Este primero de mayo nada se celebra. Unos enfermeros que levantaron una huelga de hambre por más de un mes con unos logros reducidos a sus mínimas exigencias, una clase trabajadora que observa como se desmenuza el salario en los bolsillos ante la devoradora inflación, y sin lugar a dudas un país convulsionado pidiendo más tajada de ese gran excedente petrolero que se guarda Chávez para regalar a sus compinches internacionales.
No creemos que el gobierno se vaya a meter un strike tan grande al no enviar los recursos a gobernaciones y alcaldías para pagar los aumentos decretados, pese a que el último, dirigido a funcionarios que ganan más de sueldo mínimo, salió en gaceta oficial como un incremento para trabajadores de la administración pública nacional exclusivamente.
Existe cierta diferencia, en el caso de algunos gobiernos opositores como Chacao, Lechería y Baruta, en el que el salario mínimo suscrito en los contratos colectivos anuales por el sindicato de trabajadores y el Ejecutivo Municipal (porque los gobernantes de la MUD sí discuten contratación colectiva todos los años del mundo), está por encima del nacional. Es decir, como no se encuentra presupuestado el aumento de primero de mayo, puesto que depende del estado de ánimo del Presidente y lo que quiera disponer de la cartera petrolera para la partida 4.0.1 del sector público, deberán cancelar con recursos propios este ajuste.
Si un pedazo de ese sobrante de la entrada petrolera fuera traducido en un salario justo para los que día a día llevan a cuestas la administración pública, y el otro se usara en inyectar músculo al aparato productivo tanto privado como del Estado, no valdría más cuña para una gestión eficiente. Pero lastimosamente esa no es la carta bajo la manga del régimen, ni soñar se puede con la economía nacional en estos momentos.
El sueldo no llega al 50% de la cesta básica. El pobre debe comer cartón, al obrero no le da para la educación de los muchachos porque comprar útiles escolares se ha convertido en una tortura para nuestro ingreso, y pagar servicios públicos es la peor decepción porque siguen los cortes de luz, siempre se va el agua y las carreteras son una vergüenza.
Con los 10 millones de dólares para los uruguayos y los otros tantos que se jala Cuba mensual, tenemos dinero suficiente para dar un bono a todos los empleados, jubilados y pensionados. Pero no, hay que invertir en miseria, en pan y circo, en ser el hazme reir de América Latina. Por ello, al Gobierno Nacional le queda pocos días, van a salir por la puerta trasera y todos diremos al unísono “que entre la nueva Venezuela”.
Ángel Arellano
www.angelarellano.tk
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