A mis camaradas
oficialistas, les ayudo a lograr contexto para no caer en la atrevida
ignorancia que no respeta credo, color, condición ni impronta:
Tras la firma del
Tratado de Versalles, en una Italia desmoralizada reinada por el inmenso
sentido de la nostalgia y la insatisfacción, Benito Mussolini crea los Fasci
Italiani di Combattimento (08/10/1919), movimiento que trascendería en el
Partido Nacional Fascista y que lo llevaría al poder luego de desatar la
violencia y el cólera racista.
Sus inclinaciones
socialistas, atizadas en la juventud, fueron reemplazadas por un profundo
sentimiento de odio simpatizante de poderosos industriales y terratenientes que
en primera instancia cargaron combustible económico al naciente grupo político.
“Con 300.000 jóvenes
armados totalmente, decididos a todo y casi místicamente listos a ejecutar
cualquier orden que yo les diera, podía haber castigado a todos los que han
difamado e intentado enfangar al fascismo. Podía hacer de esta aula sorda y
gris un campamento de soldados: podía destruir con hierros el Parlamento y
constituir un gobierno exclusivamente de fascistas. Podía: pero no lo he
querido, al menos en este primer momento”, fueron sus palabras en la Cámara de
Representantes de Italia el 16 de noviembre de 1922 cuando se inició como
Presidente del Consejo de Ministros.
De ahí en adelante,
Europa y el mundo fueron espectadores del horror de una patología en la
historia política contemporánea. El fascismo fue practicado y desarrollado bajo
las siguientes premisas: creación de una élite capacitada y un líder
carismático que movilizaba las masas, radical nacionalismo que justificaba la
apropiación mediante la guerra de nuevos territorios, promoción del fanatismo y
la intolerancia social, el Estado como controlador de cualquier instancia de la
sociedad.
Mussolini, quien
compartió doctrina y fusil con otro gran abominable enfermo de la historia,
Adolf Hitler, culminó sus días huyendo de la llamarada de descontento
ocasionada tras el desacierto de ser verdugo de su propio pueblo. Luego fue
fusilado y ajusticiado por comunes. Como si fuera noticia vigente, aún ruedan
las fotografías de su cuerpo desfigurado, poco más humillante que el suicidio
de Hitler.
De ahí nace el
fascismo, su semblanza y gloria. La cosecha de un ideario nacional malformado
por personas que un mal momento de su patria, llegaron para hundirla en la
miseria de la guerra y la segregación.
Camarada oficialista,
que insultas y declaras improperios a tus hermanos venezolanos, ¿es este
cuento, en su versión Siglo XXI el que le quieres echar a tus nietos sobre la
Patria de hoy? Si quizás no sabías que tras el término “fascismo” hay toda una
historia horrible, que el Gobierno conoce a la perfección, pues aquí tienes
algo ampliamente conocido, un extracto de historia reciente.
¿Acaso no es la
posible disolución de la Asamblea Nacional, la prisión para dirigentes
opositores, la promoción del odio y el amparo a la corrupción, impunidad y
delincuencia los detonantes de una corriente fascista en el timón de este
barco? Reflexiona, que no sea nuestra bandera la que esté en juego, sino la
falta de intelecto de los enchufados.
Como usted sabrá,
apreciado lector, la educación es tarea de todos y este espacio, más allá de
ser la expresión de una persona que piensa, interpreta y dice, persigue fines
de educar a su público. El intelecto, como producto de nuestra formación,
representa el capital más grande que tenemos como humanos, pero también como
nación.
Los países hoy en día
pueden medir su nivel de desarrollo a través del número de patentes, marcas y
fórmulas que crean para la reproducción de un bien o servicio en el mercado
global. De ahí obtienen inmensa competitividad. Podemos aventurarnos a decir
que Venezuela está siendo obligada a no correr en este ambiente internacional.
Luego de la salida de
nuestro país de la Comunidad Andina de Naciones, la propiedad intelectual se
rige por una ley de 1955: tan obsoleto como el pensamiento retrógrado de
quienes nos dirigen. Hace nueve años que el Gobierno Nacional no autoriza el
registro de nuevas patentes en el país. Sólo en 2012 se introdujeron 1622 solicitudes
al Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual que no han ido a ningún lado.
Universidades como
Harvard, Oxford y Stanford, han consolidado referencia mundial a través de sus
patentes como traducción del intelecto de sus estudiantes. En Venezuela no sólo
se ha castrado su aprobación, sino que no hay ningún tipo de fomento en el
área. Las universidades, que son un gran afluente de este recurso, están
quebradas bajo la tutela de un presupuesto nacional ensimismado y que cumple
órdenes rigurosas de una isla que queda a miles de kilómetros pero que nos
domina vergonzosamente.
Un gobierno que no educa ni
exporta el talento de su nación, es un grupo de cerdos que pelean por la mejor
manzana en la granja de la dictadura.
Ángel
Arellano
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