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martes, 23 de abril de 2013

La tiranía de los enchufados



         Tal como lo diría Leonardo Padrón en texto reciente, escribir se ha convertido en una tarea difícil. Opinar pierde vigencia muy rápido en Venezuela, pareciera que estuviéramos internos en un quirófano durante una interminable operación con un paciente convaleciente pero que se niega a morir.
            Las reflexiones, tal como las hemos venido haciendo a lo largo de las últimas semanas, persisten vigorosas bajo el espíritu del reclamo de los valores democráticos atropellados por un camión lleno de consumados burócratas.
            Sólo aquellos ocho fallecidos del día lunes 15 de abril fueron llorados y mencionados por el gobierno del “mientras tanto” Presidente Nicolás Maduro. El resto de los miles que perecen en las calles de la nación, mayoritariamente menores de 35 años de edad, no importan, no tienen un espacio de relevancia en la agenda política del conclave que nos gobierna.
            El no reconocimiento del otro ha llegado a limites detestables, ya no interesa la opinión internacional, importa el pensamiento que se asienta en el ideario patrio abuso tras abuso. La última más estridente, fue el retiro de las comisiones parlamentarias permanentes a los diputados a la Asamblea Nacional de la fracción opositora y su máximo derecho indiscutible: la voz y el voto.
            La persecución que ha emprendido la tiranía de los célebres “enchufados” contra todo aquel empleado público que haya votado por Henrique Capriles, suma cólera a una sociedad ya golpeada por la injusticia: no hay instituciones. El chavismo sin Chávez busca desesperadamente alguna explicación a la migración de un millón de votos de su capital político. Meten la lupa en todas partes menos en su nefasta y excluyente práctica de desgobernar.
            Teléfonos celulares, redes sociales, relaciones personales, amistades, parentesco familiar, todos estos aspectos son evaluados por el régimen del “mientras tanto” para botar a funcionarios de la patria sin importar la flagrante violación a su alabada Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras, y a los derechos humanos. El vocero más vehemente del delirio madurista, fue el ratificado ministro de vivienda, Ricardo Molina, con declaraciones que le dieron la vuelta al mundo.
Tendrán que expulsar de la nómina que pagamos todos los venezolanos con nuestros impuestos y riquezas minerales, a todo el mundo, puesto que el país necesita de su otra mitad les guste o no a los “enchufados”.
            A falta de comprensión y capacidad de asombro, interpretamos la descomposición del gobierno a través de sus nuevas actuaciones en la escena. La auditoría solicitada por la oposición al proceso electoral presidencial, aparte de traducirse en una inmensa victoria política, ha puesto en evidencia el desespero y nerviosismo de un grupo sobreexpuesto, débil, incapaz de echar a andar “las locuras” que antes frenaba el Comandante Supremo.
            Amigos oficialistas, el uso de la justicia contra jóvenes, dirigentes políticos y comunidades organizadas, tiene un negativo carácter retroactivo. El rechazo se incrementa en las filas chavistas porque nadie entiende, ni quiere entender, como este “entorno ineficiente” pretende resolver los grandes problemas nacionales con represión y burocracia.
            Antes de culminar es preciso recordar que las pugnas internas en el gobierno están a flor de piel. El ascenso de Nelson Merentes a la cartera de finanzas, el hacinamiento del profesor Giordani en su detestado rincón de planificación y el aumento de delegados, comisiones, directores y encargados, incrementa todos los riesgos que tiene el país con las tasas de inflación y niveles de inseguridad más altos de América Latina.


Ángel Arellano
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Twitter: @angelarellano
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