En su
última columna sobre la situación del país, Mario Vargas Llosa se preguntaba:
“¿Quién garantiza que habrá futuras elecciones dignas de ese nombre en
Venezuela? ¿Lo fueron las últimas, en las condiciones de desventaja absoluta
para la oposición en que se dieron, con un poder electoral sometido al régimen,
una prensa sofocada y un control obsceno de los recuentos por los testaferros
del gobierno?”. Remató agregando: “Desde luego la oposición pacífica es lo
ideal, en democracia. Pero Venezuela ya no es un país democrático”.
No hay
democracia, quedaron erosionadas las garantías, las libertades, el derecho a la
vida en primera instancia y de ahí para abajo todos los demás derechos han sido
férreamente vulnerados. Cosa que, parece mentira, comprendió mucho más rápido
la población que la dirigencia. Esto es dictadura, punto. ¿Cómo dialogar con la
dictadura si nos están matando en las calles? ¿Qué paz ha dado el gobierno?
Hablaba
un diputado, que ya no vale la pena mencionar, sobre el “rechazo a la violencia
de lado y lado”. Valdría introducir lo siguiente: ¿Cuándo fue que la oposición
marchó armada para que la llamen violenta? En estos 15 años los muertos de las
protestas los ha puesto el lado contrario al gobierno. Sin la agitación de calle, en todo el
territorio, no habrá presión que valga. Ya sucedió el 14A, cuando los reclamos
por el fraude se hicieron sin protesta y vea usted donde paró eso.
América
Latina se ha dado la tarea de calarse los muertos de Maduro amen de mantener
relaciones con una nación cuya industria energética se mantiene en decadencia
desde hace más de un lustro. Los países vecinos están amordazados, silentes,
mudos, imperturbables sobre los desmanes contra la población civil por parte de
paramilitares vitoreaos desde Miraflores. La OEA sencillamente no existe, la
ONU ni pendiente, por lo que se hace imperante reforzar la resistencia en la
calle, organizada, disciplinada.
El ex
Presidente colombiano, Álvaro Uribe, expresó en reciente entrevista: “Muy buena
parte el fracaso de Cuba se debe a la permisividad latinoamericana con la
dictadura cubana. Yo temo mucho que al pueblo de Venezuela le estemos haciendo
un gran daño con la permisividad latinoamericana con la dictadura de Venezuela”.
El despertar internacional pareciera no quitar el sueño a Sudamérica.
Agradecemos a los despiertos y obviamos los dormidos, nos tiene que doler más
que a nadie nuestros muertos y la causa democrática es suficiente alimento para
seguir en pie de lucha.
Considero,
ya reflexionando, que quienes siguen diciendo que la oposición es minoría lo
primero que deben hacer es tomar un autobús y recorrer el país, hacerse
solidarios con los familiares de los caídos, visitar a los torturados,
presenciar las movilizaciones en los sitios más calientes de la nación.
Pongamos la oreja en el asfalto, escuchemos la cola de Mercal, el chofer del
carrito, el bodeguero de la esquina y dejemos los fríos cálculos electorales que
acostumbraron a este pueblo a sentirse perdedor.
Bastaría saber si en las protestas masivas
están de acuerdo con desmovilizarse, protestar desde el balcón o finalmente
claudicar. Le expresión popular ha sido gigantesca y hay voceros dedicados 24
horas sólo a cuestionarla. Es momento de escuchar y orientar a la masa en base
a victorias pequeñas que sumen a la gente, luchar por las demandas de la
sociedad. Tenemos 15 años interpretando encuestas. No a la dictadura.
Ángel Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter:
@angelarellano
www.angelarellano.com.ve
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