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jueves, 14 de agosto de 2008

Las 26 cartas

Otra vez se ataca el derecho de discutir, criticar, debatir y lograr un consenso en la integración de nuevas normas legales a los estatutos ya establecidos en la democracia venezolana.
Un paquete de 26 leyes, decretadas ilegalmente vía Habilitante, impulsan una agresión al ya horrendo estado de derecho del país. Son muchos los aspectos abordados y que a última hora fueron presentados a una Asamblea Nacional que en vez de legislar y defender los intereses de los ciudadanos que la eligieron, sirven irreprochablemente a un personaje cuyo único fin es hacerse con todos los poderes públicos, como lo hace hoy día: el Presidente se permite a si mismo la potestad de adoptar su criterio autócrata, centralista y dictador a las reglas que amoldarán la vida de Venezuela.
En materia de tierra otorga potestad al Estado (para Hugo Chávez esto significa gobierno central) de administrar y evaluar la designación de los espacios que de manera privada o comunitaria pueden ser utilizados para distintas formas de producción; en lo militar instaura el sistema de milicias bolivarianas como órgano de las Fuerzas Armadas y el Ejercito Nacional; etc. sin nombrar las modalidades adoptadas en el área económica y social.
Estos pequeños ejemplos ya rechazados y reprobados son parte de la nefasta entrega adulada por los parlamentarios y seguidores del oficialismo que hoy viola la Constitución. Es bueno recordar que Chávez presentó el título de estas leyes que obedecen a su programa comunista el día en que acababan sus poderes especiales para legislar, siendo este el premio que recibió por los adinerados batutados por Cilia Flores. Según la Ley de Publicaciones Oficiales, este no es el deber ser. Tiene que existir un tiempo prudente entre la publicación del contenido completo de las leyes y su aceptación.
No se concibe que el ejecutivo se burle en nuestra cara, violando las normas decididas democráticamente, colocando en funcionamiento sus lineamientos estratégicos para transformar la nación en un Estado militarista, dado al centralismo y con un trato hostil para con sus ciudadanos y residentes.
Revelarse, pienso, es la mejor manera de hacer entender de una vez por todas que los sectores que hacen vida en la sociedad, el pueblo mismo, no acepta por ninguno de los mecanismos, y por más pintura que le echen al asunto, que se nos impongan doctrinas autoritarias. ¡A protestar!
El Nuevo Día - 18/08/08
Ángel Arellano
asearellano@yahoo.es

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