Errar es de
humanos. Un error constituye una falta individual capaz de ser enmendada sólo
por aquellos tocados con el bondadoso valor de la rectificación. También es de
humanos reconocer nuestros malos actos y salir de ellos por la puerta
principal, pasando la página y sonriendo al porvenir.
Al tomar la palabra en
frente de la multitud, ¿qué mejor herramienta para salvar un detalle que a
través del humor? Una carismática corrección puede trascender mucho más allá en
nuestros corazones que una rígida y drástica enmienda. Se replegará como chispa
en la pradera si la función a desempeñar en el auditorio es de comunicador de
masas, líder de líderes.
La iglesia católica,
en uno de sus momentos más críticos, con sus cruentas y deplorables debilidades
mostradas por el poder de la globalización, ha tomado la sabia decisión de
elevar como sucesor de San Pedro, a un suramericano que inició con paso firme
un pontificado que sin duda será seguido por los ojos expectantes del mundo,
con la esperanza de que esta turbulencia sea transitada en unidad cristiana.
América está conmovida,
emocionada, feliz. Jorge Mario Bergoglio, un papa de aquí, de nuestra pujante
tierra bendita, es el representante de las más nobles añoranzas de una sociedad
necesitada de orientación espiritual para afrontar retos y tempestades.
“Parece que mis
hermanos cardenales han ido a buscarme casi al fin del mundo”, fue su primera
frase estelar en claro titular de proclamación al planeta: Latinoamérica, la
región con mayor cantidad de católicos, había tenido el privilegio al fin de
contar con su primer Papa. Dijo al cónclave que lo eligió: “Que Dios os perdone
por lo que habéis hecho”. Posterior a eso, en un acto de reconocimiento de sus
facultades, también a los cardenales: “Queridos hermanos, ¡fuerza! La mitad de
nosotros estamos en la vejez”.
Un humor muy fino,
bien llevado, denota sabiduría. La humildad se ha desparramado en los senderos
de Roma. Francisco le late al planeta entero como un hombre de unión, sencillez
y bondad, basta ojear algunos resúmenes de su obra “Sobre el Cielo y la Tierra”
(2010), escrita junto al rabino argentino Abraham Skorka.
Usar el humor, exponer
la felicidad, aparte de saludable para el cuerpo y mente, es alimento del
inteligente. El intelecto se expresa mejor a través de la sonrisa que podamos
lograr en el público. Su santidad Francisco nos ha dado una cátedra de cómo
el humor, tan necesitado en tiempos donde el estrés y las tensiones son lo más
cotidiano, ha sido en verdad su vínculo con la nueva responsabilidad que
representa a la humanidad.
Para enmendar las
situaciones adversas que atraviesa la iglesia, el Santo Padre llama a los hijos
de Dios a la oración y al reconocimiento de quienes peor pasan su estadía en
este mundo, los más necesitados: “Queremos una iglesia pobre, para los pobres”.
El sumo pontífice ha cuidado
las formas, pero en sus pocos días como autoridad eclesiástica mundial ya hecho
varias apariciones en público, visitado cardenales, orado por su predecesor
Benedicto XVI, subido el primer mensaje a Twitter, roto el protocolo y
conquistado la mirada de los americanos con su primer mensaje en perfecto
español a los periodistas del mundo que cubrieron su elección.
Humildad, carisma,
inteligencia, reconocimiento, humor, oratoria, son las características que a
priori notamos en el nuevo vicario de Cristo. Los jóvenes somos los más
expectantes a las reformas de nuestra necesitada iglesia. Que vuelque el cariño
y entrega a los pobres propio de la Compañía de Jesús, llene de esperanza al
mundo, y enriquezca nuestro espíritu con amor al prójimo. Dios bendiga a la
humanidad y al nuevo papa Francisco.
Ángel
Arellano
Twitter: @angelarellano
Email: asearellano@yahoo.es
www.angelarellano.com.ve
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