Aquí encuentras mi opinión, lo que pienso sobre Venezuela y el momento que nos ha tocado vivir. Lecturas, crónicas, artículos, relatos y crítica... Bienvenidos.

martes, 27 de enero de 2015

¡Cultura! ¡Cultura! ¡Cultura!

Pregoneros, una labor de siempre. Foto: diario El Comercio

         El difunto Oscar Yanes, que en paz descanse, cuenta en sus “Memorias de Armandito” (2012), lo siguiente:
            “Julio Castro era el expendedor de periódicos más famoso de Caracas. Tenía muchos años vendiendo los diarios en la Plaza Bolívar, sentado en un cartón, con todos los periódicos alrededor. Le faltaban las dos piernas. ‘Ese fue el ferrocarril de Santa Lucía, cuando le hacía un mandado a mi mamá’, recordaba sin tristeza, pues Julio siempre estaba alegre.
            Los periodistas lo querían mucho, pues cuando alguien le decía ‘mañana escribo sobre el Káiser’, él contestaba: ‘Aja, eso no se me olvida’. Gabriel Espinoza, de El Nuevo Diario, le decía ‘mañana tengo un cuento sobre el cochero Tributo’, y el mochito, sin anotar, respondía: ‘No se preocupe Gabriel, mañana usted verá’. Y en efecto, a la mañana siguiente, todo el que pasaba por la esquina de El Principal escuchaba al mochito:
            ‘¡El Pregonero! ¡El Pregonero! ¡Con la vida del Káiser contada por Pardo! ¡El Nuevo Diario, con la muerte trágica de la hija de Tributo, escrita por Gabriel Espinoza! ¡Cultura! ¡Cultura! ¡No pierda el dinero en mujeres! ¡Compre periódicos! ¡Cultura! ¡Cultura!’.
Claro que cuando los lectores compraban el periódico ya estaban preparados para cualquier sorpresa: por ejemplo, la vida del Káiser, no era una biografía, sino un ensayo sobre la política del Emperador de Alemania y su efecto en las colonias del Imperio Británico. La historia trágica de la hija de Tributo era una extraordinaria pieza literaria de ficción, de Gabriel Espinoza. Cuando un periodista le reclamaba las inexactitudes, (Julio Castro) le decía riendo: ‘No seas malagradecido, vale. Es para que te lean… para que te lean”.
En un país con una memoria histórica tan reducida, y un extravío cultural tan vasto, cuentos como el del mochito Castro caen como anillo al dedo. Hay que leer. ¡Cultura! ¡Cultura!
El bajo nivel cultural de la sociedad es un argumento que nadie profundiza, pero todos, sin distinción de tamaño, edad ni credo, manosean; para explicar, de manera deportiva, nuestra desgracia. En cada esquina de la geografía nacional, una excusa redonda para cualquier problema, es pasar factura a eso que llamamos “nuestra cultura”.
Pero, en rigor, ¿cuántos están invirtiendo más en educación que en distracciones? ¿Cuántos están priorizando una actividad formativa sobre una recreativa? Y peor, ¿qué ejemplo está dando el Estado para fortalecer la educación? ¿Qué motivación existe desde el poder para importantizar la cultura por encima del libertinaje, el circo y el bonche?
Hemos invertido más tiempo buscando culpables que soluciones. Venezuela, en la infinita demanda de otro líder redentor que no termina de aparecer, es campeona en achacar sus males a la excusa reina, el pretexto mayor: “nuestra cultura”.
El empobrecimiento educativo, la degradación cultural y la estimulación de la ignorancia, tienen un único responsable: el sistema gobernante. El poder vigente siempre preferirá un pueblo errante porque ahí, en la miseria, opera con comodidad, prometiendo, abusando y reprimiendo.
Cultura es diversidad, cultura es educación, cultura es aprendizaje y reflexión sobre el conocimiento de la sabiduría popular. Cultura no es propaganda, porque la cultura no es un tipo de publicidad. La cultura está llena de ideas y los más cultos son ejemplos de respeto. Cultura es pluralidad y cultura es libertad. Hay que leer, hay que estudiar.

Ángel Arellano

lunes, 19 de enero de 2015

La cola, experiencia nacional

Los venezolanos hacemos colas diariamente para adquirir cualquier producto
 En medio de un bululú desesperante de personas molestas por el sol, la lluvia, el calor y el hambre, pude entrar al Abasto Bicentenario que está justo al lado del Centro Comercial Regina de Puerto La Cruz. Mi intención en la cola era sacar algunas fotografías, sin embargo, por un movimiento inesperado del contingente de la Guardia Nacional que organizaba la cola, quedé entre los primeros de un grupo de 300 personas que amontonadas en una improvisada baranda de carritos de mercado, esperaban ingresar a comprar “lo que quedara”, o lo que dejaron quienes amanecieron en el sitio.
Observé cosas deprimentes, pero más que eso, alarmantes. Funcionarios de la GNB gritando a la concurrencia para mantener un intento de orden; filas, muchas, de todos los tamaños y con cualquier cantidad de asistentes; niños, bebés, embarazadas, padres, madres, todos corriendo hacia las neveras que tenían carne brasileña a precio regulado; perniles uruguayos y del Brasil, todos los que no vendieron en diciembre; caraotas nicaragüenses, sardinas portuguesas, atunes ecuatorianos, nuevas marcas de aceite de alguna fábrica emergente y beneficiada por las divisas del gobierno, y arroz “El Alba”. Los elementos importados del menú son una de las características de la crisis.
En la fila para cancelar, una señora me pregunta: “Mijo, ¿y desde qué hora estás aquí?”. “Desde hace un rato señora. Con la sampablera quedé en el primer lote de los que entraron. Ando tomando fotos”, le dije. “¡Qué suerte tienes tú, muchacho! Yo estoy desde las 3:00pm. Me calé el palo de agua y ‘la’ calor que hace aquí. Hace rato la Guardia golpeó a un muchacho que se quería colear. Te salvaste. Hay gente que durmió aquí para comprar barato”. “Sí, me salvé. Pero vea cómo está esto. No hay nada. Lo poco que llegó vea cómo se lo llevan. Uno entra aquí asustado”, respondí antes de irme. “Asustados estamos todos, muchacho”, sentenció en la despedida. Eran las 7:16pm.
No había productos para completar un mercado. Apenas seis o siete cosas, de las muchas esenciales, estaban en los anaqueles. Una sola presentación por cada alimento. La variedad de marcas, modelos y tipos, es cosa del recuerdo. La dieta del venezolano se ajustó al azar, distinto del millonario gasto en dólares que el Estado paga en hoteles, chefs, aviones y viáticos para la comitiva presidencial que viaja por el planeta buscan financiamiento, hipotecando varias generaciones de un solo plumazo.
Por los pasillos y alrededores del Abasto Bicentenario, “patriotas cooperantes”, funcionarios del Sebin y demás soplones, vigilaban quién compraba y cómo lo hacía. Requisaban las bolsas en la salida y no quitaban el ojo a los que parecieran tomar fotografías con su celular. De ser así, realizaban una breve detención y solicitaban borrar cada imagen o video. Pretenden, en una actividad más cursi que desafiante, ocultar el desastre de Venezuela amedrentando a unas personas que por necesidad pasan por mil y un penurias para comprar “lo que haiga”.
El país se convirtió en una cola. La escasez es el complemento de nuestro alimento. Cada respiro se acompasa con una noticia negativa que evidencia nuevamente el fracaso de un proyecto que ni siquiera con la sorprendente fortuna que percibimos los últimos tres lustros, pudo arrimar un punto positivo a eso que los socialistas llaman “felicidad social”. El 82% de los venezolanos, que hoy rechaza y condena el caos que ocasionó el gobierno, sabe que la cúpula corrupta que conduce la nación, es el centro de la crisis.

Ángel Arellano

martes, 13 de enero de 2015

¿Qué cambió con Chávez?

El chavismo desde su inicio ha sido el símbolo más ilustrativo del
lago negativo que hemos tenido paciente durante mucho
             El apalancamiento de la figura de Chávez en la escena política de Venezuela no dependió únicamente de su forzosa aparición tras un golpe de Estado fracasado, se debió a un tejido de situaciones entre las que figura la descomposición del sistema institucional democrático, perturbado y disminuido por la crítica que ventilaba la totalidad de los sectores que influenciaban la opinión pública, así como la decadencia de una administración estatal cada vez más ineficaz, divorciada de las demandas nacionales y marcada por una corrupción que, como dice Ramón Escovar Salom, uno de los sepultureros más efectivos del puntofijismo, era “prácticamente artesanal” antes de la abundancia y el despilfarro que trajo consigo el V Plan de la Nación y “La Gran Venezuela” de los setentas.
En palabras de Carlos Rangel: “Las naciones no viven en un vacío, sino que sufren o disfrutan de la red de relaciones de fuerza tejida entre todos los centros de poder del mundo. De modo que la desaparición de un gobierno o su entronización, la estabilidad o el naufragio de un tirano, de un demagogo, de un demócrata pueden deberse a causas mucho menos obvias que la intención armada”.
            Es incongruente la afirmación de que con Chávez cambió el patrón de valores que rige a la sociedad venezolana. La Revolución Bolivariana es un saco de argumentos vacíos. Los últimos 15 años de la historia nacional han sido terreno fértil para la reivindicación exacerbada, hasta llegar a niveles evidentemente dañinos y tóxicos para la institucionalidad y la independencia de los poderes de una democracia promedio, de los valores más oscuros que yacían, desde los remotos inicios coloniales, en el subconsciente de la población.
No existió estímulo más potente para la exposición de estos valores oscuros que la conducción del gobierno por parte del chavismo, el símbolo más ilustrativo del lado negativo que hemos tenido paciente durante mucho, esperando su turno para entrar en escena y, que poco a poco, pasó de ser un conjunto de debilidades puntuales y malas costumbres en el comportamiento nacional, para convertirse en Ley y reglamento.
            Nuestro subdesarrollo, el subdesarrollo de la Venezuela que hoy tenemos, es primero político antes que económico. Está en las instituciones, en el sistema, en los partidos, en las organizaciones, en las empresas, en las escuelas, en los maestros y en los sabios, no en el campo, en la costa, en la montaña y en el recurso humano subutilizado y desesperanzado que pulula por las desagradables e inseguras calles que antaño fueron el escenario del derroche de la renta petrolera que nos ha condenado desde el reventón del Zumaque I hace 100 años. Eso no cambió con Chávez.
            Con Chávez sólo cambió el capitán, no el barco. Thomas Jefferson esgrimió un poderoso argumento, “La voluntad de cada nación”, que en mucho contribuyó con la edificación de una gran potencia, aun cuando en la televisión nacional la propaganda oficial muestre que “ser antiimperialista es ser de izquierda” o “ser antiimperialista nos hace más venezolanos”. La voluntad de nuestra nación ha sido estar bajo el autoritarismo de Chávez y posterior desastre de Maduro.
Sin embargo, así como sube y baja la marea del mar que nos bordea, las voluntades nacionales tienden a cambiar, porque si no el país no hubiese sido ejemplarizante con su episodio democrático. La democracia vuelve, es la voluntad que renace en la cola, en la escasez, en el hospital, en la crisis. Eso dejó Chávez, el reencuentro de la gente con el recuerdo democrático, y hacia allá iremos.

Ángel Arellano

sábado, 10 de enero de 2015

15 años de la Constitución de 1999


         Como bien sabemos, el país ha tenido 26 constituciones, trajes a la medida del momento. La mayoría no aportaron a la edificación de un sistema de instituciones sólidas y útiles. Fueron instrumentos de dominio del caudillo de moda. De todas, la más duradera y que en mayor medida colaboró no sólo con modernizar a Venezuela, sino proveyendo de libertades democráticas y garantías republicanas a la ciudadanía, fue la de 1961, luego derogada por el aluvión revolucionario que dio paso a la vigente, hoy quinceañera.

¿De qué ha servido a Venezuela su última Constitución?
        
         Para establecer comparaciones puntuales, usaremos los datos que aporta la compilación que ha hecho el Dr. José Curiel en el libro “Del pacto de Punto Fijo al Pacto de La Habana”. Veamos algunas diferencias entre la República Civil (Constitución 1961 vigente hasta 1998) y la República Bolivariana (Constitución 1999 aún vigente):

1.      Ingresos totales. República Civil: 427.393. República Bolivariana: 1.295.000. (En millones de dólares hasta 2011).
2.    Precio promedio del barril de petróleo. República Civil: 13,08$. República Bolivariana: 51,80$. (Hasta 2012).
3.     Deuda pública. República Civil: 32.809$. República Bolivariana: 215.000. (En millones de dólares hasta 2012).
4.    Homicidios por cada 100 mil habitantes. República Civil: 9. República Bolivariana: 275. (Hasta 2012).
5.     Camas hospitalarias por cada 100 mil habitantes. República Civil: 25,32. República Bolivariana: 17,01. (Hasta 2012).
6.    Reducción de 6.772 industria entre 1999 y 2007.
7.     Alumnos inscritos en primer grado: 657.448 (1997-8), 590.235 (2011-12).
8.    Embalses de agua potable, riego, generación eléctrica y control de crecientes. República Civil: 83. República Bolivariana: 2.
9.    Kilómetros de autopistas. República Civil: 2.059. República Bolivariana: 402.
10.           Aeropuertos construidos. República Civil: 63. República Bolivariana: 0.


Luego de 15 años de la nueva Constitución, revolucionaria, bolivariana, ¿hay mejores resultados? ¿Cambió para bien o para mal el rumbo de Venezuela? ¿La solución es una nueva Constitución Nacional o restablecer el sistema institucional de libertades democráticas y garantías republicanas perdidos?

Ángel Arellano

martes, 6 de enero de 2015

2015 y el plan necesario

Escasez. Foto: El Nuevo Herald.
          “Viejo, y ¿por qué esta cola de hoy?, ¿qué hay?”, pregunté al vigilante del Farmatodo a las cinco de la tarde del lunes. “No sé, por lo que llegue esta noche en el camión”, me respondió. Una primera impresión de 2015. Multitudes haciendo colas por cualquier producto, el que sea, no hay ninguno. La escasez, el desabastecimiento, el hambre y la carestía han sumido a la población en un clima de intenso estrés, angustia y frustración. Una alteración a nuestra salud mental que se refleja en el denso y pesimista aire que estamos respirando.
            Esa misma tarde, desde la Asamblea Nacional, el circo daba apertura al año legislativo. Nada nuevo. Algunas piezas de la fracción psuvista fueron movidas de acuerdo a la conveniencia del Capitán-Diputado para reafirmar al país que mientras el chavismo sea mayoría en el remedo de Parlamento, nunca la disidencia tendrá participación en la directiva o en comisiones permanentes y por ende nunca se legislará.
            La sesión de instalación de la AN fue un intento de teatro con una coreografía muy pobre, gala de la desafinación que caracteriza a las focas en su esfuerzo por cantar como una coral polifónica. Los diputados del gobierno se dedicaron, una vez más, a maldecir el sistema democrático, insultar a la crítica y alabar al chavismo, la religión que los subió de estatus, la que logró que el hampa conduzca la nación por unos oscuros 15 años de penas y decadencia.
            No hay una sola proyección que diga que a Venezuela le irá bien en 2015. Ni una sola. La inflación se convirtió en un indicador en el que nadie cree. Se habla de que el año pasado cerró con un incremento de precios superior al 70% pero en la calle el común denominador encuentra bienes y servicios con aumentos de dos, tres, cuatro, cinco veces o más su valor. Para muestra un botón: Corpoelec subió sus tarifas en más de 100% sin “precio justo” que importara.
Un huevo cuesta 17 Bs., un litro de aceite más de 100 Bs., una sardina pequeña 60 Bs., el kilo de carne a partir de 250 Bs. y el de pollo de 180 Bs., la lubricación del motor de un vehículo pequeño supera los 2500 Bs., y el dólar, el germen del imperio, se encuentra en 175 Bs. (05-01-14).
En el marco de este desastre, la alternativa democrática, que desperdició todo el 2014 en dimes y diretes, salvo excepciones de algunos dirigentes que despuntaron por su valentía y coherencia con los postulados que pregonaron, se presenta vaga, en estado de hipnosis. La crisis ha sido un aluvión del que la oposición tampoco se ha salvado. El único plan ventilado es el de las elecciones primarias para seleccionar los candidatos a las parlamentarias. Nuevamente el evento electoral tiene total prioridad por encima del plan político.
La “unidad” se mantiene en permanente revisión. La “calle” es un término que quedó sin definición concreta. La “organización” no ha trascendido a la revisión del padrón de testigos. La “lucha” sigue siendo una actividad de redes sociales y contados medios de comunicación. No hay plan, o por lo menos, no uno visible hasta el momento. Una bandera que incluya a la elección, pero que sea más amplia, más grande, más profunda. Que llegue a la cola, al hospital, a la frustración, al lamento, al clima de pesimismo, para sacar de ese aire negativo, la fuerza necesaria. Que dé respuesta a las preguntas de siempre: “¿qué vamos a hacer nosotros?, ¿cuándo nos activamos?”.
El plan requiere de liderazgo, sacrificio, compromiso. No de mesías ni falsos redentores. Más activismo y menos habladuría. Caras nuevas y viejas. Equipos colectivos y no de guerras de partidos. Renovación e ideas vigentes. Amplitud y contacto con la gente.

Ángel Arellano

Comentario a un año de la muerte de Mónica Spear

Un año de la muerte de Mónica Spear, el crimen que sumió a Venezuela en el reconocimiento de su atroz marea de inseguridad, antecedente de miles de protestas que quitaron la máscara al autoritarismo que nos gobierna. Fue asesinada una ícono, una joya de la venezolanidad. Pocas cosas describen nuestra cultura como la devoción por el Miss Venezuela, el certamen que todos los años reúne a la familia tras el televisor de la sala para engrandecer lo que queda de orgullo nacional.
Spear estuvo en dos escenarios muy preciados por la sociedad: fue nuestra Miss en 2004 y luego actriz de exitosas novelas de TV. El pecado que el hampa le cobró fue vacacionar con su esposo y su hija. Él también murió, la niña recibió un disparo. 365 después, la noticia que resalta la prensa nacional es la siguiente: “Sin rastros del sujeto que asesinó a Mónica Spear y su esposo en Carabobo”.
Impunidad, complicidad, ineficiencia, inoperancia, desconocimiento, ignorancia, despreocupación, palabras que resumen este caso todavía no resuelto. Un año después, Venezuela sigue en el atolladero, iniciando un 2015 en el que sólo es recomendable luchar unidos contra el régimen que desangra al país.
Que en paz descanse Mónica Spear y la seguridad de la que alguna vez gozó la nación, aun cuando sea un vago y extraño recuerdo.

Ángel Arellano