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martes, 11 de marzo de 2014

No a la dictadura


             En su última columna sobre la situación del país, Mario Vargas Llosa se preguntaba: “¿Quién garantiza que habrá futuras elecciones dignas de ese nombre en Venezuela? ¿Lo fueron las últimas, en las condiciones de desventaja absoluta para la oposición en que se dieron, con un poder electoral sometido al régimen, una prensa sofocada y un control obsceno de los recuentos por los testaferros del gobierno?”. Remató agregando: “Desde luego la oposición pacífica es lo ideal, en democracia. Pero Venezuela ya no es un país democrático”.
            No hay democracia, quedaron erosionadas las garantías, las libertades, el derecho a la vida en primera instancia y de ahí para abajo todos los demás derechos han sido férreamente vulnerados. Cosa que, parece mentira, comprendió mucho más rápido la población que la dirigencia. Esto es dictadura, punto. ¿Cómo dialogar con la dictadura si nos están matando en las calles? ¿Qué paz ha dado el gobierno?
            Hablaba un diputado, que ya no vale la pena mencionar, sobre el “rechazo a la violencia de lado y lado”. Valdría introducir lo siguiente: ¿Cuándo fue que la oposición marchó armada para que la llamen violenta? En estos 15 años los muertos de las protestas los ha puesto el lado contrario al gobierno.  Sin la agitación de calle, en todo el territorio, no habrá presión que valga. Ya sucedió el 14A, cuando los reclamos por el fraude se hicieron sin protesta y vea usted donde paró eso.
            América Latina se ha dado la tarea de calarse los muertos de Maduro amen de mantener relaciones con una nación cuya industria energética se mantiene en decadencia desde hace más de un lustro. Los países vecinos están amordazados, silentes, mudos, imperturbables sobre los desmanes contra la población civil por parte de paramilitares vitoreaos desde Miraflores. La OEA sencillamente no existe, la ONU ni pendiente, por lo que se hace imperante reforzar la resistencia en la calle, organizada, disciplinada.
            El ex Presidente colombiano, Álvaro Uribe, expresó en reciente entrevista: “Muy buena parte el fracaso de Cuba se debe a la permisividad latinoamericana con la dictadura cubana. Yo temo mucho que al pueblo de Venezuela le estemos haciendo un gran daño con la permisividad latinoamericana con la dictadura de Venezuela”. El despertar internacional pareciera no quitar el sueño a Sudamérica. Agradecemos a los despiertos y obviamos los dormidos, nos tiene que doler más que a nadie nuestros muertos y la causa democrática es suficiente alimento para seguir en pie de lucha.
            Considero, ya reflexionando, que quienes siguen diciendo que la oposición es minoría lo primero que deben hacer es tomar un autobús y recorrer el país, hacerse solidarios con los familiares de los caídos, visitar a los torturados, presenciar las movilizaciones en los sitios más calientes de la nación. Pongamos la oreja en el asfalto, escuchemos la cola de Mercal, el chofer del carrito, el bodeguero de la esquina y dejemos los fríos cálculos electorales que acostumbraron a este pueblo a sentirse perdedor.
Bastaría saber si en las protestas masivas están de acuerdo con desmovilizarse, protestar desde el balcón o finalmente claudicar. Le expresión popular ha sido gigantesca y hay voceros dedicados 24 horas sólo a cuestionarla. Es momento de escuchar y orientar a la masa en base a victorias pequeñas que sumen a la gente, luchar por las demandas de la sociedad. Tenemos 15 años interpretando encuestas. No a la dictadura.

  
Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano

www.angelarellano.com.ve

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