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martes, 16 de abril de 2013

¡Que retumbe Venezuela!



Estas palabras huelen a sudor y calentura, son escritas en la madrugada luego de estar todo el día en el acompañamiento a ciudadanos que protestan por la auditoría de las elecciones presidenciales, que pregonó en un instante atómico el candidato del gobierno, y que antes de 24 horas se esfumaron en el viento como una mentira más.
La sociedad en su mayoría, luego de la batalla histórica vivida el domingo 14 de abril, sometida a miles de irregularidades entre las que destacan los atropellos de funcionarios del Plan República y violentos motorizados contratados por el oficialismo, salió a votar, a reclamar sus derechos. El resultado anunciado por el CNE, muy después del tiempo en el que Tibisay Lucena lo prometió, retumbó en toda la geografía nacional con un estrecho margen del 1%.
Un millón de votos chavistas no apoyaron la idea de que un burócrata como Nicolás Maduro asumiera la Presidencia de la República, para darle continuidad a un modelo político evidentemente agotado y que boquea con las muestras de desabastecimiento, inflación, inseguridad y carencia presupuestaria. Esta es la cifra que el CNE anunció al país. El mismo día ambos sectores solicitaron auditoría al proceso y en menos de lo que canta un gallo, Lucena informó el acto de proclamación de Maduro bajo un fuerte resguardo de las instituciones militares.
Más llantos y lamentos se han escuchado en las cercanías a Miraflores que en la acera de enfrente. Las nóminas, el amedrentamiento y las amenazas no valieron de nada para quienes ahora piden reflexión revolucionaria y desconocimiento a la otra mitad del país que no los apoyó.
El grito de fraude ha sonado en el mundo porque nadie puede comprender cómo con un margen tan pequeño de sufragios, y a solicitud de las partes, no se haya accedido a la revisión de los resultados: los números no dan y se quieren hacer los locos.
En detrimento del sentir democrático venezolano, el CNE ha actuado como un verdugo sin clemencia, malandro sin capucha. Lamentamos que una institución que llegó a funcionar tan bien, y que apostó a la modernidad de su sistema y funcionamiento, haya aterrizado tan forzosamente en el pateadero de los tiranos.
Hugo Chávez resultó electo el 7 de octubre con 8.191.132 votos y para ese entonces Henrique Capriles obtuvo 6.591.304. Ahora, bajo muchas presiones, en un proceso que estuvo repleto de irregularidades que sin duda empañaron las conclusiones, se presenta una avanzada de Capriles en casi más de un millón de votos y una disminución dramática del chavismo. Aún estas resultas no han sido verificadas, por tanto se tomarán como “mientras tanto”.
Al igual que se reiteró en meses anteriores, Maduro no es Chávez y la oposición no es la misma del diciembre pasado en el que la desmotivación atajó 20 gobernaciones para el bando rojo. Se plantearon las condiciones más adversas, tormentas de insultos y huracanes de atropellos, pero la voluntad del país se mantiene indeclinable en la calle marchando, protestando pacíficamente y revelando la podredumbre institucional de los revolucionarios que tiempo atrás pidieron un cambio y acabaron con la paz social, institucional y económica de la patria.
La juventud en primera fila defiende el legado de Bolívar. Heroicas todas aquellas actividades que se hacen en favor de la democracia. El 14 de abril de 2013 enseñó a los venezolanos una vez más a no dejarse amedrentar por el poder de unos pocos, revelarse contra el flagelo de la ignorancia que timonea sin saber a dónde lleva este barco insostenible en el mar de la inconformidad.
Invitaciones a activarse hay muchas, pero en esencia, se llama a las familias criollas a participar. Que nuestro espíritu sea el de hacer valer los derechos de ley y defender los valores por los que nuestra sociedad venció las dictaduras en tiempos de plebiscitos e injusticias. Que vibre Venezuela como vibran las almas de quienes estamos cansados de tanto abuso.

Ángel Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
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