Hoy madrugué. Salí temprano de mi casa directo al
Banco Bicentenario de la avenida Principal de Lechería. Al llegar, una cola
como de 12 personas esperaba por la atención de la única promotora que se
encontraba en su escritorio. La muchacha, más perdida que ubicada, estuvo los
30 minutos que me mantuve en el sitio con un solo cliente. Me retiré y todavía
seguía en lo mismo.
El gerente, quien se encontraba
aturdido por las cientos de preguntas que recibía minuto a minuto sobre las
nuevas reglas para la asignación de divisas a las personas naturales, resolvió
decir: “sé lo mismo que ustedes. Me enteré por la prensa. Aun el banco no nos
ha dicho nada. Estamos esperando por información”. La sucursal es la central
receptora de solicitudes de divisas de toda la zona norte de Anzoátegui. Hoy no
tenía en planta a su personal completo y una sola cajera lidiaba con la fila de
los depósitos y retiros. El tablero para el tique de atención estaba remendado
con papel y adhesivo, víctima del deterioro.
De ahí fui a la sede del
Bicentenario que está en el Peñón del Faro. También colapsado por la gente que
preguntaba. El cajero automático no tenía efectivo y una sola promotora
intentaba atender a todos los cristianos que acudieron con la misma iniciativa:
abrir una cuenta y solicitar la tarjeta de crédito. Como no contaban con
chequeras, tampoco pude hacer nada en ese sitio. Me enviaron a la sucursal del
Centro Comercial Puente Real.
En el camino, desvié el paso hacia
el Banco del Tesoro de Lechería. Ahí, unas 45 personas estaban apuntadas para
hacer el mismo trámite. El personal notificó que sólo abrirían cuentas
electrónicas y serían nada más para los que llegaran a primera hora de la
mañana. Del resto, quienes llegaran en el transcurso del día, no importa si
viven al otro lado de la ciudad o fuera del eje metropolitano, se quedarían por
fuera.
Cuando por fin ingresé al
Bicentenario del C.C. Puente Real, me tocó esperar algunos minutos. Como me
enviaban de otra agencia me dieron algo de prioridad. Tampoco tenían chequeras,
sólo iban a abrir cuenta electrónicas.
Entregué todos los recaudos pero fallé: el recibo de electricidad que
llevaba como soporte era de febrero de 2014 y ellos exigen uno con 90 días de
vigencia. Este requisito, ya obsoleto en la banca privada, fue la guinda del
pastel.
Entre banco y banco se habían hecho
las 12:30m. La oficina de Corpoelec más cercana cerraba a la 1pm, la nueva
norma en la administración pública para fomentar la holgazanería y el ocio. Por
tanto, aun cuando hiciera todo por llegar ahí, no me iba a dar tiempo solicitar
la impresión de recibos recientes y consignarlos en el banco.
Al llegar a casa intenté revisar la
situación en el Banco de Venezuela pero el área de reserva de citas para
apertura de cuentas en línea estuvo caída. No hubo manera de hacer nada.
Tengo un viaje al extranjero en puertas y carezco de
cuentas en la banca pública. ¿Por qué? Por todo lo que relaté: es ineficiente,
inservible, inútil. Elefantes de burocracia y corrupción que terminarán siendo
una carga para el Estado.
Esto apenas fue hoy. Mañana volveré
a los recorridos entre bancos rojos rojitos. Con mi saco de papeles y mi odio a
perder el tiempo. Primer día del Cadivazo.
Ángel
Arellano
Susto! Me cansé jajajaja una situación de incógnita es la que nos toca superar. Te imaginé hostigado cual viejito peleando por la pensión jajajaja qué nos tocara en los otros dos
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