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martes, 14 de abril de 2015

Segundo día del Cadivazo: todos haciendo cola

Cola en sucursal del Banco del Tesoro de Lechería
         Nuevamente partí temprano a la calle. Desde primerísima hora el Banco del Tesoro de Lechería tenía una fila que superaba las 45 almas. Cuando abrieron, informaron que sólo atenderían a los 15 primeros. Luego de tantas restricciones, tantos atropellos y tantas pérdidas económicas ocasionadas a los viajeros, limitan aún más las condiciones para migrar a la banca pública.
         Los bancos privados aprovecharon el madrugonazo Cencoex para escurrir el bulto y salirse del paquete. Han notificando que no aceptarán trámites para divisas, aunque la norma establezca 30 días para que los usuarios que carecieran de cuentas en los bancos del Estado pudieran hacer el cambio.
Cola en oficina Corpoelec de Lechería
         Tuve que partir a la oficina de Corpoelec de Lechería a los fines de solicitar la impresión del recibo vigente que me exigen en el Banco Bicentenario para apertura de cuentas. Ahí la cola para pagar era muchísimo más nutrida, superior al bululú de Hidrocaribe que está justo en frente. Todo el mundo haciendo cola. Pagar la electricidad por la página web de Corpoelec es utópico. El aire acondicionado estaba dañado, no tenían Internet para el sistema integrado y la impresora no funcionaba. Está prohibido hablar con algún supervisor porque en la puerta de la zona de cubículos dice: “Restringido sólo personal autorizado”. Mientras la fila avanzaba lentamente, el personal de atención al público se fue.
Cola en oficina de Hidrocaribe de Lechería
         En la espera para cancelar el servicio, conversé unos 20 minutos con un trabajador petrolero y una señora ama de casa que estaba en el sitio. Ambos narraron anécdotas de un lugar común: “nos tienen a todos en las colas para que no hagamos más nada”. El señor me contó de todos los inconvenientes que ha tenido en el Banco Bicentenario. Desde el rígido proceso para retirar una cantidad en efectivo mayor a diez mil bolívares, hasta las planillas de declaración para cualquier depósito: “te preguntan todo. Que si de dónde sacaste la plata, que para dónde vas a moverla, que por qué estás retirando tal cantidad. Así es en Pdvsa. En el Criogénico (José Antonio Anzoátegui) para hacer cualquier diligencia es un papelero. Pasamos todo el día sacando copias y entregando requisitos. Con eso el gobierno nos tiene ocupados para que no inventemos nada que no les convenga”.
Cola para comprar alimentos en establecimiento Limpiatodo de Lechería
         Preocupada, la señora asintió. Habló del viacrucis de conseguir los productos: “para comprar detergente un día, para comprar aceite otro, para harina otro. Que si el número de la cédula, que si hoy no nos toca, que si no se consiguen los repuestos. Uno vive cansado de tanta vaina”.
         Así pues, pasó el día y no hubo nada que hacer. Recomendaron que fuera mañana a ver si me podían hacer el “favor” de imprimir el recibo. Por otro lado, la sección para citas del Banco de Venezuela sigue colgada. No hay manera de abrir una cuenta en esa institución sin esa planilla.
         El problema nunca será el cupo, la banca pública o privada, los alimentos nacionales o importados o las diligencias que haya que hacer. El epicentro del problema, de esta gravísima situación que vivimos, es la entrega de nuestra libertad, ese valor innegociable que se ha erosionado en el país bajo la mirada complaciente de muchos que se han adaptado a la vida en carestía, precariedades, atraso y miedo.

Ángel Arellano 

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