Luego de haber desterrado del aparato económico nacional el tan recordado Sitme, el aun Ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, no se repone del sacudón que le significó la creación de un nuevo método para nutrir de dólares quizá a menos de un tercio del mercado nacional: Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad).
La subasta
es un instrumento de la economía de mercado: CAPITALISMO. En las operaciones del Sicad, el BCV y el Ministerio de
Planificación y Finanzas decidirán quienes acceden al concurso y quiénes no.
Sólo ganará la asignación mayor de dólares aquella empresa que ofrezca el monto
más alto en bolívares por las divisas ofertadas: una nueva devaluación, HÍPER
DEVALUACIÓN.
A principio de año el gobierno elevó el costo
del dólar oficial a 6,30Bs. Este es el precio base de la subasta. La naturaleza
de esta operación requiere que suba el precio de cambio porque no es una tasa
fija como la del Sitme, donde todas las transacciones eran a 5,30 Bs. Podrán
subastarse en 9, 10, 11, 15, 18 bolívares, porque quien dé más, se lleva el
trofeo.
Es bueno
aclarar, que los individuos como usted y yo, estudiantes, organizaciones
educativas, remesas, entre otros entes no prioritarios para el gobierno, no podrán
entrar en el sistema de subasta hasta nuevo aviso. Deberemos seguir haciendo la
gigantesca cola en Cadivi. ¿Tiene el Gobierno Nacional idea de cuantos
estudiantes en el extranjero están esperando meses y meses por dólares? No
colaboran con la educación a nivel interno y menos a los que estudian afuera.
El ministro
Giordani, peleado y discutido en el seno del alto gobierno por sus medidas de
la prehistoria comunista, se ahoga en los lamentos de explicaciones
incoherentes de cómo frenar las importaciones en un país que no produce otra
cosa que no sea petróleo, y que incluso en la OPEP, defiende que la producción
de hidrocarburos no se incremente para que el costo del barril se mantenga en
más de 100$.
Según la
Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), se han realizado 1188 actos
de expropiación e intervención, desde 2005 hasta febrero de 2013, al sector
productivo privado nacional. El pico más alto fue en 2011 cuando el gobierno
expropió 499 empresas. ¿Con estos números se va a lograr producción nacional?
Jamás vamos a tener alimentos, materiales de construcción, medicinas, vehículos
y precios bajos, con la visión retrógrada del Gobierno Nacional. Es necesario
un cambio.
El Sicad no
solventa los difíciles problemas de abastecimiento en el mercado venezolano. La
exclusión y discrecionalidad encabezada por el Ministerio de Finanzas y el BCV,
pasa por toda una burocracia diseñada para minimizar el acceso a los dólares
oficiales.
Las
empresas deben estar inscritas en el Registro de Usuarios del Sistema de
Administración de Divisas (Rusad). El papeleo que esto exige contempla entre
otras cosas el certificado de no producción que emite el Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación (duración aproximada de tres meses), y la solvencia laboral (un mes de trámite usando gestores).
Luego de la inscripción usted debe esperar el llamado a subasta (desconocemos
cuando inicien), llevar sus propuestas de compra, ganar la subasta, que el BCV
pague al proveedor en el extranjero (no sabemos cuánto tiempo dure). Sume
también el tiempo que dura el embarque de la mercancía (un par de semanas),
traslado (uno a dos meses), lidiar con las mafias de los puertos nacionales (un
mes), sacar la mercancía (una o dos semanas), elaborar inventario y colocar en
los estantes (a determinar por el transporte interno).
Todos esos
meses ¿qué haremos? La falta de productos será crítica, inaguantable. En estos
días ni siquiera se han visto los pañitos de agua tibia con importaciones
grandes, porque el gobierno no está solvente con el tesoro patrio. Seguiremos
observando la proliferación de buhoneros y mercaderes ilegales de comida en la
calle.
La economía
está extraordinariamente dolarizada. El bolívar no es más que un puente para
acceder a la divisa, pero su valor para la sociedad venezolana es irrelevante. Nunca
hemos dependido tanto de una moneda extranjera como hoy. Estamos arrodillados
no al Gobierno de Obama, pero sí a su moneda. Y así ha sido desde que inició la
Revolución Bolivariana, atacamos a EEUU pero no dejamos de venderle petróleo.
La sumisión
a la moneda gringa fue reconocida y afirmada por Nicolás Maduro, quien informó que
la nación tenía todos los dólares que necesitase, producto de la actividad
petrolera. Reiteramos que son 200 mil barriles de petróleo que importamos a diario
de EEUU (“chin chin” y a precio internacional) para satisfacer la demanda
interna. ¿Revolución socialista dolarizada? Nuevos paquetazos. Piense usted.
Ángel Arellano
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