Y pensar que por 1935 el Barón
Rothschild de la Royal Dutch Shell decía “Venezuela olía a oro”… Los gobiernos
que siguieron el legado del Benemérito Juan Vicente Gómez dedicaron alma y
aliento en predicar la misiva de que el país nadaba en inaguantable riqueza con
el hidrocarburo esparcido por todo el territorio patrio.
En marzo de 1939 la
revista Fortune publica texto de Clarence Horn: “¿Dónde ha ido a parar el
dinero petrolero? ¿Qué se han hecho los millones percibidos por el Gobierno a
partir de 1922 –el año en el que el pozo Barroso Nro. 2 hizo su erupción,
echando petróleo crudo espeso durante nueve días a una altura de 60 pies- hasta
1939? ¿Dónde están las carreteras, las obras públicas, la agricultura
subsidiada, las concesiones mineras intervenidas por el Estado, los hospitales,
los programas de seguridad social, todas las miles de cosas que estos millones
deberían haber creado, razonablemente sin costarle nada a Juan Bimba? (…) ¿Por
qué Juan Bimba utiliza todavía palmas de moriche infectadas de insectos, como
techo de choza? ¿Por qué usa todavía esos pantalones remendados, hechos de
sacos de cemento vacíos?”.
El texto de Horn, citado en “Venezuela
Política y Petróleo” de Rómulo Betancourt, tiene absoluto parecido con la realidad
actual de esta nación próspera por ahora sólo en el subsuelo, porque la
superficie muestra una trágica verdad ineludible: el fracaso económico.
“El año pasado (1951) la
producción de petróleo crudo de Venezuela fue de noventa y un millones de
toneladas, casi igual al total de lo producido por todo el Medio Oriente”,
declaró Betancourt a The Times el 6 de diciembre de 1952. Sin embargo, en el
siglo XXI, con el 20% del total de las reservas petroleras mundiales, la nación
sólo produce el 3% del mercado internacional, gran parte de ello hipotecado a
los chinos y rémoras aliadas de la fantasía chavista.
Ahora bien. Con esta última
mención del padre de la democracia moderna venezolana, queremos exponer un
cuadro de necesario conocimiento ciudadano. Tal como lo acentuó Betancourt hace
62 años, producíamos más petróleo que todo el Medio Oriente. Poco a poco esta
producción fue degenerándose hasta ubicarnos en la penosa situación de tener
una híper inflación vergonzosa que será sin duda alguna la más alta del globo
terráqueo al término de 2013. Nuestra nación debe una vela a cada santo, sobre
todo al Tío Sam, gracias a la Revolución Bolivariana. Tenemos Patria pero no
comida ni mucho menos soberanía.
En mayo del corriente año
Arabia Saudita explotaba 9,6 millones de barriles diarios, Irak (hasta antier
en guerra) otros 3,15 mb/d y Venezuela sólo 2,6 mb/d. Estos últimos números
nacionales están sujetos a profundas rectificaciones por la deuda con China,
regalos a Petrocaribe, y compromiso con Cuba.
La vida te da sorpresas,
sorpresas te da la vida. Cómo cambió el panorama. Son ahora los árabes los
líderes del mercado controlado por la OPEP, una entidad internacional con
fuerte inspiración venezolana en la que cada día perdemos más peso por los
Cantinflas que dirigen el Gobierno Nacional. En lo que va de año el PIB crece
1,3% en Irán; 4,4% Arabia Saudita; 5,2% Qatar; 9% Iraq; 3,3% Argelia; entre
otros. Mientras, en Venezuela las exportaciones no petroleras cayeron a $ 145
millones en marzo 2013, su segundo menor nivel mensual desde 1997 (cifra INE).
En 23% bajaron los
inventarios nacionales en el primer trimestre del año en curso. Se mantiene la
escasez de dos productos por cada diez en los estantes del mercado patrio. La
prosperidad es un mito por los momentos inalcanzable hasta el decidido cambio
de gobierno, causa a la que América Latina, esa que admiró la gesta democrática
de Betancourt, le ha dado la espalda para no afectar el generoso suministro de
petrodólares beneficiando a mandatarios complacientes.
Ángel Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano