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lunes, 19 de noviembre de 2012

El peligro del intelecto




Decía el ex rector de la Universidad Católica Andrés Bello, padre Luís Ugalde, que “la mala educación es como el cáncer, cuando usted lo siente ya no hay remedio”. Crítica experimentada de un luchador por una formación competitiva y exigente en la República de hoy.
La facilidad de asombro en esta época, ha superado con creces la capacidad de crear y superarnos como nación. Convulsionada y desvariada por la tormenta que significa la inflación y la inseguridad personal, nuestra Venezuela sigue en reversa a paso firme en lo que debería ser su más celado encanto: la soberanía.
En la producción económica nacional, hay un renglón que no despunta, ni ha recibido más allá de migajas en cuanto a su estudio, análisis y consideración para la planificación del país. Hablo del mercado de la propiedad intelectual o Industrias Protegidas por el Derecho de Autor (IPDA) como se conoce en el ámbito internacional. Una cartera incluso más soberana que el petrolero, porque depende de nuestras ideas y no de la explotación mineral.
Seguramente, siendo optimistas, faltó investigar más, pero lo cierto es que la información sobre este tema es escasamente profunda y la poca que se consigue, data de más de diez años atrás. La Unesco reconoce a las IPDA como las “que combinan creación, producción y comercialización de contenidos que son intangibles y culturales en su naturaleza”. En otras palabras, son: Publicidad y servicios de asesoría, artes gráficas y visuales, software, cine y video, prensa, libros, música, teatro, recaudación del derecho de autor, radio y televisión.
Hoy este segmento de la economía creció 2,5 veces más en el mundo que el promedio del resto de los sectores del mercado. La fertilidad de este rubro, depende de múltiples factores sociales y económicos. Pero por encima de todo, la Unesco reconoce que la educación es la vela de ese santo, y por esta poderosa razón, se convierte en un sector estratégico para la inversión en los nuevos tiempos.
Sin embargo, y sin ánimos de acongojarnos, sino más bien de alistarnos a la lucha de las ideas, Venezuela es un país que no aparece entre los primeros apuntados con las IPDA en posiciones destacadas dentro de su Producto Interno Bruto (PIB). Tanto es lo que importamos, que nuestra IPDA no es sujeta a un estudio comparativo. Vivimos de la importación, pronto hasta nuestro aire será importado… ¡Qué gran soberanía!
Veamos estas realidades vecinas: en Colombia las IPDA son un 3,3% del PIB y contribuye en un 5,8% a la generación de empleo; El Perú tiene un 2,6 de participación de las IPDA en su PIB y contribuyen en 4,5 al empleo; y en la cercana Panamá las IPDA aportan 6,3% al PIB y 3,2% al empleo. Es decir, sin echar mucho número, son un sector con un terreno bien demarcado y en franco desarrollo. En Colombia, por ejemplo, las IPDA tienen mayor participación en el PIB que sectores como el energético (con todo y que hoy día Venezuela importa combustible colombiano), cafetalero y hotelero.
No debe ser mera casualidad que los países antes mostrados tienen una calificación muy por encima al nuestro en cuanto a la dedicación a sus instituciones educativas, desde la primaria a la superior y especializada, donde se forja con suprema calidad el recurso humano soberano, creativo, intelectual, moderno, que requiere la pujante economía de América Latina.
¡Hay un golpe de Estado! Sí. En nuestra falta de lectura, en la baja capacidad que tenemos de desarrollar empresas que proyecten el HECHO EN VENEZUELA al punto de no ser relevantes, en la decadencia de la educación como motor del desarrollo, y en la conformidad de tener una sociedad que tenga los primeros y básicos oficios pero que no se especialice puesto que se vuelve peligrosa, porque su capacidad de pensamiento la puede hacer soberana, y por ende totalmente libre… Ahí representan un riesgo para el poder.
Dijo el padre Ugalde en una entrevista: “La dignidad de la persona se fundamenta en la noción de que puedas ser productor y que saques adelante a una familia por tu esfuerzo. No hay que dar limosnas sino oportunidades”.



Ángel Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
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