Cuentan los chismes caraqueños
que a quien hoy es el flamante vicepresidente del gobierno de Nicolás Maduro
alguien le dijo una vez: -¡Aristóbulo! Eres el segundo negro más importante de
Venezuela -. -¿El segundo? ¿Y quién es el primero? -. -¡El petróleo! -.
La morisqueta sólo sirvió para
las carcajadas del momento porque como insinuación se quedaba coja. No
obstante, tiempo después pareciera que aquella pretensión chistosa terminó
materializándose en los hechos. El salto de la fábula a la realidad lo vemos
ahora, cuando al "Negro Aristóbulo", como se le conoce en el mundo
político (sin ningún amago racista, por cierto), se coloca en el ojo del
huracán como el número dos de la nómina del chavismo y el “negro” con más
importancia en la escena política.
Aristóbulo ha dado acrobacias
olímpicas en su dilatada trayectoria política. Ha recorrido los caminos de
Acción Democrática, el Movimiento Electoral del Pueblo, La Causa Radical,
Patria Para Todos y el Partido Socialista Unido de Venezuela. En todos ha
figurado. Como militante de cada organización alcanzó notoriedad pública y
respeto político, primero como defensor a ultranza de la descentralización
llegando a ser incluso alcalde electo de Caracas (1993-1996), y luego
defendiendo el “Estado comunal” propuesto por Hugo Chávez dando paso a un profundo
proceso de recentralización.
En la nueva empresa que inicia,
la que puede terminar siendo su última batalla en las filas del chavismo
gobernante, se distingue por ser el único dirigente con cualidades aparentes
para el diálogo con sus adversarios políticos. Sin embargo, sucede que en estos
tiempos es difícil dar mucha cuerda a esa apreciación pues el chavismo se ha
caracterizado por la deshonra de sus compromisos, salvo los de índole económica
particular, porque si algo es notorio, es que ningún miembro del alto mando del
PSUV está pasando hambre o sale mal vestido a la calle.
El primer discurso del Aristóbulo
vicepresidente fue burdo, sin fondo. En vez de proponer alguna idea para solucionar
la crisis, o que orientara los esfuerzos del nuevo gabinete hacia esa meta, aunque
sea para efectos decorativos y estéticos, pidió pintar murales de Chávez en
todo el país. La orden es vaciar algunas cajas chicas para manchar las calles
del país con el retrato del difunto y así quien haga cola, recuerde por qué y
por quién estamos como estamos. En fin, pedir peras al olmo.
Tal como se dan los hechos,
Istúriz viene a ser el último mohicano de esa masa amorfa que es el chavismo.
Para salvar su pellejo, y capaz que para intentar salvar el del gobierno que
representa, puede que establezca eventuales contactos con la oposición. Todo es
hipotético, estas acciones responderán a las diversas dinámicas que se
presenten en el escenario político y al grado de miopía de Miraflores. Lo
cierto es que el nuevo número dos del Ejecutivo conoce a la clase política
democrática porque ahí creció, esa fue su escuela (reprobó todos los exámenes,
claro está, y nadó a las orillas del autoritarismo). Militó en el mismo AD en
el que se encontraba el hoy presidente de la AN, Henry Ramos Allup (en esferas muy
distintas), también en La Causa R con el ahora primer vicepresidente de la AN,
Enrique Márquez, así como en Patria Para Todos junto con el hoy segundo
vicepresidente de la AN, Simón Calzadilla, por lo que Aristóbulo, si lo desea, puede
activar un canal de conversación con la directiva del nuevo Parlamento.
Como corolario, podemos decir que
Istúriz es el único en la primera línea de mando del Ejecutivo que no ha sido
acusado de tener vínculos con el narcotráfico, del resto todos los jerarcas
civiles y militares del chavismo tienen por lo menos una investigación
internacional relacionada al comercio ilícito de drogas. De corrupto sí, de
acomodaticio también. Así es la política, un mundo lleno de pantanos y
desiertos.
Ángel
Arellano
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