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domingo, 23 de agosto de 2015

Xenofobia y estado de excepción

 

         Xenofobia: Miedo, hostilidad, rechazo u odio al extranjero, con manifestaciones que van desde el desprecio y las amenazas, hasta las agresiones y asesinatos.
                Cuando Donald Trump, el multimillonario convertido en candidato presidencial, emitió su declaración en contra de la migración de mexicanos a Estados Unidos, Latinoamérica se sacudió en cuestión de segundos. Las figuras más prominentes de la región, en todos los órdenes, condenaron la reacción xenofóbica del magnate.
                Sin embargo, mientras el mundo se ha ocupado sin tregua de crucificar a uno de los hombres más ricos del planeta, al Sur, en Venezuela, la xenofobia tiene un mes practicándose con el silencio de todas las naciones del continente.
                Tras el inicio de las Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP), Nicolás Maduro activó una política comunicacional de condena al “bachaqueo” y al contrabando en el intento de posicionar ambas actividades como las culpables de la escasez generalizada. La línea de Maduro no ha levantado resultados positivos, toda vez que los estudios de opinión, exceptuando los del siempre complaciente Oscar Schemel (Hinterlaces), muestran el rechazo al gobierno en una relación de ocho contra dos.
                Las OLP se han ejecutado con un alto componente xenofóbico. Miraflores le dio un receso  a la controversia teatral con Guyana para direccionar su artillería a la zona limítrofe más caliente del subcontinente.
                La muerte de cuatro funcionarios de la Guardia Nacional fue la cortina utilizada no sólo para bloquear el paso fronterizo con Colombia, sino para accionar un peligroso dispositivo: el estado de excepción. Cinco municipios del estado Táchira son los afectados por este decreto que desmonta la legalidad y permite la arbitrariedad de la fuerza sin regulaciones ni contemplaciones.
                La razia de las OLP en el marco de la “excepción” persigue sembrar miedo y desmotivar al público electoral, al tiempo que incorpora un nuevo “culpable” de la crisis: los colombianos.
                Ciudadano colombiano que sea detenido en la frontera o en sus cercanías es deportado. ¡Sin chistar!
                Recordemos que luego de la OLP en la Cota 905 de Caracas, 32 ciudadanos colombianos fueron detenidos en circunstancias no aclaradas. Igualmente, en Táchira, el gobernador chavista ha encabezado las redadas que culminan con un considerable número de expulsados del país.
                El laboratorio de Twitter del gobierno, a cargo de Jorge Rodríguez, el psiquiatra de la Revolución, posicionó una etiqueta: “#YoApoyoElCierreDeLaFrontera”. A la par, se inundaban las redes sociales con imágenes de supermercados en Cúcuta totalmente abastecidos (como los de Venezuela hace unos cinco años) con frases del siguiente calibre: “En Colombia no hacen colas porque se roban nuestra comida”. Esto fue presentado en televisión por Rodríguez para justificar, con “el respaldo mayoritario” de la atmósfera tuitera, el cierre que colapsa a la región andina y afecta a miles de personas de ambas naciones.
                No impresiona el accionar del gobierno como sí lo hace el silencio de Latinoamérica, incluyendo al propio presidente Santos quien no ha tenido una respuesta acorde a estos operativos xenofóbicos con fines electorales que en cualquier momento se pueden salir del control del chavismo, como suele suceder.
                Alguien en Twitter comentó: “Si Maduro creara campos de exterminio, algunos ‘políticos’ dirían: sólo es un globo de ensayo, un trapo rojo, una distracción”. Incómoda verdad.

Ángel Arellano

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