Mango, el nuevo alimento de la patria. La dieta que impuso
la crisis. Tanta es la miseria que vive Venezuela, que nuestros compatriotas se
encaraman en las matas buscando frutas para mitigar la escasez que carcome sus
entrañas. El hambre está en todas partes.
Los
venezolanos de hoy viven una situación que nunca conocieron, pues los libros de
historia carecen de referencias sobre coyunturas semejantes. Incluso la
barbarie de la guerra de Independencia y las crisis posteriores no nos sirven
para establecer comparaciones. En aquel momento el Estado que nacía era
sumamente pobre. No gozó de las fortunas que dos siglos después derrochó la
Revolución Bolivariana. Son eventos infinitamente distintos, y aunque “el
pasado se niega a ir al cementerio y se disfraza y se maquilla de presente”, en
palabras de don Elías Pino Iturrieta, la actualidad nos sorprende con una
catástrofe inédita.
Cuando
lo que después se tradujo como “chavismo” se abría camino en la década de los
noventa, condenando el bipartidismo y las realizaciones de la “Cuarta”, se
trazaron las líneas de una oscura narrativa que llegado el momento de controlar
el poder, el nuevo gobierno potenció al extremo haciendo uso de todos los
medios a su favor para posicionar que durante la República Civil el “pueblo”
sólo conocía una dieta de agua de arroz, agua de pasta y perrarina. Así lo
relataron de Chávez para abajo una y otra vez sin cesar, evangelizando a la
sociedad sobre las tinieblas de los gobiernos adeco-copeyanos y el contraste
con la buena nueva que traía la espada de Bolívar bendecida por la bonanza
petrolera. Años después, los demonios que le acuñaron a la “Cuarta” terminaron
exorcizando a la “Quinta” como preámbulo de su eventual despedida de Miraflores.
Este
es el cuadro actual: el consumo calórico diario en los niños bajó de 2.500 a
1.780 según el Observatorio Venezolano de la Salud y la desnutrición infantil
es la más alta de América Latina con un 9%. Existe un desabastecimiento de alimentos básicos en un 80% de los supermercados
y en el 40% de los hogares. Al 87% de los venezolanos no les alcanza el dinero
para comprar comida.
Ha
dicho Germán Carrera Damas que el proyecto nacional venezolano “es el esfuerzo
implementado por los vencedores”. ¿El chavismo dejó de ser el sector vencedor
luego de 17 años gobernando? La desgracia que cubre el país es el derrotero de
un proyecto cuyo líder y eje cohesionador desapareció físicamente y se mantiene
sostenido por los endebles andamios que provee un Tribunal tránsfuga y unas
fuerzas militares corrompidas.
En
1943 el Ejecutivo abordó comunicacionalmente la crisis alimentaria a nivel
nacional partiendo de que no existía tal déficit de comida, sino
“avitaminosis”: falla o deficiencia en la cantidad de vitaminas que el
organismo requiere. Para salir al paso, con un sonoro discurso en favor de la
democracia, Rómulo Betancourt expresó desde el Nuevo Circo en Caracas que “un
flagelo está destruyendo a nuestro pueblo: es el hambre que ahora tiene un
nombre pedante: avitaminosis. (…) Se llama avitaminosis, pero es la clásica, la
tradicional, la inenarrable hambre venezolana”.
Ni
mango es comida, ni Nicolás Maduro es líder, ni el Socialismo del Siglo XXI es
un proyecto viable. Los tres sujetos, cuando han estado acompañados de los
predicados mencionados anteriormente, han terminado en un engaño.
Ángel Arellano
EXCELENTE... MANGO NO ES COMIDA,PERO CALMA EL HAMBRE Y ES FUENTE D VITAMINAS !!... y ESTE RÉGIMEN nefasto NO SIRVE SON PRIMITIVOS MUTANTES IMPROVISANDO Y ROBANDO
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