exclusivo para quienes tenían la venia de la curia de Miraflores.
            El cementerio estaba repleto de desconocidos, jóvenes que quisieron en algún momento optar por los beneficios de las divisas preferenciales para importar bienes para un futuro negocio. Pero no, la cosa se quedó en un cerro de carpetas que introdujeron en el banco. Y por más que estiraron los ahorros y hablaron con medio mundo, la cosa no resultó porque se priorizó a los “sectores estratégicos” donde solo entran los grandes cacaos del gobierno.
            Una señora se le escapó a los soldados de la Casa Militar, y aprovechó su ingreso en el cafetín para degustar del banquete que se daban unos pocos con productos importados, comida muy fina que por un par de años no se ve en los anaqueles de los supermercados.
            Costase lo que costase, el Presidente había dado la orden horas atrás de velar rápido el cadáver. Tenía días agonizando mientras Maduro, Cabello, Ramírez, Giordani, Fleming y Merentes, organizaban el reemplazo de quién había sido miembro de número de la agenda económica nacional.

II
Fulanito, hijo de Fulano, asiste de corbata y paltó en representación de su familia al triste encuentro fúnebre que ofrece el gobierno en honor a la trágica desaparición de Cadivi. Fulanito es propietario de una emergente pero potente empresa dedicada al mantenimiento de avionetas privadas en el aeropuerto de Maiquetía. Abandonó la oficina por unas horas para cumplir y guardar las apariencias.
Al igual que muchos, está desorientado por el fallecimiento de la institución, puesto que sus finanzas dependen de los dólares a 6,30 Bs. que ha podido adquirir gracias a sus clientes compinches que le hacen palanca con el ente emisor. En la entrada, un obeso confianzudo, portador de corbata roja y un carnet igual de colorado, propietario de tres de las más importantes unidades en la flota que mantiene Fulanito, lo consuela: “tranquilo camarada, aquí no sueltes el llanto. Ahórrate los lamentos porque tú estás en la jugada y así Cadivi quede sin silla en este mundo, nosotros seguiremos entregándote las divisas a 6,30 Bs. porque tu papá pertenece al primer anillo”.
Fulanito se va tranquilo y marca por teléfono a Fulano. Insiste. Su padre no atiende, acaba de salir de una importante reunión en la que se fijan las metas para el 2014 de la ahora bajo perfil Gran Misión Vivienda. Es constructor y su emporio está dedicado a este programa oficial desde su inicio, últimamente ha tenido poco trabajo. Con los recursos que recibe, percibe cuantiosas ganancias y está encargado de financiar las Unidades de Batalla del PSUV en dos estados del centro del país.
Fulano olvida el celular y no atiende a su hijo, sale de inmediato al funeral. En el cafetín de la funeraria divisa a sus socios. Ahora no portan franelas, jean y lentes de sol como antaño, lucen atuendos más refinados porque fueron electos alcaldes de algunos municipios donde el partido de gobierno se impuso con facilidad, a realazo limpio. “Nosotros, los grandes cacaos, no sé qué hacemos aquí en esta lloradera de estudiantes, turistas y empresarios escuálidos, apátridas todos. Los dólares están seguros para los que trabajamos en Revolución. Acabo de hablar con Vencemos, las plantas están desviando el cemento porque los militares son los nuevos gerentes de todo eso. La mujer de Jaua no tiene a nadie ahí. Mejor vamos a ver con cuánto le entramos a esos tipos que no se andan con juegos, en vez de andar en este luto”, expresa Fulano a sus compañeros.
Una señora cuyos hijos estudian en el extranjero gracias a las divisas que compraba a Cadivi, lo increpa y le dice: “Qué sabroso, usted el gran cacao. ¿Acaso sabía que eso se podía decir antes cuando producíamos café? Ahora el guayoyo que me tomo es de no sé dónde, menos de aquí. Mis hijos se fueron pa´fuera porque estudiando Ingeniería Química aquí en Venezuela los robaron dos veces en los salones de la UDO, viendo clases. ¿No sabe que las empresas que producen alimentos, equipos de salud, ropa, repuestos de carros, tienen semanas comprando gotiaito en el Sicad? ¡Qué mantequilla!”.
Fulano responde: “Pero bueno señora. Yo también tengo un hijo que estudió aquí y tiene un negocio próspero gracias a que lo he ayudado. Usted está leyendo mucha prensa amarillista. Déjese de eso, el dólar seguirá a 6,30 Bs. para todos gracias al Presidente. ¡Hay dólar parejo!”. A lo que la señora, oriental y zamarra al fin, le suelta: “Claro, eso lo puede decir usted que está gordito, come las tres papas y de anteojito se nota que tiene real demás en los bolsillos. Pero dígame ¿cómo que 6,30 Bs? Cadivi murió, ahora queda ese Centro Nacional de Comercio Exterior que nadie conoce. Todo el mundo va al Sicad, que es lento y complicado, porque aquí no se produce nada y de ñapa los puertos están colapsados. A 11,30 Bs. ¿cuánto van a aumentar las cosas? Casi un 100% para iniciar el año que a esta altura no ha arrancado porque los comerciantes andan viendo pa´los lados con qué se comen las medidas de Maduro. Ah pero ustedes los del gobierno sí están tranquilos, porque tienen su mangote pate mingo, le caen a muela al pueblo. ¿Y el pendejo? Bueno que se las arregle, que compre paralelo a 12 veces el precio oficial.”.
“Señora el país vive una guerra económica. El Presidente tiene pura gente capacitada tratando de resolver la crisis que nos dejó la cuarta República. Lo de Cadivi es lamentable, nadie sabe ni cómo pasó”, sale al paso Fulanito en defensa de quien le dio la vida. La señora, consternada por escuchar semejantes rarezas, que hacen caravanas de ruido en su pensar, carea y remata: “¿Pero con quién hablo yo? Padre contratista, corrupto y financista del partido del gobierno. Hijo levantado a punta de enchufes. Ambos nuevos ricos, a ambos no les duele el país. Los dos saben que pase lo que pase nada les afectará. Pues déjeme decirles que a un pueblo organizado no lo detiene nadie. Y nosotros, los que nos quejamos, podremos tener mil y un dificultades, pero nos une el sentimiento de repudio a lo que ustedes, enchufados, aplauden de este desastre de gobierno. Buenos días”.
III
Al salir de la funeraria, una multitud perpleja observaba que este féretro no estaba acompañado por coronas ni flores. El equipo de protocolo prescindió de invitar a la iglesia y ni al cura de la parroquia avisó porque según ellos ese muerto ya no le importaba ni a Dios. En los bordes de la urna salían papeles y más papeles, formularios de los ahora “transitorios” trámites de Cadivi. Las perfumerías de los barrios en las capitales de Venezuela esperarán un par de meses para sacar aromas, velones y estampitas de San Cadivi, el nuevo miembro del ideario esotérico nacional.
En las bocinas de las radios se escuchaban los noticieros con el sonido del Vicepresidente  Arreaza: “El dólar paralelo será otro mal recuerdo de la burguesía”. Posterior a eso, economistas recordaban el desplome de las reservas internacionales y el repunte de la deuda con China que ya duplica los fondos que tiene Venezuela dispuestos para financiar deuda externa.
Dispuestos a acompañar el ataúd al campo santo, una retahíla de “raspa cupos” motorizados está dispuesta con carteles de “con mi cupo me mantenía”, “somos minoría, pero somos alegría”, “nada pudo con nosotros Cadivi Eterno”. Paradójico, pero aunque los viajeros fueron la gran minoría en la venta de divisas de Cadivi a los venezolanos, eran éstos los más consecuentes y dolidos por la pérdida de su fuente de sustento. Fueron sumamente perseguidos y requisados a lo largo de 2012 y 2013, pero nada los detuvo. Le ganaron todas las guerras al gobierno. Alguno comentó “hasta siempre Cadivi Eterno, nadie pudo con nosotros”. Otros más atrevidos exclamaron sin temer el cerco de seguridad que resguardaba la zona: “No investigaron los 21 mil millones de dólares que se perdieron en 2012 con el difunto Sitme. Nadie supo de eso, ni del rialero en divisas perdido en Pudreval y los aportes en dólares a los países amigos. Ah pero el pueblo tiene que pagar la devaluación con su bolsillo ¡Malandros!”.
Entre lágrimas y gritos el muerto llegó al cementerio. Sin un padre nuestro ni unas palabras. El entierro fue veloz. Un mateo en el que la boliburguesía no se conmovió y los más altos burócratas dijeron presente por mero compromiso. Esta vez el hombre del pajarito no se encadenó, VTV no apareció y los de Ávila TV estaban de vacaciones. Los medios de comunicación privados no pudieron pasar a cubrir la información una vez más. Solo quedó la expectativa de sus rosarios.
Así fue la muerte de Cadivi, un funeral en el que estuvimos muchos, para desgracia de Venezuela.



Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano

www.angelarellano.com.ve

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