"Ese muchacho es lo mejor
que tiene el chavismo". Tengo años escuchando esa frase de muchas personas.
Héctor Rodríguez y un grupo de
"ñángaras" ucevistas fueron un apéndice de la respuesta que tuvo Hugo
Chávez ante la reacción de calle de los universitarios en 2007.
Se hizo popular por aprenderse
de memoria algunos pasajes de los libros más famosos de la izquierda y por
manejar un discurso de entrega total a la revolución y a la patria, coherente
con la distorsión histórica que han impuesto en 17 años. Destacó como
presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela de Derecho de la UCV y luego
estuvo a cargo de la Secretaría de Reivindicaciones de la Federación de Centros
Universitarios. No se recuerda su paso en ninguno de los dos cargos porque su
activismo dentro de la universidad solo sirvió para llamar la atención del
comandante Chávez y no para aportar algo a la institución.
Liderando un grupo de estudiantes
beneficiados por la Fundación Gran Mariscal Ayacucho (excluyente y “roja rojita”)
justificó los destrozos de los grupos más radicales del chavismo en las universidades
autónomas y privadas, quienes arremetieron con armamento y bombas contra las
protestas en defensa de la libertad de expresión y luego en oposición a la
propuesta de Reforma Constitucional. Posterior a eso, Rodríguez, al igual que
el difunto Robert Serra, figuraron por dos características esenciales: una exposición
gigantesca en los medios de comunicación que gustaban de su verbo encendido, y
la bendición de un Hugo Chávez cuyo equipo juvenil se reducía a grupos de
asalariados que agitaban banderas y gritaban consignas en los eventos
políticos.
Conocí a Rodríguez en una
asamblea en la UCV cuando era estudiante. Su ego y su ambición son dos
elementos que lo describen formidablemente. No pocas veces su actitud despótica
lo ha traicionado. Recordemos que como Ministro de Educación dijo aquella frase que lo catapultó
internacionalmente: “no vamos a sacar a la gente de la pobreza para que luego
se conviertan en escuálidos”.
El manto protector de Rodríguez
fue Chávez, quien por considerarlo el estudiante más “maduro” de la camada que
organizó en 2007 y que acomodó con becas, salarios, escoltas, choferes,
camionetas, apartamentos, viajes a Cuba para la formación doctrinaria a Cuba y
mucho presupuesto para activismo político, lo nombró Ministro del Despacho de
la Presidencia en agosto de 2008. De ahí en adelante ha pasado por distintas carteras:
Ministerio de Deporte (2010), Vicepresidente del Área Social (2011), Ministerio
de la Juventud (2013), Ministerio de Educación (2014). Ahora es el flamante
jefe de la fracción minoritaria del PSUV en la Asamblea Nacional tras ser
electo “de vainita” diputado por la lista del estado Bolívar, toda vez que la
MUD ganó esa región con el 59,57% de los votos y el único diputado que obtuvo
el PSUV fue Rodríguez.
En ninguna de las posiciones que
ha ostentado Héctor Rodríguez dejó una obra o labor trascendental por la que se
le recuerde. Y ahora, como diputado, la “lumbrera” de la juventud chavista, ahora
con 34 años de edad y más “maduro”, nos expone otra de sus célebres frases por
las que sí quedará en el registro de la historia: “no hicimos una economía
productiva porque había un pueblo analfabeta”.
Ángel Arellano