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domingo, 20 de septiembre de 2015

Crisis: el libro en Venezuela


         Una de las promesas de la Revolución Bolivariana tras su ascenso al poder fue la promoción de la educación y la lucha sin cuartel en contra del analfabetismo. Para ello se destinaron ingentes recursos a través de diversos programas sociales que sembraron un ambiente de prosperidad entorno a los resultados de proyectos bandera como las misiones Robinson, Rivas y Sucre.
            La administración Chávez acompañó estas iniciativas impulsando el fomento a la lectura y la entrega de libros en escuelas y comunidades. Para tal fin, se promovieron cuantiosos apoyos económicos en nuevas casas editoriales estatales afectas a los intereses de proyecto político chavista y potenciando otras heredadas de la república civil como Monte Ávila Latinoamericana y Biblioteca Ayacucho. A  la par, se fundó la cadena de Librerías Del  Sur, una red de establecimientos que ofrecen al público gran variedad de textos que comulgan con la línea discursiva del oficialismo.
            Esta práctica se mantuvo durante los años de Chávez y el inicio de Nicolás Maduro, aunque en el periodo de éste último, la crisis económica derrumbó cualquier expectativa en la industria editorial, ocasionando el desplome de la publicación de nuevos títulos, disminuyendo la importación de ejemplares e impactando negativamente el acceso al libro producto de la alta inflación registrada actualmente como la más alta del mundo.
            De acuerdo con la última edición del informe “El libro en cifras” del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), publicada en julio de 2015, durante el año 2014 Venezuela editó 3.199 títulos con Número Internacional Normalizado para Libros (ISBN, por sus siglas en inglés), 11,5% menos que en 2013. En el mismo período de tiempo, la vecina Colombia editó 16.031 títulos, Ecuador produjo 3.855 títulos, Perú 6.172 títulos y Cuba, con apenas 11,3 millones de habitantes y una economía sumamente limitada, editó 4.459 títulos.
            En la relación de exportación e importación de libros, Venezuela presenta números que distan de ser competitivos, pues, aunque las voces del sector editorial nacional han informado que esto ha favorecido al mercado interno influenciado por la coyuntura política, lo que a su vez ha potenciado el consumo de libros de historia, política, sicología, autoayuda, ensayos y periodismo, esta realidad ha distanciado al país del mercado global. Apenas $1.040.000 fueron percibidos por exportaciones de libros en 2014, en contraste con mercados más estables y prósperos como el panameño que recibió $2.537.000 en el mismo año, el argentino con $28.391.000 o el colombiano con $52.232.000. Pareciera que, rodeada por el crecimiento del negocio editorial en la región, Venezuela se sumerge en el sótano.
            Según el Cerlalc, Venezuela importó $21.239.000 en libros durante 2014, 44% de estos títulos dentro de América Latina y  el resto fuera de la región. Es necesario rescatar que los países con mejor perfil económico y mayor adaptación a la globalización (Chile, Brasil, Colombia, Costa Rica, México, Perú y Uruguay), están importando más títulos fuera de América Latina que dentro de ella, un comportamiento que busca el ingreso de conocimiento de mejor calidad proveniente de otras latitudes.
            Los tiempos en los que el gobierno Hugo Chávez inundaba las librerías estatales con publicaciones a precio de obsequio y las editoriales privadas lanzaban libros con tirajes de miles de ejemplares en virtud del dólar barato que permitía importar papel, tinta y material de impresión, quedaron atrás. Mientras la industria editorial crece en América Latina, Venezuela, el país que durante los años de la república civil fue cuna del vanguardismo literario, con un equipamiento envidiable para la producción y promoción de sus libros, ha quedado en el subsuelo, por decir lo menos.
  
Ángel Arellano

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