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lunes, 15 de septiembre de 2014

Más prole, más proletarios


         La educación… ese tormento. Problema sin aparente solución en la Venezuela de hoy. Nuestra condena actual no fue provocada por los espíritus de la conquista ni por tentáculos imperiales; se resume en la precaria atención puesta a un tema central para el mundo. En oriente y occidente habrá distingos en credos, colores y climas, pero no en priorizar esa responsabilidad importantísima, de primer orden: ofrecer una educación de calidad a las nuevas generaciones.
            El año escolar inicia en la patria de Bolívar sin avistamiento de noticias positivas y con un caudal de espantos que potencian el desgano ya alarmante en los jóvenes que desertan de las aulas para dedicarse a cualquier otra actividad, siendo la delincuencia, la venta de drogas y los negocios irregulares, el encantamiento primario en su lista de oportunidades.
            He recogido una cita definitiva de nuestro momento en el libro “América Latina la revolución de la esperanza” (1990) escrito a tres manos por J. Salcedo, H. Bernal y N. Iglesias: “Entre más prole, más proletarios, y por tanto más agentes revolucionarios”. Es ése el plan de la Revolución, no hay otro: se crece en la ignorancia, la pobreza, la miseria, el desconocimiento de las artes, el retroceso de las ciencias y el aplauso a la corrupción.
            Mientras el planeta discute sobre el progreso infinito de la tecnología y las naciones se esmeran por tener una educación más competitiva para ser parte del desarrollo global, Venezuela tiene esta vergonzosa realidad: 70% de los planteles educativos no están aptos para iniciar el año escolar. Cito al doctor Mariano Herrera en su estudio sobre realidad educativa 2002-2010: “entre desertores y repitientes podemos estimar que 56% de quienes se inscriben por primera vez en 1er año de educación media, abandonaron o están a punto de hacerlo. Las causas de este fracaso escolar son ampliamente conocidas: escasez de liceos, escasez de profesores, currículum desactualizado, clases aburridas, carencia casi total de dotación, etc.”.
            Estimular el conocimiento de calidad como actividad liberadora no está dentro de la agenda de Miraflores. Inminentes problemas, todos con gran repercusión en el hoy, el mañana y el futuro inmediato, no son atendidos. El país se encuentra sumido en la más terrible de las desgracias rumbo al colapso total y la educación, tan a la deriva que no se escucha en medio del ruido del caos económico y político, será una enredadera con la que tropezará cada solución y aporte para salir del atolladero una vez este régimen culmine su momento.
            En días recientes una quinceañera llegaba urgida a la casa de una maestra de trayectoria socialdemócrata solicitando colaboración con un informe que debía entregar a los fines de recuperar la cátedra de Historia Contemporánea de Venezuela y no repetir el cuarto año de bachillerato. La pauta fue “redacte un trabajo sobre los aspectos negativos de los gobiernos de Carlos Andrés Pérez”. Consternada, la maestra en cuestión no pudo sino despacharla y la muchacha buscó en otro lado la información requerida.
            Sería común ver tal asignación en un cursante de Historia, Ciencias Políticas o alguna carrera afín en la universidad, donde las exigencias son mayores y la lupa hurga en detalles que puedan esclarecer dudas, aproximaciones y temas discutidos en clase. Pero, ¿evaluar los errores de un presidente de la democracia es insumo para determinar el valor de la Historia Contemporánea del país en un nivel tan sensible como el bachillerato? Es ésta la academia del chavismo. En estos salones se encuentran las semillas de las nuevas generaciones de gerentes y líderes del mañana.
        

Ángel Arellano

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