En Venezuela, ¿pasará el temblor? ¿La profunda crisis
social, económica y política encontrará cauce para una futura normalización
institucional y democrática? Sí. Llegará el momento, más pronto que tarde, en el
que las instituciones vuelvan a ser autónomas y no un apéndice del PSUV, y la
gente sienta que vive en un país, digamos, “normal”, y no en un campo minado
que en cualquier momento puede explotar.
Ese momento, el del retorno del sistema democrático, pasa
por un gran esfuerzo de reconciliar a la sociedad y “civilizar” (me parece el
término adecuado) a los sectores más radicales del chavismo que militan al
margen de la ley actuando impunemente contra la disidencia: colectivos
paramilitares y demás grupos armados adscritos al oficialismo. Son muchos los
dolores de cabeza que tiene y tendrá la oposición, lo que se pretende sustituir
no es un partido político que administra el poder desde hace 17 años, sino un
sistema que ha corrompido cada átomo de la institucionalidad, reemplazando la
historia nacional por un libreto amañado y confeccionado a la medida del
“proceso” que dirigen, y demoliendo los valores de la democracia moderna para
imponer la “moral socialista” de la clase dominante caracterizada por el nepotismo,
la apropiación de los recursos públicos, el abuso de poder, la judicialización
de la política, la promoción de acciones delictivas y el narcotráfico como común
denominador en la élite del gobierno.
Para la épica labor de destronar al chavismo, la oposición
cuenta con el factor más importante: el rechazo popular casi total a Nicolás
Maduro. Según Hinterlaces, encuestadora cercana al oficialismo, 58% de la
población considera que la solución a la crisis es la salida de Maduro. Otras
consultoras, más independientes, aseguran que esta cifra llega a un 82%. Estos
números que apoyan la salida constitucional del Presidente que se busca desde
la oposición, exigen igualmente la persistencia en un mensaje de reconciliación
nacional que permita contener las tensiones en la calle.
Reconciliar
es la tarea más difícil. Se pueden activar los mecanismos democráticos para
deponer a Maduro e iniciar una depuración en los altos mandos de los poderes de
la nación, las empresas públicas y las fuerzas armados. No obstante, la
diferencia estará en la valoración que el venezolano de a pie dé a este
proceso. Si algo logró con eficiencia el chavismo, además de dejar sin comida y
medicinas a la población, fue dividir a las familias y sembrar odio en las
comunidades.
Violeta
Chamorro fue la primera mujer en llegar a ser presidente de su país en América
(Nicaragua, 1990-1997). Entrevistada por los periodistas Diego Achard y Manuel
Flores para el libro “Gobernabilidad: un reportaje de América Latina” (Fondo de
Cultura Económica, 1997), comentó sobre el proceso de reconciliación nacional
que impulsó luego de ganar las elecciones al Frente Sandinista de Liberación
Nacional:
-¿Cómo
comenzó ese proceso de reconciliación, de tender la mano?
-¿Sabe
qué fue lo primero que yo hice cuando gané?... Fui a pintar mi casa.
-¿Cómo
a pintar su casa?
-Es
que mi casa tiene un muro desde que la construí hace 33 años. ¡Qué no decía ese
muro! “Vendepatria”, “Traidora”. Y lo pinté de blanco, como era antes. Eso se
llama reconciliación: olvidar. Por eso es que no me gusta ni recordar el
pasado, porque ¿para qué? Y vaya a ver ahora. Usted sale por Managua, por donde
la gente va construyendo sus casas, y está todo pintadito. Ahorita, en esta
campaña [electoral],
Dios mío, la van a empezar a ensuciar. Casualmente ayer estaba hablando sobre
cómo hacer para sacar una ley, como en Chile o en otros lugares más
civilizados, para que no manchen las paredes, de modo que a cada partido le
toque un lugar. Y después lo pintan. Pero para eso se necesita tiempo y educación,
así que no tenemos más remedio que volver a pintar.
Ángel Arellano
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tu nombre y correo electrónico.
.:Gracias por el comentario:.