Programa "En contacto con Maduro" #26 desde la Casa Fuerte de Barcelona |
Martes, 21 de abril. Maduro habla y habla en la
radio y en la televisión. El laboratorio de redes sociales que dirige
Miraflores sigue minuto a minuto el balbuceo del Presidente. Se gasta tanto
dinero como haya en existencia para potenciar el aparato comunicacional del
régimen.
En su delirio, muestra con entusiasmo todos los
síntomas de su condición psicopatológica. Los megalómanos cuentan con una
autoestima inflamada, una consideración ilimitada de su omnipotencia y una
creencia sólida de que su relevancia para el mundo circundante es definitiva.
Maduro tiene parlantes, muchos, pero pocos lo escuchan, muy pocos. No ahorra en
líneas ni argumentos. Se explaya contando, narrando, describiendo sus puntos de
vista desde una tarima solitaria en la que lo acompañan los camarógrafos. A 15
metros de distancia están los distinguidos que pueden presenciar el acto. El
resto, los trabajadores públicos obligados, deben estar en las aceras,
chequeados por los sensores cada media hora.
Hoy, mientras estallaba un nuevo escándalo de
corrupción producto del negocio gigantesco que confeccionó el ex ministro
chavista y miembro retirado de las Fuerzas Armadas, Herbert García Plaza, en el
que Venezuela adquirió a España tres barcos usados para la expropiada empresa
de transporte marítimo Conferry y los incorporó como activos nuevos, generando
una pérdida patrimonial al Estado de varios cientos de millones de dólares, el
presidente de la Asamblea, el Capitán Cabello, dedicó su tarde en el Hemiciclo
para divulgar nuevos procesos judiciales contra medios críticos que han
mantenido su disidencia aun cuando la bota del gobierno ha hecho todo para
pisarlos.
El portal web La Patilla, el
combativo diario Tal Cual, cuyo editor, Teodoro Petkoff, no pudo ir a Madrid a
recibir la importante distinción internacional del premio José Ortega y Gasset
por tener prohibido salir del país gracias a una denuncia que introdujo el
mismo Cabello y de la que ya ni los mismos jueces de la causa se acuerdan, y el
histórico periódico El Nacional, son las víctimas recurrentes del capataz de la
Revolución. Para salirle al paso a Cabello, el Presidente de este último
periódico ganó diversos titulares con una frase que en cuestión de minutos
terminó siendo viral en las redes sociales: “Nosotros duraremos más que este
gobierno”. La “recontraofensiva” avasallante de la que habla Maduro en su
perorata, tiene en su núcleo un lugar común del régimen: intensificar la
censura usando cuantos métodos sean necesarios.
La televisión deja ver la Casa
Fuerte de Barcelona, más iluminada que de costumbre. Desde ahí Maduro promueve
a sus candidatos en las internas del PSUV. No hay que gozar de dotes de
analista para percibir la gran tensión entre los asistentes. La homogeneidad del
chavismo se perdió cuando murió el Superyo de Chávez. Los demás sobreviven en
el canibalismo de la corrupción, la hipocresía y el abuso. Maduro, para no
perder “El Legado” de demagogias y mentiras, muestra planos de las nuevas
paradas de autobuses que dice incorporar en los próximos días en las mismas
avenidas con las que cuenta desde hace 50 años la zona norte de Anzoátegui.
Paradas que a vuelo de pájaro se nota no tendrán cabida en unas vías tan
colapsadas como la av. Intercomunal o la av. Alterna.
Diosdado desde la silla de regente
del Parlamento volvió sobre ese discurso trillado que repite cada vez que puede
para mostrarse como el hombre de mayor moral dentro del oficialismo: según él,
luchará indeteniblemente en contra de la corrupción aun cuando casos como el de
Conferry, que estuvo en sus manos y lo desechó, permaneció engavetado hasta que
García Plaza dejó de ser parte de la cúpula roja y cayó en desagracia. Sino,
hubiesen protegido la gran estafa al Estado por los ferrys usados y hoy parados
por daños desconocidos. Cabello siguió el ejemplo de Chávez, callando las
rubieras de los miembros del Gabinete hasta que éstos traicionaran “El Legado”.
A la sazón, esto último lo dejó claro Tareck El Aissami, Gobernador del estado
Aragua y ex Ministro de Interior y Justicia. Éste confesó que se había inmutado
ante los casos de corrupción de su antecesor, Rafael Isea, quien también fue
ministro e hijo de Chávez pero que encontró mejor vida bajo el amparo de la DEA
y el FBI, porque el Supremo así se lo había pedido. En un acto de paternalismo
encubridor, las desviaciones de los hijos se mantuvieron ocultas hasta que El
Aissami aportara su relato que sin duda ha desmoralizado aún más a la población
que vive las penurias de la cola y el reinado del hampa.
Maduro sigue hablando en la TV. Le
promete a Anzoátegui un sistema de transporte público de ensueño pero no dice
qué hará con las cientos de unidades que están detenidas por repuestos o con
los autobuses, busetas y carritos que cubren las rutas en deplorable estado.
Sólo emana populismo; uno, por cierto, poco efectivo. No hay sondeos que
sostengan que mejorarán los escenarios para el gobierno en lo inmediato. El más
optimista sostiene que el país está polarizado en una relación 70-30: la cifra
mayor agrupa a los descontentos, y en la menor se encuentran los indecisos y
fieles al sistema actual aunque no sabemos con exactitud cuáles o quiénes son
pues las encuestas hablan un lenguaje y el miedo, la frustración, la
indignación y el odio, palabrean otro totalmente distinto.
Ángel Arellano
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