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lunes, 13 de abril de 2015

Mi primer día de Cadivazo



 Hoy madrugué. Salí temprano de mi casa directo al Banco Bicentenario de la avenida Principal de Lechería. Al llegar, una cola como de 12 personas esperaba por la atención de la única promotora que se encontraba en su escritorio. La muchacha, más perdida que ubicada, estuvo los 30 minutos que me mantuve en el sitio con un solo cliente. Me retiré y todavía seguía en lo mismo.
            El gerente, quien se encontraba aturdido por las cientos de preguntas que recibía minuto a minuto sobre las nuevas reglas para la asignación de divisas a las personas naturales, resolvió decir: “sé lo mismo que ustedes. Me enteré por la prensa. Aun el banco no nos ha dicho nada. Estamos esperando por información”. La sucursal es la central receptora de solicitudes de divisas de toda la zona norte de Anzoátegui. Hoy no tenía en planta a su personal completo y una sola cajera lidiaba con la fila de los depósitos y retiros. El tablero para el tique de atención estaba remendado con papel y adhesivo, víctima del deterioro.
            De ahí fui a la sede del Bicentenario que está en el Peñón del Faro. También colapsado por la gente que preguntaba. El cajero automático no tenía efectivo y una sola promotora intentaba atender a todos los cristianos que acudieron con la misma iniciativa: abrir una cuenta y solicitar la tarjeta de crédito. Como no contaban con chequeras, tampoco pude hacer nada en ese sitio. Me enviaron a la sucursal del Centro Comercial Puente Real.
            En el camino, desvié el paso hacia el Banco del Tesoro de Lechería. Ahí, unas 45 personas estaban apuntadas para hacer el mismo trámite. El personal notificó que sólo abrirían cuentas electrónicas y serían nada más para los que llegaran a primera hora de la mañana. Del resto, quienes llegaran en el transcurso del día, no importa si viven al otro lado de la ciudad o fuera del eje metropolitano, se quedarían por fuera.
            Cuando por fin ingresé al Bicentenario del C.C. Puente Real, me tocó esperar algunos minutos. Como me enviaban de otra agencia me dieron algo de prioridad. Tampoco tenían chequeras, sólo iban a abrir cuenta electrónicas.  Entregué todos los recaudos pero fallé: el recibo de electricidad que llevaba como soporte era de febrero de 2014 y ellos exigen uno con 90 días de vigencia. Este requisito, ya obsoleto en la banca privada, fue la guinda del pastel.
            Entre banco y banco se habían hecho las 12:30m. La oficina de Corpoelec más cercana cerraba a la 1pm, la nueva norma en la administración pública para fomentar la holgazanería y el ocio. Por tanto, aun cuando hiciera todo por llegar ahí, no me iba a dar tiempo solicitar la impresión de recibos recientes y consignarlos en el banco.
            Al llegar a casa intenté revisar la situación en el Banco de Venezuela pero el área de reserva de citas para apertura de cuentas en línea estuvo caída. No hubo manera de hacer nada.
Tengo un viaje al extranjero en puertas y carezco de cuentas en la banca pública. ¿Por qué? Por todo lo que relaté: es ineficiente, inservible, inútil. Elefantes de burocracia y corrupción que terminarán siendo una carga para el Estado.
            Esto apenas fue hoy. Mañana volveré a los recorridos entre bancos rojos rojitos. Con mi saco de papeles y mi odio a perder el tiempo. Primer día del Cadivazo.

Ángel Arellano

1 comentario:

  1. Susto! Me cansé jajajaja una situación de incógnita es la que nos toca superar. Te imaginé hostigado cual viejito peleando por la pensión jajajaja qué nos tocara en los otros dos

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