La selección de
básquet de la República Bolivariana de Venezuela se va a Miami a entrenar en
modernas instalaciones imperialistas. No lo hacen en su tierra natal por
múltiples razones. Entre ellas, el socialismo carece de infraestructura de
primer nivel para ofertar a los deportistas de la patria un terreno adecuado
con el que prepararse.
Tan sencillo como que
Miraflores develó en las encuestas que su reciente mini apertura con los EEUU,
nombrando a Calixto Ortega y cambiando de tema de conversación haciéndose los
locos, fue tan mal vista por el sector conservador y ultra radical del chavismo
(liderado por Diosdado Cabello), que decidió darle otro fogonazo a las
relaciones con nuestro proveedor de 180 mil barriles diarios de gasolina.
Venezuela tiene rato,
bastante, caminando por los senderos de una dolarización obligada. En el único
rincón del planeta donde el bolívar tiene algún tipo de aceptación es en
Colombia y por razones de un intercambio comercial donde todos salen beneficiados
menos nosotros. Nuestra moneda es muy bonita, pero sin ningún valor.
Cadivi tiene el dólar
en 6,30 Bs., Sicad 11,7 Bs. y el paralelo ya usted sabe la altura por la que
sigue volando sin parar. Triplicando. Dependemos en todo ámbito de la vida tal
y como la conocemos, de una moneda que tiene impreso no el rostro de Simón
Bolívar, sino el de George Washington.
De niño no recuerdo una conversación en casa
sobre dólares, mercado negro, cupos de viajero. De eso no se hablaba en este
país. Donde yo nací comíamos sardinas de Sucre, carne del oeste de Anzoátegui y
pescado de toda la costa oriental. Ahora todo es importado, con precios
sumamente estrambóticos. Todo lo traen de afuera, tenemos un paladar turista
pero sin medio en el bolsillo para viajar de verdad.
La ola de escasez es tan
soberbia que un joven programador venezolano creó una aplicación para teléfonos
inteligentes donde puedes ubicar qué establecimiento tiene productos de primera
necesidad desaparecidos de los anaqueles.
El 95% de nuestra economía
depende religiosamente del dólar. No hay de otra. El resto es deuda pública y
uno que otro negocito que produce a cuenta de bolívares y una poca materia
prima que todavía pare la tierra criolla.
En 2012, el año de la
imparable gastadera, de $35 mil millones pensados para nutrir de divisas la
dependiente economía venezolana, $56 mil millones ingresaron al mercado. $21
mil millones que se fueron por la rendijita del Sitme y otras jugadas maestras
en bonos, títulos y papeles con sumo valor internacional. Hasta el economista
de este parapeto denunció eso. Nadie escuchó a Giordani. Nadie destapó la olla
porque todos iban a salir quemados con el vapor.
No es un hecho aislado
que el Fondo Chino haya sido desbancado recientemente con la coima de $85
millones. En Venezuela hay peces sumamente más gordos. Peces alimentados por
Chávez, engordados por la Revolución Bolivariana que los mantuvo hasta que esta
cosa que tenemos como país se secara a este nivel.
Va mal hablar de un
difunto, pero las cosas hay que decirlas como son. El plan de Chávez, la jugada
del retruco, no fue otra que la sumisión absoluta. Total. Sin perder el
bochinche diario del agua ardiente o la parranda, se ha venido apretando tanto
a este país, que hasta el mismo gobierno no tiene como aguantar su corruptela.
Ahí está la Gloriosa Misión Vivienda, bajó en los primeros tres meses del año
un 39% la construcción de casas. Sigue descendiendo estrepitosamente, sin
aparente muro de contención.
Todo depende de San
Cadivi y San Sicad. Todo mundo les enciende una velita. Todo mundo busca un
contacto ahí dentro. Chávez que tanto habló de Bush y luego de Obama, arrastró
a Venezuela al proceso de dolarización y arrodillamiento más vergonzoso de
nuestra historia. No avanzamos un solo paso. Retrocedimos mucho, eso sí. Paz a
sus restos.
Ángel
Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
www.angelarellano.com.ve
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