Ver a Franklin Brito convertido
en un esqueleto, perdiendo facultades mentales y físicas a causa de un ayuno
que no tuvo retorno, impresionó a todo el país. Fue expropiado, secuestrado y
torturado. Su único anhelo era recuperar su propiedad, la principal garantía de
la democracia. Chávez lo dejó morir. Cinco años después, Brito es un símbolo de
la lucha por los derechos fundamentales de la sociedad venezolana.
Septiembre del año 2009: diez
jóvenes estudiantes universitarios del estado Anzoátegui y una joven de Monagas
decidimos iniciar una huelga de hambre en las inmediaciones de la oficina de la
OEA en Caracas. Finalidad: la liberación de Julio Rivas, joven carabobeño hecho
preso en una manifestación estudiantil en la ciudad capital algunos días atrás.
Varios días de ayuno nos hicieron ganar la atención del mundo ante la cruenta
represión que Hugo Chávez iniciaba con el movimiento universitario que impidió
la reforma de la Constitución de Venezuela un par de años atrás. A unos pocos
metros del campamento de la huelga a la que se sumaron 146 jóvenes con el pasar
de los días, yacía Franklin Brito, un biólogo y productor agropecuario del
estado Bolívar que reclamaba el correcto proceder del Estado ante el
solapamiento de parte de sus tierras y la aclaración de algunos turbios
beneficios que quería otorgarle el gobierno.
Los mecanismos de Brito siempre fueron
radicales: llegó a cortarse un dedo en frente de las cámaras de televisión, se
cosió la boca y cumplió siete huelgas de hambre. Sin embargo, en un país
convulso y colapsado por un ambiente hostil en todos los órdenes, el grito de
un hombre del agro parecía una hoja más en la selva… hasta que la noticia en la
OEA tomó otras proporciones.
En el año 2004, Franklin Brito hizo su primera
huelga en la Plaza Miranda de Caracas en protesta por la invasión en parte del
terreno del fundo “La Iguaraya”. 2005, 2006 y 2007: años de disputas con el INTI
y el TSJ por la revocatoria de las cartas agrarias de la propiedad de Brito.
Incluso, fue emitida una indemnización de 150 mil bolívares con algunos
beneficios sociales en el año 2008, acción cuestionada por el biólogo quien
demandó el esclarecimiento de los fondos de esos recursos. El 2 de julio de
2009 inició una huelga de hambre en la sede de la OEA en Caracas.
Desde diciembre de 2009 hasta agosto de 2010, el
caso de Brito ganó la atención de la opinión pública nacional y de la prensa
internacional. Fue trasladado por la fuerza desde la sede de la OEA en Las
Mercedes, hasta el Hospital Militar de Caracas. En enero de 2010 la CIDH dictó
medidas cautelares para que se retirase a Brito del Hospital Militar y recibiera
cuidados médicos por la Cruz Roja Internacional. El dictamen nunca se acató. El
17 de agosto de 2010 el peso de Brito era de 38 kilos y su masa muscular apenas
alcanzaba el 10%. Falleció trece días después.
En mayo de 2011 los familiares de Brito fueron
agredidos en las puertas del Ministerio Público en Caracas, cuando intentaban
introducir un documento solicitando la investigación de los hechos que
condujeron a la muerte del huelguista. El caso llegó a instancias
internacionales aunque las recomendaciones y comentarios emitidos no fueron
escuchados por el gobierno chavista.
El periodista Joseph Poliszuk, inició su Expediente sobre
el caso con las siguientes líneas: “Cuesta imaginar que de un fundo perdido en
el camino a Caicara del Orinoco salieron las patillas más grandes del estado
Bolívar. Donde había yuca, melón y otras siembras, ahora lo que sobra es monte.
El paisaje es único: la maleza hoy arropa casi todas las 290 hectáreas por las
que Franklin Brito murió en huelga de hambre” (El Universal, 31-07-2011). “La
Iguaraya” llegó a producir millones de kilos de patilla, ñame y otras frutas y
verduras. Hoy es una tierra improductiva, peleada por invasores.
Ángel Arellano
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