Quise hacer un
texto modesto pero emotivo, corto y especial, que encerrara en sus líneas los
dictámenes que seguramente nuestra mente ha registrado de una vez, para que nos
expresemos el próximo domingo en un momento electoral tan crucial.
Luego de salir del
último acto de campaña del candidato Henrique Capriles en Anzoátegui, ubiqué
certeramente un ejemplo que me servirá para ilustrar el por qué el domingo debemos
acudir a votar y movilizar sin miedo, y no quedarnos achinchorrados pegados al
televisor.
Pasadas las seis de la
tarde del lunes 8 de abril, Capriles Radonski había culminado su reflexivo
discurso sobre la Venezuela necesitada de cambio. Sus conocimientos sobre la
realidad de Anzoátegui, proveniente de las múltiples giras y visitas realizadas
meses atrás, captaron la atención de los oyentes quienes eufóricos aplaudieron
cada frase.
Los que viajaron desde
rincones distintos a Barcelona (lugar del encuentro), como mi familia, hicieron
“una vaca” entre docenas de personas para pagar un autobús amigo ya que el
candidato del gobierno cancelaba el doble e inclusive el triple para que
acudieran semi vacíos a su show de media noche. Desde Clarines partieron a la
capital de la región en horas del mediodía.
Al terminar las palabras
del candidato del progreso, el padre que la vida me dio, un hombre corpulento
de un metro y unos 70 centímetros, cayó completo en un hueco de iguales
proporciones mientras buscaba el autobús para regresar al pueblo. En una vía
bastante transitada como la avenida Fuerzas Armadas de Barcelona, sucedió la
cosa. Se rompió el jean y la camisa como si hubiese peleado con un cunaguaro.
Raspado, amoreteado y enchumbado en sangre lo llevaron al cercano ambulatorio
Alí Romero.
Ahí fue atendido por
humildes profesionales de la medicina que comentaron no poder asistir al evento
de Capriles por sentirse amenazados dentro de la institución. Pocos insumos
había en el sitio. Una desagradable imagen de deterioro y falta de
equipamiento, contrastaba con el espíritu de trabajo de quienes hacían lo mejor
por coger los cinco puntos en la cabeza de Ysidoro tras la aparatosa caída.
De ahí, la
recomendación fue ir con un neurocirujano. El hospital Luís Razetti, al otro
lado de la ciudad, estaba colapsado de emergencias y la vía trancada por la
movilización del Maduro. Palabras luego, se tuvo que regresar a Clarines medio
remendado para zanquear al otro día algún especialista que atendiera la cosa,
puesto que a sus 53 años, no es juego de carritos meterse semejante trancazo.
Para salir del Alí Romero
fue un caos por las colas, la falta de semáforos adecuados y de funcionarios
policiales y tránsito que colaboraran con la movilidad. A metros de ahí,
robaron a dos muchachas que venían del acto caprilista y a un señor lo
apuntaron para llevarle un carrito por puesto que era su sustento.
Desde el Alí Romero
hasta la salida de Barcelona para regresar a Clarines, mucho tiempo pasó la
familia en el colapso vehicular bajo la oscuridad de la capital por falta de
iluminación.
Al llegar a Clarines,
vecinos reportaron apagones en sus sectores, no había agua en la tubería de la
casa, y pare usted de contar. Agreguemos que por algún error de cálculo no
había mercado en la casa y se debía salir a buscar los alimentos temprano para
la papa diaria. ¿Dónde conseguimos harina, aceite, carne, pollo, leche, azúcar?
En fin, lo básico.
El dolor de cabeza
para Ysidoro no fue tanto por el golpe dentro del hueco, producto de una
reparación inconclusa sin ningún tipo de señalización, sino que después debía parir
el dinero para las medicinas y la ubicación de las mismas. Los remedios están
tan caros y escasos, que sale mejor “tomar hierbas”.
Ese es el país que
tenemos hoy, es la Venezuela actual, en su peor presentación. Quiero votar por
una nación que cambie, donde las obras públicas estén concluidas en su tiempo,
se proteja y asista al ciudadano, haya hospitales con equipamiento e insumos de
calidad, donde hacer mercado no sea cazar vampiros y el dinero nos rinda para
cosas tan elementales como las medicinas. Nuestra República necesita mejoría y
sólo nosotros podemos lograrlo, juntos y en paz. Es momento de cambiar,
hagámoslo.
Ángel
Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
www.angelarellano.com.ve
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