Algunos historiadores sostienen que el conocimiento de los hechos reproducidos en una zona determinada, conlleva al entendimiento de su futura realidad. Para Suramérica, ésta hipótesis ha sido acertada. En el caso venezolano, que es, el que nos interesa, hay muchos factores que se vuelven a observar, y el descuido e incompetencia política, de los que están en el poder, ayuda a su nueva aparición en escena.
Dentro del contexto relacionado al -Socialismo del Siglo XXI-, tomo un breve extracto histórico que afianza la posición de muchos al considerar al presidente de turno, como no original o neodictador. En julio de 1953, el presidente Marcos Pérez Jiménez, en su discurso final de lo que fuera la -Semana de la Patria-, expone el nuevo cauce de la administración del poder, -la geopolítica-. La deducción echa por el déspota, con la batuta para ese momento, se antoja similar a la anunciada por el actual mandatario venezolano: Pérez Jiménez sostenía que para la expansión del país, interna y externamente, era consecuente y vital el estudio de sus tesoros naturales, su condicionamiento geográfico y la exaltación de los valores y símbolos que representarían nuestro patriotismo. Interpretado de una manera analítica y crítica, no hacen falta los conocimientos más básicos sobre materia política, para comprender la futura partida que jugaría el gobierno: la táctica para el nuevo desarrollo político que se vería en el país, desde todos los puntos de vista, solo llevaría a la misma consecuencia: la estrenada y evaluada acción del gobierno con la finalidad de reforzar, aún más, el poder del estado. No bastó mucho la espera para que esta ansia y sed de poder esbozada por el caudillo Perejimenista se ilustrara en la región venezolana, iniciándose con la inauguración de la carretera Caracas-La Guaira y el Círculo de las Fuerzas Armadas.
En la actualidad, el presidente, Hugo Chávez, no ha descartado de su jugada el hacerse con este mismo incremento de poder hacia su bando. Para disfrazarlo mejor, lo pintó de rojo y lo colocó dentro de sus cinco motores, sin hacer tanto alarme dentro de su pandilla de adulantes, y, por consecuencia, no se llenara de granos su imagen de glorioso “líder” suramericano. En el lienzo de Chávez, esta obra maestra lleva por nombre –La Nueva Geometría del Poder- y es el bateador designado para seguir caminando en su -vía hacia el socialismo-.
Para no dejar atrás su alabanza hacia él mismo, como supuesto personaje semejante a Dios en la América Latina y el mundo, en la presentación de su nuevo aporte, también conocido como –el cuarto motor-, dice: -El cuarto motor del proyecto socialista revolucionario tiene que ver con (así lo he llamado) la nueva geometría del poder-. En efecto, por lo emitido de las fauces del gobernador en cuestión, su cuarta carta bajo la manga, representa una reorganización de los estados y municipios en todo el territorio, sin dejar atrás, lo presentado en tiempos anteriores por Pérez Jiménez, y anexo a esto, algo de su pragmatismo socialista y doctrinario.
Hugo Chávez, en la publicación de su nuevo invento (realizada en un discurso de enero del presente año), resalta una interrogante, que a manera de remedo, parece muy chistosa: -¿Cómo está distribuido el poder político, social, económico, militar y cómo debería estar?-. Para él, que sorprendentemente parece no saber la primera respuesta de su incógnita, sólo existe una sola frase: rojo, rojito (el gobierno posee todos los poderes capaces de “legislar” el país). La otra parte del enigma que invade al autócrata “revolucionario”, se ubica dentro de signos de interrogación, a la luz pública (nadie tiene idea de cómo se desarrollará este gobierno). Para desdicha de nosotros, los que pensamos, solo queda ligar a ver si de su fábrica de doctrinas neoliberales no se aparece su sexto hombre o un sexto motor, y que el cubano (su enfermo padre ideológico, Fidel Castro) no le diga como seguir construyendo el actual proyecto de país.
Hoy en día se observa muy despacio como el caudillo de Miraflores ataca a sus iguales dentro de la misma trinchera, y no es de esperarse tal actitud de sus antiguos y subordinados integrantes que halagaban la imagen del todopoderoso, Chávez. Con este marco teórico, presentado por el ejecutivo nacional y, adulado por todos los seguidores del chavismo, que comprende cinco pasos fundamentales, no es de esperar la salida de algunos hambriadores que se respaldaban en pequeñas jurisdicciones, en comparación a la de “el líder”. La “geopolítica” o “la nueva geometría del poder” presentan dos caras: la primera, moldeada, cual producto esperando publicidad fuere, para salir a la calle y publicitarlo de forma dogmática e indispensable al país. Se constituye en supuestas bases morales y de adoración a la patria, para poder entrar cómodamente en la jalea repleta de constantes actualizaciones y contradicciones, en la que se ha convertido la ideología chavista. La segunda, sin anestesia alguna, embarca a todos los organismos destinados a la distribución geográfica, para armar de forma estratégica una nueva estructura de poder “estable y contundente contra cualquier proceso de desestabilización” alargando la cobertura del dominio gubernamental en todo el territorio.
Es acertado el oponernos a esta nueva forma de supremacía echa por la prole tirana y absolutista.
Ángel Arellano.
CI: 19.841.865.
asearellano@yahoo.es
En la actualidad, el presidente, Hugo Chávez, no ha descartado de su jugada el hacerse con este mismo incremento de poder hacia su bando. Para disfrazarlo mejor, lo pintó de rojo y lo colocó dentro de sus cinco motores, sin hacer tanto alarme dentro de su pandilla de adulantes, y, por consecuencia, no se llenara de granos su imagen de glorioso “líder” suramericano. En el lienzo de Chávez, esta obra maestra lleva por nombre –La Nueva Geometría del Poder- y es el bateador designado para seguir caminando en su -vía hacia el socialismo-.
Para no dejar atrás su alabanza hacia él mismo, como supuesto personaje semejante a Dios en la América Latina y el mundo, en la presentación de su nuevo aporte, también conocido como –el cuarto motor-, dice: -El cuarto motor del proyecto socialista revolucionario tiene que ver con (así lo he llamado) la nueva geometría del poder-. En efecto, por lo emitido de las fauces del gobernador en cuestión, su cuarta carta bajo la manga, representa una reorganización de los estados y municipios en todo el territorio, sin dejar atrás, lo presentado en tiempos anteriores por Pérez Jiménez, y anexo a esto, algo de su pragmatismo socialista y doctrinario.
Hugo Chávez, en la publicación de su nuevo invento (realizada en un discurso de enero del presente año), resalta una interrogante, que a manera de remedo, parece muy chistosa: -¿Cómo está distribuido el poder político, social, económico, militar y cómo debería estar?-. Para él, que sorprendentemente parece no saber la primera respuesta de su incógnita, sólo existe una sola frase: rojo, rojito (el gobierno posee todos los poderes capaces de “legislar” el país). La otra parte del enigma que invade al autócrata “revolucionario”, se ubica dentro de signos de interrogación, a la luz pública (nadie tiene idea de cómo se desarrollará este gobierno). Para desdicha de nosotros, los que pensamos, solo queda ligar a ver si de su fábrica de doctrinas neoliberales no se aparece su sexto hombre o un sexto motor, y que el cubano (su enfermo padre ideológico, Fidel Castro) no le diga como seguir construyendo el actual proyecto de país.
Hoy en día se observa muy despacio como el caudillo de Miraflores ataca a sus iguales dentro de la misma trinchera, y no es de esperarse tal actitud de sus antiguos y subordinados integrantes que halagaban la imagen del todopoderoso, Chávez. Con este marco teórico, presentado por el ejecutivo nacional y, adulado por todos los seguidores del chavismo, que comprende cinco pasos fundamentales, no es de esperar la salida de algunos hambriadores que se respaldaban en pequeñas jurisdicciones, en comparación a la de “el líder”. La “geopolítica” o “la nueva geometría del poder” presentan dos caras: la primera, moldeada, cual producto esperando publicidad fuere, para salir a la calle y publicitarlo de forma dogmática e indispensable al país. Se constituye en supuestas bases morales y de adoración a la patria, para poder entrar cómodamente en la jalea repleta de constantes actualizaciones y contradicciones, en la que se ha convertido la ideología chavista. La segunda, sin anestesia alguna, embarca a todos los organismos destinados a la distribución geográfica, para armar de forma estratégica una nueva estructura de poder “estable y contundente contra cualquier proceso de desestabilización” alargando la cobertura del dominio gubernamental en todo el territorio.
Es acertado el oponernos a esta nueva forma de supremacía echa por la prole tirana y absolutista.
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