Aquí encuentras mi opinión, lo que pienso sobre Venezuela y el momento que nos ha tocado vivir. Lecturas, crónicas, artículos, relatos y crítica... Bienvenidos.

miércoles, 6 de enero de 2016

Otro currículo… otro venezolano más


            El salón de ventas de la tienda mide a lo largo unos 14 metros y tiene otros ocho de ancho. Durante el día, cuando está lleno de clientes interesados, el encargado hace dúo con la cajera facturando y envolviendo cosas para regalo. Como añadido, recibe lo que ingresa: nueva mercancía y hojas curriculares.
                La mañana siguiente, jueves, cuando la tienda abrió sus puertas, el encargado revisó toda la correspondencia de la jornada anterior. Entre los papeles, despuntaba una docena de hojas curriculares, a las que les dio lectura en voz alta. De 12 currículos, 10 eran de venezolanos. Sus descripciones eran simples, apenas reseñaban datos elementales de nombre, dirección, teléfono, capacidades básicas y educación elemental. 25 años fue la edad promedio. La información sorprendió a los presentes en el salón, pues dos de los vendedores y la cajera de la tienda son jóvenes emigrantes venezolanos.
                Uno de ellos tomó la iniciativa. “Vamos a darle una revisada a esos papeles”.
                De los 10 venezolanos uno era diseñador gráfico, otro ingeniero, otro contador público, otro licenciado en comercio exterior, también había una economista y una arquitecto. Los cuatro restantes resumieron toda su información académica en el título de bachillerato.
                El asombro fue mayúsculo en el salón de ventas, pues los tres venezolanos que ahí laboran también son profesionales: uno en ingeniería, otro en comunicación social y otro en docencia. Cosa similar sucede en la tienda contigua, en la que hay cuatro venezolanos trabajando, egresados en áreas como contaduría, administración y periodismo.
                Aquel jueves a media tarde un joven caraqueño se acercó con la fotocopia de su currículo. De rostro cansado y agitado por lo que seguro había sido una semana interminable de entrega de hojas de vida por toda la ciudad, conversó con uno de los venezolanos empleados en la tienda. Se saludaron y éste último le preguntó al citadino cómo iba la búsqueda de trabajo:
“Bien, todo cansón pero bien. He visitado los centros comerciales y algunas avenidas”, respondió. “¿No tienes ninguna carrera universitaria? Porque en el papel solo dice que eres bachiller en ciencias”, atizó el vendedor. “Sí tengo, claro, soy ingeniero agrónomo, pero cuando llegué me dijeron que ni se me ocurriera colocar eso en el currículo porque me iban a descartar en todos los trabajos por estar sobre-calificado en cualquier tienda o rebusque de medio tiempo”. “Así es. Aquí todos los venezolanos somos profesionales. Es extraño que alguien no lo sea. Lo bueno es que todos tenemos trabajo. Claro, primero esto para comenzar y luego algo mejor. Se consiguen las cosas y se puede vivir”. “Eso escuché. Voy a seguir intentando porque no tengo ahorros en dólares. Antes de venirme de Venezuela el dólar estaba tocando el cielo…”.
Luego de un abrazo, el vendedor le apuntó su número de teléfono y prometió recomendarlo con el encargado.
A la semana siguiente, el joven que recién llegaba a la ciudad era entrevistado por la supervisora de recursos humanos de la tienda, quien está a cargo del personal de otras 20 sucursales y siempre necesita gente nueva para incluir en la plantilla. “Te vamos a dar la oportunidad acá porque tengo a muchos venezolanos y me ha ido muy bien con ellos. Son responsables y tienen ganas de trabajar. Varios ascendieron en la empresa y lo van a seguir haciendo. Quiero que comiences aquí y luego vamos viendo. Sé que necesitas la plata y te daremos comisiones de acuerdo a tu desempeño”, dijo la mujer.
Así inició otro compatriota en la tienda. Con una historia similar van ingresando decenas en puestos de mayor relevancia.
Cada día llegan tres venezolanos al Uruguay y pareciera que la cifra va en ascenso. La diáspora es la peor herida que ha dejado la Revolución.

Ángel Arellano

1 comentario:

  1. Hola Ángel, interesante tu nota. Mi nombre es Rowina Pérez, y puedo decir que, cuando llegué a Uruguay, en el 2010, hace casi seis años, la experiencia respecto a buscar trabajo fue distinta. No por ello plenamente satisfactoria, dado que, aunque sí colocaba en mi currículo que tenía más de 10 años de experiencia como licenciada en Comunicación Social, las ofertas y las distintas contrataciones no fueron en lo que yo quería, sino en lo que había: una empresa de Telemercadeo fungiendo como operadora de call center; una cadena de supermercados, trabajando como cajera... Así pues, en ese sentido, sí me compagino con la experiencia de los protagonistas del artículo, siendo otra profesional venezolana en posiciones y cargos no acordes a nuestras carreras.

    Aún así, no reniego de ello, ni siquiera los pocos días que tuve que trabajar como doméstica en una casa particular... más bien agradezco las vivencias... Cada quien tiene una historia atrás muy distinta. La mía acá no ha sido fácil, pero aquello de lo guerrero de los venezolanos salta a flor de piel y nos lleva a patear calle... como decimos.

    Simplemente quiero aportar mi experiencia actual como emprendedora. Trabajando con mis manos y mi creatividad, elaborando artículos de piñatería (cotillón), que valga decir, le ha sacado las "patas del barro" a algunas madres venezolanas queriendo una verdadera piñata para celebrar el cumpleaños de sus hijos y sorprendiendo a locales uruguayos con estilos de piñatas nunca vistos.

    Tengo apenas dos años con CHÉVERE COTILLÓN, valga la cuña, para que me contacten por el facebook o whatsapp 099821277, y poco a poco me voy a dando a conocer.

    Contar cómo empezó todo se haría largo... lo que si les sugiero a los venezolanos avispados que van llegando, que hagan un sencillo ejercicio de estudiar el mercado uruguayo y evaluar los nichos disponibles. Se darán cuenta que hay muchas cosas que existen en Venezuela y que, si se trasladan aquí, podrían tener éxito.

    Busquen en mercadolibre.ve y luego comparen en mercadolibre.uy... En algún ramo que les interese y puede que noten esas oportunidades que están allí para que las explotemos...

    Me pongo a la orden para cualquier apoyo.

    Por cierto, hay un grupo en Montevideo que se llama Toastmasters. Ideal para los que quieran ser parte de un club de oratoria y aprender a comunicarse mejor, además de conocer a gente interesante y de buena posición en lo académico y laboral. Busquen en Facebook Toastmaster Montevideo.

    ResponderEliminar

Déjanos tu nombre y correo electrónico.
.:Gracias por el comentario:.