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sábado, 16 de enero de 2016

Sobre el discurso de Henry Ramos en la Memoria y Cuenta



En honor a la verdad, después del ruido de Maduro, copado de incoherencias, falsedades y una pobreza intelectual asombrosa, cualquier musiquita suena mejor.
Pero también en honor a la verdad, quien lo sucedió en la palabra, para cerrar el acto de Memoria y Cuenta del Presidente ante el Parlamento, le dio una barrida olímpica. El nuevo jefe de la Asamblea Nacional aprovechó cada segundo para posicionar una verdad: "Este es un acto del Legislativo". La realidad es otra. La AN ya no es un ente mudo, sin nada que decir ni qué aportar. Ahora, cuando el viento sopla en otra dirección, el chavismo tuvo que soportar, y en cadena nacional, que se las cantaran una a una, sin dejar por fuera que aun quedan cinco años de acción legislativa disidente. Así que pónganse cómodos, porque el show apenas comienza.
"La imagen de los hombres públicos está sujeta a discusión".
Como de costumbre, Henry Ramos ofreció un discurso sólido que se opuso a las embestidas de las ardientes (y "angustiadas") barras chavistas. Su disertación duró 35 minutos. La estructura fue la siguiente: algunos apuntes urgentes para refrescar la memoria, cierto espacio para la improvisación y un encuadre planificado con argumentos indiscutibles: la polémica con la imagen de Bolívar, la expulsión de la imagen de Chávez y Maduro del Palacio Federal Legislativo y otros episodios brevemente citados. No dejó punto por tocar, ni cuenta por saldar. Dentro de éstas, la más esperada: el pase de factura a Diosdado Cabello luego de que el ex presidente de la AN hubiera recomendado en el pasado unos supositorios de moringa al civil que terminó sucediéndolo en el cargo.
Ramos identificó a los culpables de la crisis, todos sentados en el Hemiciclo, menos el difunto: Chávez, el gabinete incompetente, los militares politizados, los funcionarios corruptos, los despilfarradores del petróleo en tiempos de vacas gordas y pésimos administradores durante las vacas flacas, Merentes, el BCV rojo rojito, entre otros. No faltó pólvora ni faltaron cañonazos. "Pareciera que por las empresas de Guayana pasó Terminator". "El militar que quiera hacer política que cuelgue el uniforme (...) los militares no pueden participar en actividades políticas".
En este primer round con Maduro en la Asamblea, Henry se animó a decir algo que nadie se atrevía a asomar. Dejó a un lado el cálculo del impacto político en el electorado y soltó su cantaleta: el culpable de esto es Chávez, "a Maduro le tocó la botija vacía". Hacía falta que Venezuela escuchara eso en cadena nacional porque vamos para tres años de mitificación permanente, por todos los medios de propaganda conocidos, de un personaje que dejó como herencia el caos político, la sequía económica , la violencia social y el deterioro cultural de una nación.
En palabras de Ramos, acá las acostumbradas excusas del gobierno ante el desastre: "El enemigo anterior, la cuarta; el enemigo interior, la ultraderecha; y el enemigo exterior, el imperialismo". Aprovechó para subrayar que la oposición no ha incursionado en ninguna empresa golpista y añadió, cosa que ganó el silencio de toda la tropa chavista presente, una anécdota que también hacía falta decirla en cadena nacional para tapar la boca de un montón de gente:
"Hubo vacío y hubo golpe (...) Cuando nosotros (varios parlamentarios, Ramos, Maduro, etc.) estábamos afuera en las puertas del Hemiciclo (marzo de 2002), yo le di una declaración a la periodista Doris Villarroel en la que dije: 'está fraguándose un golpe de Estado de sectores plutocráticos y militares gorilas'. El periódico se lo llevaron a Miraflores William Lara, Iris Valera y no sé qué otro diputado, y se lo enseñaron el presidente Chávez y él dijo: 'ese es un adeco hablando tonterías'. Y a los 12 días le dieron el trancazo su alto mando militar de él. Su alto mando militar que él había nombrado".
El discurso de Henry Ramos fue muy bueno, un mensaje que hace años hacía falta en cadena nacional, pues un país gobernado tanto tiempo por el autoritarismo de un solo ser que no daba oxígeno a sectores diferentes, estaba sufriendo una intoxicación populista mientras a la par se desmontaba el recuerdo de la democracia y la libertad de expresión.
"Lo que estoy diciendo, aunque a algunos oídos desentone, señor general".
Ángel Arellano

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