En reciente entrevista en el canal de televisión por
internet de El Universal el filósofo e historiador, Antonio Sánchez García,
señalaba una verdad lapidaria: “por fortuna los pueblos no fallecen, ni
siquiera se extinguen”. Podremos estar viviendo amargos momentos, pero
estaremos aquí para ser parte de los cambios.
El hombre llegó incluso a sopesar varias veces un
conflicto nuclear de tales magnitudes que extinguiría parte del planeta. Sin
embargo hasta ese episodio no llegamos, o no por los momentos. Nada ha
desplazado a la raza humana. Aquí seguimos, y con nosotros, la necesidad de sociedad,
el sentimiento de nación, de patria.
Refiere Sánchez García, disertando sobre la teología
política de San Pablo, que en los momentos de mayor desesperación, luego de
Jesús crucificado, Pablo recibe una revelación y se convierte al Cristianismo
(Hechos de los Apóstoles 9:1-9). El mencionado intelectual puntualiza que luego
de este hecho en una de sus epístolas San Pablo hace énfasis sobre un “tiempo
que urge”, un tiempo que apremia, en el que no podemos perder un segundo para
lograr el fin mayor.
Vivo ejemplo de lo que ha significado Jesús en el
mundo. Dos mil años después el cristianismo es el punto de encuentro de la abrumadora
mayoría de la humanidad.
Venezuela surca mares inclementes plagados de
tempestades. El panorama no aclara, y aunque exista un gran número de
pensadores positivistas que abogan por el “diálogo” con quienes tienen un
lustro golpeándonos con el mazo, la noche se está tornando más oscura, lo cual
es mal síntoma.
Como sostuvimos hace unas semanas, la relación que
se entabla entre gobernantes de oposición y oficialistas no sólo debe ser de
promesas y fotografías, sino de acuerdos tangibles, muestras de desprendimiento.
Simonovis sigue preso, muriendo. La crisis económica se profundiza
escandalosamente y para colmo Maduro no escatima en advertirle a los medios de
comunicación que “vamos a endurecer las normas aunque me llamen dictador”.
¿Acaso hay algo más que agregar? La guerra del
gobierno no es contra el hampa, ni contra la escasez, inflación, apagones o la
falta de agua. El proyecto de quienes ostentan el poder es contra la
disidencia, contra quienes muestran la verdad de este desastre y quieren una
alternativa. Por eso no mejoró la distribución de alimentos, ni bajaron los
índices de homicidios, ni entregan las divisas para el papel periódico. Para el
régimen mientras más diarios cierren mejor.
Todos los poderes públicos conspiran contra la
nación. La Patria no es Chávez ni la Revolución ni el PSUV. Nadie puede hablar
de Patria sin tener algo que llevar a la mesa todos los días. Estamos obligados
a comprender la dimensión de este momento, un acontecimiento que nos requiere
activos y unidos luchando. Entender el “tiempo que urge” del que hablaba San
Pablo es saber que no podemos continuar ajenos a la situación nacional cuando el
país se desangra.
Lo dijo Fidel Castro muy claro: “Maduro es nuestro
hombre en Caracas”. ¿Debemos aclarar algo más? Es detestable ver partidos
políticos de oposición convocando ruedas de prensa para criticar actividades de
sus pares. Le hacen el juego al gobierno. Táchira ha dado el ejemplo, Nueva
Esparta sufre nuevos presos. Los estudiantes una vez más a la vanguardia y el
gobierno arremetiendo groseramente. El “tiempo que urge” es luchar sin cuartel,
pacífica y constitucionalmente. No hay momento para somníferos ni para el
cálculo electoral. Hay que salir del régimen.
Ángel Arellano
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