El que esté libre de pecado que lance la primera piedra, ¿de acuerdo? Ahora resulta que del lado opositor el nuevo bloque que pregona la unidad perfecta, que hasta el cierre de esta edición no es ninguna federación de organizaciones políticas formales, es una especie de masa ciudadana inmaculada que en su vida se portó mal y ha hecho todo perfecto.
Resulta que el nuevo convento político pregona durísimo la desaparición de la legitimidad de los partidos políticos actuales, a costillas de ser la última fase para que la oposición se enrumbe por un camino decidido a la victoria. Qué sabroso decir cuando no has tenido que pasar varios años llevando palo del gobierno y de los tuyos también, bajo la responsabilidad del timón de una institución partidista nacional, que debemos construir una tarjeta única por la que todos vamos a votar, muy a sabiendas de que el oficialismo viene con un abecedario para el tarjetón electoral de 2010.
No es complejo hacer entrar a los partidos en el carril de las primarias. Incluso, ya creo que son bastantes los pronunciamientos de que las toldas políticas manejan la vía del consenso tomando en cuenta mecanismos como las encuestas de opinión pública y, en los sitios donde sea difícil lograr la escogencia del candidato único, se harán primarias. ¿Más fácil? No hay dinero para hacer en todo el territorio unas primarias. Es hacerle el juego al gobierno desviar los pocos recursos que se puedan obtener bajo concepto de publicidad y campaña electoral, para pagar unas primarias donde sea obvio el consenso.
El movimiento universitario tiene participación sonante en este proceso. Ya no hay tantos niños a la vanguardia estudiantil como en 2007. Muchos de ellos y ellas son ahora profesionales graduados formados en gerencia pública y legislación. Todo ese tiempo que no fue usado en vano, sirvió para moldear conceptos que blindan el amor por lo público que el movimiento estudiantil de Venezuela ha manifestado al mundo. Sin embargo, la bandera de las elecciones de 2010 es la solidificación de una alternativa que gane al poder clientelar de Chávez, a la desidia del mal gobierno oficial y que rompa el miedo en aquellos que quieren un cambio.
La juventud debe protagonizar conjuntamente con los dirigentes políticos y de la comunidad, este espacio que abre un paréntesis de oportunidad para el cambio en nuestra sociedad, cambio que no puede ser secuestrado por las tendencias anti partidistas y ultra radicales, sino que nos impregne del aroma democrático que nos distingue y que nos hará construir mayores victorias en el futuro. Humildemente considero que en eso deberíamos trabajar.
Ángel Arellano
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