Un
Presidente que gobierna desde una isla a través del Twitter, a una nación con
cuantiosos y profundos problemas de todo tipo, es el encargado de firmar la
nueva Ley Orgánica del Trabajo durando un show televisivo muy acomodado y con
características disímiles a las ya conocidas por Miraflores y sus palcos de
prensa.
Tal
como lo sostiene el periodista Nelson Bocaranda Sardi, en su conocida columna
semanal, se cambió el habitual escritorio por un podio bastante grueso en el
que era difícil observar con detenimiento el verdadero estado físico del
mandatario. Sin muchos movimientos y con unos invitados bastante seleccionados,
se llevó a cabo el evento por meses esperado.
Un
discurso corto, no conveniente para el trascendental momento, con una voz que
se quebró un par de veces durante la alocución, fueron rasgos que evidenciaron
el mal estado de la salud de Hugo Chávez.
Así
mismo, y como se estaba rumorando desde hace un par de días, otra noticia fue
lanzada a la vorágine de opiniones que comenzaron a moverse en torno a su
anuncio: la salida de Venezuela de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH). Inmediatamente diversos voceros salieron a su rechazo. Los
noticieros abrieron con ambas informaciones desplegadas.
Delsa
Solórzano, diputada al Parlamento Latinoamericano, exigió la evaluación oficial
del comentario presidencial, tomando en cuenta que eso dejaría a la República
sin protección internacional en materia de Derechos Humanos y que para
separarnos de este ente tendríamos que también decir adiós a la Organización de
Estados Americanos a escasos meses de las elecciones presidenciales.
La
Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica,
firmada el 22 de noviembre de 1969, puesta en vigencia el 18 de julio de 1978 y
que actualmente suscriben 25 Estados de América, resalta que para poder
materializar una separación de la misma debe darse por lo mínimo un año de
preaviso, lo cual da un carácter de “protección” al país por ese período de
tiempo de formalizarse la ruptura por parte del Ejecutivo Nacional.
Sin
duda, este anuncio accidentado y al que el chavismo le salió al paso para
“analizar” es el pote de humo necesario para no desgastar tanto en la disputa
televisiva el “aura” de la nueva LOT y pueda concretarse como una gran
estrategia electoral.
En
una especie de escapismo, Chávez una vez más coloca dos temas totalmente
distintos en la palestra para que sean discutidos por el sector opositor: una
Ley profundamente populista, sin consenso y que atenta contra el sistema
productivo privado e inclusive público por sus desatinadas condiciones de
colocar al trabajador por encima de la empresa misma, estableciendo una especia
de dictadura del proletariado constitucional del siglo XXI; y un pote de humo
blanco para advertir a la comunidad internacional el rumbo que tomará Venezuela
de ganar Chávez el 7 de octubre separándose de CIDH, OEA y similares.
Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano
asearellano@yahoo.es
www.angelarellano.tk
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