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domingo, 28 de julio de 2013

Nuestro maizal en bancarrota


          Al ver luz estas líneas ya todos los espacios publicitarios del país fueron inundados por imágenes del difunto Hugo Chávez en su 59 aniversario. Pocos desaparecidos celebran su cumpleaños. Pero aquí, en tierra de nadie, donde sólo manda el desalmado y corrupto ramplón que ostenta la chapa poderosa, las urnas soplan velas.
            Tan patética como siniestra se presenta la realidad de la industria venezolana. El legado de Chávez a la Patria de Bolívar fue la bancarrota. La trágica y degradante situación de las finanzas nacionales humillan nuestro sentir más republicano, porque hoy día somos tan dependientes que hasta para exclamar, el gobierno debe pedir permiso a unos pranes antillanos pedigüeños.
            El maíz, un rubro necesario para el país de la arepa, está tan por el suelo que no generamos a la comunidad internacional otra reacción distinta a la burla. Solo un progresivo aterrizaje forzoso sería el esquema más acertado para explicar el bajón de una nación que hoy no exporta nada y que su mercado se mueve al ritmo de los gestores que cuadran las divisas en los círculos adyacentes a Cadivi y el estrenado Sicad.

            
Todos esperan un gajo de dólares porque la nutritiva tierra criolla está perdiéndose en tala, quema, químicos y basura. Decadencia, perversidad. Es más económico importar maíz que producirlo en suelo patrio. Cuesta 2,2 Bs. colocar en el mercado un kilo de maíz, pero traerlo de afuera sólo necesita 0,8 Bs. La falta de tecnología, apoyo financiero al agro, expropiaciones y retaliación contra el empresariado, nos ha llevado a este lamento. En eso hemos andado los últimos años.
            Para 2007 Venezuela producía 2.440.778 toneladas de maíz e importaba 546.112. En 2012, el año de la explosión del consumo por la hemorragia de divisas que aseguraron la victoria de Chávez en diciembre, la  conclusión fue una producción de maíz de 2.459.513 toneladas y otras 2.411.443 traídas del extranjero. Poco más de 48 mil toneladas de diferencia.
            En seis años la producción del rubro más importante en la dieta del pueblo no ha subido un solo peldaño. Sin embargo, las importaciones sí. Es casi lo mismo lo hecho aquí que lo hecho allá. ¿Soberanía alimentaria? Farsa, absurdo. Acabaron con el aparato productivo construido al calor de las familias venezolanas para llenar los puertos con granos de maíz traídos de países en mejores condiciones “a petrodólar limpio”.
            Los gringos, los afamados enemigos de la humanidad, publicitados más por sus impertinentes enemigos que por su maquinaria comunicacional, producen 6.818 kilos por hectárea de maíz al año: primeros en el mundo. Argentina suma 4.672 kilos por hectárea de maíz y Uruguay, un país de apenas 176 Km2, produce 4.587 kilos por hectárea. Paradójicamente la Venezuela de Chávez y su chavismo sin líder, sólo produce 3.556 kilos por hectárea en una extensión territorial cinco veces mayor a la del Uruguay.
            El 49,5% de las arepas que nos comemos son hechas con harina de un maíz Brasileño, Estadounidense, Argentino, pero no venezolano. 691.498 hectáreas fueron cosechadas en la tierra de Bolívar en 2012. Estimaciones hechas años antes de que la Revolución se instalara en Miraflores, proyectaban mucho más para la fecha. Pero al igual que la producción de petróleo, la de maíz nunca subió. Bajó o se mantuvo a los niveles de la mal llamada Cuarta República.
            Eso, entre otras cosas, festejamos en el nombre de Chávez. Gobierno sordo, indolente. A pesar de que Fedeagro asegura que invierto solo el 15% del dinero que gastamos importando maíz podemos reflotar la cosecha nacional, para el chavismo eso es muy lejano. Mejor es guisar puerto por puerto, contenedor por contenedor. Y ahí vamos.

            Ángel Arellano
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lunes, 22 de julio de 2013

Chávez dolarizó Venezuela

         
             La selección de básquet de la República Bolivariana de Venezuela se va a Miami a entrenar en modernas instalaciones imperialistas. No lo hacen en su tierra natal por múltiples razones. Entre ellas, el socialismo carece de infraestructura de primer nivel para ofertar a los deportistas de la patria un terreno adecuado con el que prepararse.
            Tan sencillo como que Miraflores develó en las encuestas que su reciente mini apertura con los EEUU, nombrando a Calixto Ortega y cambiando de tema de conversación haciéndose los locos, fue tan mal vista por el sector conservador y ultra radical del chavismo (liderado por Diosdado Cabello), que decidió darle otro fogonazo a las relaciones con nuestro proveedor de 180 mil barriles diarios de gasolina.
        Venezuela tiene rato, bastante, caminando por los senderos de una dolarización obligada. En el único rincón del planeta donde el bolívar tiene algún tipo de aceptación es en Colombia y por razones de un intercambio comercial donde todos salen beneficiados menos nosotros. Nuestra moneda es muy bonita, pero sin ningún valor.
            Cadivi tiene el dólar en 6,30 Bs., Sicad 11,7 Bs. y el paralelo ya usted sabe la altura por la que sigue volando sin parar. Triplicando. Dependemos en todo ámbito de la vida tal y como la conocemos, de una moneda que tiene impreso no el rostro de Simón Bolívar, sino el de George Washington.
             De niño no recuerdo una conversación en casa sobre dólares, mercado negro, cupos de viajero. De eso no se hablaba en este país. Donde yo nací comíamos sardinas de Sucre, carne del oeste de Anzoátegui y pescado de toda la costa oriental. Ahora todo es importado, con precios sumamente estrambóticos. Todo lo traen de afuera, tenemos un paladar turista pero sin medio en el bolsillo para viajar de verdad.
La ola de escasez es tan soberbia que un joven programador venezolano creó una aplicación para teléfonos inteligentes donde puedes ubicar qué establecimiento tiene productos de primera necesidad desaparecidos de los anaqueles.
            El 95% de nuestra economía depende religiosamente del dólar. No hay de otra. El resto es deuda pública y uno que otro negocito que produce a cuenta de bolívares y una poca materia prima que todavía pare la tierra criolla.
            En 2012, el año de la imparable gastadera, de $35 mil millones pensados para nutrir de divisas la dependiente economía venezolana, $56 mil millones ingresaron al mercado. $21 mil millones que se fueron por la rendijita del Sitme y otras jugadas maestras en bonos, títulos y papeles con sumo valor internacional. Hasta el economista de este parapeto denunció eso. Nadie escuchó a Giordani. Nadie destapó la olla porque todos iban a salir quemados con el vapor.
            No es un hecho aislado que el Fondo Chino haya sido desbancado recientemente con la coima de $85 millones. En Venezuela hay peces sumamente más gordos. Peces alimentados por Chávez, engordados por la Revolución Bolivariana que los mantuvo hasta que esta cosa que tenemos como país se secara a este nivel.
            Va mal hablar de un difunto, pero las cosas hay que decirlas como son. El plan de Chávez, la jugada del retruco, no fue otra que la sumisión absoluta. Total. Sin perder el bochinche diario del agua ardiente o la parranda, se ha venido apretando tanto a este país, que hasta el mismo gobierno no tiene como aguantar su corruptela. Ahí está la Gloriosa Misión Vivienda, bajó en los primeros tres meses del año un 39% la construcción de casas. Sigue descendiendo estrepitosamente, sin aparente muro de contención.
            Todo depende de San Cadivi y San Sicad. Todo mundo les enciende una velita. Todo mundo busca un contacto ahí dentro. Chávez que tanto habló de Bush y luego de Obama, arrastró a Venezuela al proceso de dolarización y arrodillamiento más vergonzoso de nuestra historia. No avanzamos un solo paso. Retrocedimos mucho, eso sí. Paz a sus restos.



Ángel Arellano
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martes, 16 de julio de 2013

Cuidando el Cerro El Morro



           ¿Sabía usted que el 99% de la basura en el Cerro El Morro de Lechería es doméstica? Sí, doméstica. Es decir, botellas, papeles, bolsas, recipientes de plástico, tela, latas, y todo lo que usted pueda imaginar que el ciudadano común puede lanzar a la intemperie a través de la ventana de su vehículo, caminando, trotando, en bicicleta o aquél cómodo enemigo de la sociedad que coloca las bolsas de basura bajo las estrellas, esperando que la metástasis de sus desechos acaben con un ecosistema antes limpio y de necesaria referencia turística nacional.
            Pues esta incógnita la hemos desarrollado en una mesa de trabajo en el Gobierno Municipal de Urbaneja, espacio de debate en el que se han incorporado opiniones de vecinos, deportistas y visitantes de Lechería que miran con preocupación la creciente proliferación de basura en este monumental espacio natural.
            Desde que he tenido la dicha de residir en Lechería y más recientemente trabajar en el equipo que administra la gestión de su Alcaldía, he podido perder la cuenta del número de operativos que han realizado en este sitio hoy destinado para el deporte. Mucho se sabrá, siempre es bueno refrescar el recuerdo en nuestro desmemoriado país, que bastante daño se hizo al Cerro El Morro con el agregado de desarrollos urbanísticos que carecieron de planificación para el futuro y hoy son grandes las penas pagadas por esta imprecisión que benefició sólo el bolsillo de un puñado de personas que hoy no ostentan la palestra institucional, más sí política.
Ante esta incesante preocupación social, vale reivindicar la pregunta con la que abrimos el artículo de esta semana: el 99%  de los desechos que reposan en los suelos del Cerro El Morro son domésticos. Propiedad exclusiva e intransferible de aquellos que olvidamos los valores del hogar para acabar con un patrimonio turístico. Y me incluyo, no en un acto de querer flagelar la opinión que quien humildemente escribe y opina, sino porque seguramente en algún momento de esta vida me equivoqué y tiré una lata de refresco o un pote de agua en este escenario natural.
Sin embargo, las toneladas de basura que ahí reposan no se deben a falta de atención o carencia de tránsito del servicio de aseo urbano. Al igual que la penosa final de Marinos versus Cocodrilos donde me salvé de un botellazo en la cabeza, lo que está escaso ya no es el plástico de las bolsas de basura, sino la conciencia civil y ciudadana.
Hago esta aclaratoria, bastante desaliñada con la tónica semanal de este papel, para que reflexionemos en cuanto a nuestra participación en la sociedad. A veces como vecinos nos sentidos desconvocados, desinformados, no avisados, pero olvidamos el sentido ciudadano de estar al día con el acontecer local, ese de primera mano. Muchas veces por falta de tiempo, otras por falta de intención. El asunto es que la pérdida de iniciativa es lo que se está llevando a media humanidad a su punto de inicio: la nada.
En un lugar diseñado por Dios para la historia, hoy miles de deportistas, atletas de calle y familias enteras se pasean a diario para compartir un amanecer o un exuberante atardecer, pero bastante que queda atrás el vaso de jugo o el paquete de la galleta. Visitantes, turistas o personas que pasean suben y estacionan en la copa que domina la vista sobre la bahía de Pozuelos y las playas de Lechería, pero enorme es el número de botellas y pare usted de contar en el sitio. Papeleras, papeleras, papeleras. El municipio que más gasta en papeleras en el estado Anzoátegui es el que también invierte más en limpieza con barredores por su falta de uso práctico.
Los espacios naturales hay que cuidarnos, indistintamente de los matices críticos que nos alejen de esta percepción individual, somos mejores ciudadanos cuando colaboramos y participamos en nuestro entorno. Asumiendo el compromiso y materializando la iniciativa de tener un hogar mejor. Así le ganamos terreno a las acciones negativas que nos separan del avance en el que se montó América Latina pero que Venezuela aún no toma la cola ni fiada, por el semejante mamotreto de gobierno que reposa la pea en Miraflores. Cuidemos lo nuestro. Mi abrazo para todos.


Ángel Arellano
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martes, 9 de julio de 2013

Pepe, háblale al Maduro



Alebrestaba una cumbre por allá en Río de Janeiro José Pepe Mujica en junio del año pasado, diciendo cosas como esta: “En mi país (Uruguay) hay tres millones doscientos mil habitantes, pero hay unas 13 millones de vacas de las mejores del mundo. Unas ocho o nueve millones de ovejas estupendas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una penillanura, casi el 90% de su territorio es aprovechable”.
Coloridas palabras para una de las interpretaciones contestatarias más importantes del año pasado en Latinoamérica. Su trascendencia desencajó a muchos conservadores en la región, pero generó expectativas positivas en los mercados locales. Porque si algo sabe el Pepe, como cualquier otro miembro pleno del Mercosur, es que si no se trabaja con la empresa privada, a nada se llega y sales disparado como corcho de botella. O cómo le dijo en algún momento de este mismo año en curso a su amigo Nicolás Maduro, “quedas como leche al vino”.
Consejero del “mientras tanto”, Mujica glorifica los avances uruguayos en el agro y su importancia en los mercados internacionales. Pero su defendida Revolución Bolivariana no ha hecho nada para siquiera semejarse a las potencias del sur que engloban la quinta economía más importante del mundo.

En mayo del corriente, el Gobierno Nacional aumentó en 20% el precio que controla las ventas de carne, pollo y leche. Al corte de los primeros nueve días de julio se ha aumentado en 9,4% la importación de carne. En lo que va de 2013 la inflación se registra así: enero 3.3%, febrero 1.6%, marzo 2.8%, abril 4.3%, mayo 6.1%, junio 4.7%. El subdesarrollo tiene tan colmada a Venezuela que tenemos las reservas de petróleo más grandes del mundo pero importamos algo más de 200 mil barriles diarios a EEUU.
Señor Mujica, mi país no exporta ni la leche de las chivas que en los llanos mueren por la sequía amen de la falta de sistema de riego en nuestras muy extensas sabanas. Tenemos bastante más terreno apto para el agro que Uruguay, pero traemos carne, pollo, caraotas, café, arroz y azúcar de todos lados menos de nuestro campo que está mucho más deteriorado que los territorios árabes en conflicto.
Apreciado Pepe, es bueno que usted, reconocido como “el Presidente más pobre del mundo”, por sus muestras de humildad y desprendimiento material, hable con su homólogo que en proeza tan tramposa como ilegítima, se hizo con la silla de Miraflores, para que “le baje dos” en verdad verdad a los incrementados gastos suntuarios que desde las full equipo partidas del Despacho de la Presidencia, se despilfarran por el mundo como si fueran caramelos en Carnaval: “quieren la cancha y los cuatro reales”.
No en vano de reojo se ve el rechazo internacional de tan mal hablado y poco original dirigente político. Maduro no levanta ni polvo. Sólo consigue tararear canciones con adeptos que logró el difunto Chávez a través de la petrochequera que hoy está viviendo una catastrófica deuda negociada con China y a punta de títulos en valores de la República misma.
Si en Uruguay la política del gobierno fuera expropiar haciendas productivas, industrias nacionales e internacionales eternamente establecidas
y servicios que por muchos años funcionaron bien, esos 3.200.000 habitantes estuvieran como sus hermanos venezolanos, migrando despavoridos al resto del Planeta o haciendo de buhoneros, en la zozobra de una inseguridad generalizada que no respeta siquiera a una madre junto a su hija que recibieron más de 50 impactos de bala por Guardias Nacionales que están en la calle trabajando por una Patria que está tan insegura como traumatizada.
Snowden no es nuestro tema. Sólo representa una cortina de humo para huir al espanto de la escasez y la quiebra económica que sumerge a Venezuela.
En el fango de la ineptitud y el desprestigio se mueven nuestras instituciones democráticas. No hay justicia ni resguardo al disidente. Tan perseguidos los contrarios como los inocentes. Si no eres boliburgués no cuentas con la protección del sistema. Basta saber que en el estado Anzoátegui hasta diciembre del año pasado el 60% de la Policía Regional hacía labores de escolta según denunció la rectora de la Universidad Experimental de la Seguridad.
Pepe, favor háblale al Maduro, que mi país se fragmenta en pedazos de odio mientras el tuyo crece. Venezuela navega en aguas profundas cuya orilla sería una guerra civil y el tuyo disfruta de mayor crecimiento turístico. Aquí las oportunidades ni calvas las pintan. Colabóranos y no seas parte de esa América Latina que olvida que Venezuela estuvo ahí con su brazo democrático cuando ellos más lo necesitaron.


Ángel Arellano
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lunes, 1 de julio de 2013

Sociología del whisky


          El whisky, una adoptada bebida patria. De los monjes irlandeses saber que Venezuela iba a estar entre los ocho primeros consumidores del mundo de su religiosa bebida fermentada, capaz en la época de la colonización hubieran migrado masivamente. Somos el mayor comprador de América Latina, por tanto, si me lo permiten, me atrevo decir que es un asunto de Estado.
            Los fenómenos sociológicos son aquellos acontecimientos que impactan en cierta manera, positiva, negativa, constructiva, destructiva u ordinariamente, la vida de las sociedades, asentándose en ella en un período de tiempo que sólo esta colectividad determina.
            Como sociedad, hace años Venezuela determinó que era el whisky el marcador de muchas pautas nacionales. En el ideario nacional se premia no al padrino que alquiló el festejo, ni el papá que compró las costillas para la parrilla, o la madre abnegada que hizo los bollitos, yuca asada o laboriosa ensalada con suculento aderezo, sino al tío que se apareció con las botellas de whisky. ¡Aplausos para el tío! ¡Busquen la mejor silla que llegó el hombre con la caña! Así es la patria de Bolívar, ¿o me equivoco?
            Sin embargo, como en la actualidad hasta lo más sagrado ha sucumbido a las deformaciones de una trastada económica que se puso hace ya trío de décadas, afincada a toda mecha en los últimos tres lustros, la inflación disparó con fuerza esta costumbre venezolanísima.
            Somos la nación con mayor tasa de homicidios por cada mil habitantes, y también la que más litros de whisky consume per cápita en toda la región. Ni los superávits chilenos, crecimientos colombianos o peruanos, éxitos panameños o agigantados pasos mexicanos, nos han superado en esto.
            El ciudadano venezolano promedio, humilde y sin mucho que ofrecer en la sencillez de su hogar, aspiraba en navidad poder comprar un par de ejemplares de 12 ó 18 años para adornar la mesa y compartir en familia. Esta navidad se verá los cambios, la escasez y altos precios transformarán la dieta líquida de fin de año.
            Apenas el pasado diciembre en Margarita con 90 ó 100 Bs podías comprar una botella raya roja para completar la fiesta. Ese “algo especial” hoy oscila en el mismo anaquel por algo más de 250 Bs y en tierra firme supera cómodamente los 440 Bs. Una botella de lujo azul, dorada o con impactante estuche llamativo ya superó el sueldo mínimo nacional. Tenga usted una idea de a dónde llegan estos linderos.
            Escuché mucho en la calle: “cuando el gobierno se meta con la caña ahí sí es verdad que se va a caer” o “con mi caña no te metas, Chávez”. Lo cierto es que no sólo se metieron, sino que alteraron ese fenómeno sociológico hasta 2012 bien cuidado pero que en la precaria gestión del “mientras tanto” se ha deshilachado cual hoja de palma.
            En 50% ha descendido la venta de este tipo de licor según la Asociación de Licoreros de Caracas. Las divisas entregadas a cuenta gotas reducen el nivel de importación. Por eso la gigantesca afectación en la cultura venezolana. Dirán los bebedores, ¿qué carajo es lo que se produce en Venezuela? Pues ron. Nadie nos manda a enamorarnos de líquidos dorados escoceses.
            En lo que va de 2013 el ron se ha ubicado como el licor de mayor crecimiento nacional. Aunque sus precios suben en proporciones iguales a la cerveza y otros productos, sus presentaciones Premium se perciben hoy en el mercado como una oferta de “estatus”. Ese mismo “estatus” que la gente aspira al tener un vaso de whisky en las manos. Y por ahí va la cosa. Sociología venezolana, de la frustración a la adaptación. Todo menos dejar de tomar. Será con ron que pasemos estos ratos amargos.



Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano