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jueves, 16 de abril de 2015

Cadivazo: tercer round (o todo el día en el banco)

 
        
         Cada vez que pensamos en que nuestra capacidad de asombro puede soportar otro embate, sucede algo que la descoloca, la saca de su sitio original. Llegamos a un punto en el que no sabemos quién manda, cómo manda en verdad y por qué lo hace de tal o cual forma. El país tiene un rumbo misterioso. Se hizo común escuchar en la cola: “el problema ya dejó de ser el gobierno… somos nosotros”. Hoy lo oí en la fila del banco mientras esperaba para abrir la fulana cuenta en el maravilloso sistema de banca pública.
         Para hacer corto el relato solo diré que llegué a las 5:45am a las afueras del banco y salí de la sucursal a las 3:30pm. Podrán interpretar que en el medio de todo ese tiempo sucedieron muchas cosas, entre las que destacaron la lentitud de la burocracia, la reinvención de nuevos papeleos que atrasan cualquier procedimiento y la inoperancia de un cuerpo “profesional” que opera con todo menos eficacia y agilidad. Pude abrir la cuenta, pero debo seguir recorriendo los bancos rojitos. En tiempo record el gobierno colapsó el sistema financiero que expropiaron tiempo atrás.
         Pareciera que el Cadivazo no fue del todo un plan de Maduro. Mientras éste andaba en los preparativos para su aparición en la Cumbre de las Américas, la noticia del madrugonazo Cencoex aterrizó en el puerto ardiente del descontento venezolano. Cualquier ápice de reconocimiento que haya ganado el Presidente con su presentación en el encuentro continental, perdió su efecto tras una de las medidas más impopulares de su par de desgraciados años de gestión. El “jefe” de gobierno llegó al territorio y de inmediato notificó que los clientes del Banco de Venezuela quedaban excluidos del nuevo cerco a las divisas. Anoche dije en un mensaje de Facebook que Maduro establecía con esto más diferencias entre compatriotas, ampliando la segregación de venezolanos. Revirtió el Cadivazo para unos pocos, porque ellos "no se roban los dólares del pueblo". El resto sí: nosotros, los excluidos de la banca privada, los "nadies" de Galeano, los que valemos menos que la bala que nos mata.
         Sigue la tortura. Tener una cuenta en la banca pública no te garantiza la Tarjeta de Crédito para poder realizar el viaje planificado. Las autoridades en divisas no van a reconocer si perdiste o no el dinero de los boletos que ahora deberás echar para atrás o reprogramar pagando multas onerosas. Lo más patético de esta situación es que no hay responsables ni oficinas de reclamo. No hay a quién pedirle soluciones ni indemnización. Estamos solo nosotros, la sociedad contra los patrones del Estado, el pueblo en contra de su capataz.
La ola de rumores, típica de los momentos de crispación e incertidumbre, ha traído consigo un montón de chismes que en algo tienen razón: apretaron más las tuercas con las que encierran a los venezolanos en un corral. La afición es un lugar común en el que se encuentran muchos. Al final de la tarde, cuando llegué a casa, vi un video de una muchacha que gritaba afligida en el Metro de Caracas el por qué debíamos protestar, rindiendo tributo a los estudiantes asesinados, torturados y presos. Un llamado determinante que nos debe motivar a seguir adelante: "… tenía miedo y decidí salir... Nuestra bandera es crear conciencia...".
La reconstrucción del país será lenta, difícil y complicada, pero necesita de nosotros. De todos.

Ángel Arellano 

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