“Sueñan las pulgas con comprarse un perro, y sueñan
los nadie con salir de pobres. Que algún día llueva de pronto la buena suerte,
que llueve a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni
hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte…”
decía Galeano en Los Nadies.
Hoy aquellos que sueñan con la buena suerte, son los
pequeños países, bendecidos con las riquezas de la Tierra, y trabados en los
baches de su historia.
El enorme tesoro en el que se
transformó el petróleo a principios del siglo XX, cambió vidas y realidades
geopolíticas. La sociedad global vivió la aparición de un nuevo poder en el
orden mundial: el poder energético.
Nace la Organización de Países
Exportadores de Petróleo en Bagdad por idea de venezolanos… Del Ministro de
Energía y Minas, Dr. Juan Pablo Pérez Alfonzo, para ser más exactos. Dentro de
ese cónclave que veía luz para coordinar la existencia y futuro del negocio
petrolero, no estaba representada ninguna potencia mundial: una esperanza para
equilibrar fuerzas y así calmar alientos de cualquier trasnocho bélico en lo
posterior.
Pero no fue así, hoy la historia por
contar es otra, y dentro del paréntesis de estos textos, necesaria es la
crítica reivindicativa de nuestras esperanzas por un mundo que funcione y que
sea sustentable. Los poderosos siguieron imponiéndose, porque los débiles no
han dejado de ser espectadores de pendejadas.
Venezuela, pregonera de la OPEP, y
de la siembra del petróleo, hoy tiene una de las economías más estancadas del
planeta. Su poderío energético se invierte en las ilusiones de una supremacía
continental que no llegará. Quienes más y mejor se benefician de la renta
petrolera criolla son los aliados extranjeros, poco comunes e innecesarios. La
producción de petróleo de esta nación, nuestra nación, no ha crecido en muchos
años y hoy la industria está en la más penosa decadencia.
Dios hizo a estos países muy ricos y
pocos lo han sabido aprovechar. En Bagdad se fundó la OPEP, y no es Irak
precisamente un ícono al desarrollo, sino un gran monumento a la guerra, cuyas
lágrimas aún no se secan luego de los enfrentamientos con Estados Unidos. Irán,
Libia, Bahrein, Arabia Saudita, Kuwait, Gabón, Qatar, son países sumidos en
dictaduras y monarquías. Gran parte de sus recursos se invierten en financiar
estos modelos políticos obsoletos.
El conflicto en el que muchos de
estos territorios tanto árabes como asiáticos aún se encuentran, es deprimente.
El petróleo es un arma para estas naciones, no un instrumento para crecer y dar
bienestar a sus habitantes. El oro negro es usado para amenazar y no para el
equilibrio y la paz.
Otros países como Nigeria, Argelia y
Emiratos Árabes Unidos, reciben ganancias positivas y diversifican sus
economías para que su estabilidad perdure en el tiempo cuando el petróleo deje
de ser la opción más rentable para producir energía.
¿Ha cumplido la OPEP su rol
protagónico de coordinar el mercado petrolero para garantizar el desarrollo de
sus integrantes?, ¿han cumplido todos los integrantes de la OPEP con su papel
de llevar prosperidad a sus habitantes y dejar de trasnocharse con excesos de
poder y crisis auto producidas?
Los ejemplos de aquellos que no
aprovechan las bendiciones de sus terrenos, son una carcajada al aire para el
mundo que avanza viendo desde estribor a otros que no suben al barco. Y
nosotros, los habitantes de este cónclave, sobre todo los venezolanos, pioneros
y emprendedores de la explotación mineral, debemos hacer un alto reflexivo para
saber que esto no está bien, y cerrar los ojos no es una opción.
Concluye Galeano: “Los nadies, que
cuestan menos que la bala que los mata”.
Ángel Arellano
asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
www.angelarellano.tk
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