La masificación de los barrios en epicentros urbanos
y zonas rurales, además de significar un amplísimo desorden de servicios ha
traído consigo una inmensa población en edad escolar que no está asistiendo a
clases. Gran parte de estas barriadas donde se concentra la abrumadora mayoría
poblacional no cuentan con instituciones educativas, y en los campos del país,
la subdesarrollada y desasistida ruralidad, los niños y adolescentes deben
caminar kilómetros, tomar un aventón o coger bus un par de horas para asistir a
clases en las mismas escuelas y liceos de hace 45 ó 35 años.
Añadimos un elemento de análisis fundamental: las
cifras oficiales son inexactas. Se manejan muchas cantidades pero la calidad
está denigrada del ojo del Estado. Los números que se exhiben parten más del
timbal rimbombante que anuncia “8 millones de alumnos arrancaron este año
escolar”, la grosera cifra que pudiera atontar a los crédulos acólitos del
oficialismo, que de una realidad bien estudiada.
¿En qué condiciones están viendo clases esos niños?,
¿quiénes son sus docentes?, ¿qué resultados estamos obteniendo?, ¿qué
rentabilidad tiene para el Estado la educación que se imparte? Respuestas que
tendríamos de un gobierno que se toma en serio el tema, pero no de quien coloca
como Ministro a un abogado inexperto que inició su gestión hablando de que su
misión estaba “más allá de la escuela”. Un pichón de galáctico.
La realidad muestra una Venezuela cada vez menos
competitiva, con inmensas crisis en el área social, económica, política y que,
de no hacer los correctivos concretos de inmediato, vivirá bajo la impronta de
generaciones en la que los hombres y mujeres que no deserten del aula, tendrán
un bajo nivel educativo y por ende menos acceso al mercado laboral. No sólo
seguiría la importación de todos los productos que consume el venezolano, sino
a largo plazo significaría una importación en desbandada de mano de obra
calificada para cubrir las necesidades del mercado.
Un trágico problema nacional es nuestra poca
preocupación por los temas educativos. En la cultura Patria está el béisbol, no
nuestros académicos e intelectuales. En agenda siempre las horas se van en
hablar de política y de economía, pero la formación de los niños y jóvenes
queda rezagada para un próximo episodio. Mientras los países con mayor
estabilidad y crecimiento económico de Asia, Europa y Norteamérica tienen la
educación como primer punto de debate público, en Venezuela seguimos sumidos en
el atraso con un gobierno cuyo Presidente de dudosa nacionalidad no es egresado
de una casa de estudios superiores.
No es del azar que dos de los implicados en el
asesinato de la Miss Venezuela Mónica Spear era menores de edad. Obviamente no
han sido muchachos atraídos por los beneficios de la escuela, entregados a
merced del hampa y no al de los cuadernos y libros. Es la mejor muestra del
fracaso de la Revolución, todo un aparato dedicado a la promoción de la
rencilla, venganza, revancha, confrontación política y no a los valores
educativos y culturales necesarios para insertarnos en el primer mundo. La
generación formada al calor del chavismo sale a las calles a asesinar sin
ningún remordimiento, no conoce las bondades del estudio y del trabajo
gratificante porque su ejemplo son maestros que ganan menos que los buhoneros.
Ángel Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
www.angelarellano.com.ve
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