Inspirado en la idea firme, comprobada y sólida, de
que la educación es la salida a la pobreza y las penurias, permanezco
espectador de cientos de textos referentes al posicionamiento de la lectura en
América Latina: una región con muchas cuentas por pagar y gente que alimentar.
No son más que desesperanzadores los resultados en la
investigación inocente pero decidida del desarrollo del libro como materia
prima de la educación en Venezuela. Y nos atrevemos a aventurarnos en el complejo
mundo de la lectura, porque son aquellos países con mayor población lectora,
los que tiene más y mejor educación, y por ende, sociedades desarrolladas. Como
esa es la meta de mi generación, por ahí me fui.
El “Estudio del comportamiento lector, acceso al libro
y la lectura en Venezuela 2012” elaborado y publicado por el Centro Nacional
del Libro (Cenal), es poco animoso. No sólo por los resultados, sino por lo exiguo
que se muestra. Mucho cuidar las formas, pero poco avanzar en la crítica
decidida a solucionar la necesidad de Estado de educar con calidad a la
ciudadanía.
Arranquemos por aquí: Uruguay en 2010 tenía tres
millones de habitantes, Venezuela 29. En Uruguay por cada 100 mil habitantes
existen 56 libros publicados, en Venezuela sólo 13. Hace un par de años Uruguay
exportó 7,2 millones de dólares por concepto de libros, Venezuela sólo despachó
0,7 millones de dólares. 57% de los hogares Uruguayos tienen al menos 50 libros
en casa, en Venezuela no lo sabemos aún porque el mencionado estudio del Cenal
está incompleto.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe,
y el Banco Mundial, sostienen que Chile tenía en 2010 17 millones de
habitantes. Ese año produjeron 5.113 nuevos libros nacionales, mientras que
Venezuela aportó 3.746 con mucha más cantidad de ciudadanos. No en vano el PIB
per cápita chileno en 2010 fue de 8.096 dólares y el venezolano 6.010 dólares.
La hermana República de Colombia realiza un esfuerzo
de años por tener un exhaustivo seguimiento al crecimiento de su población
lectora. En el boletín “El libro en cifras” (2012) del Centro Regional para el
Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), el vecino Estado destaca
como uno de los países más actualizados y que mayores números aporta para el
estudio de la lectura en sus latitudes. Venezuela, también mostrada en el
citado informe, no puede vociferar lo mismo: somos una de las cinco naciones
estudiadas que no tiene estadística en cuanto a la lectura por habitantes y uso
de bibliotecas. De tener el Cenal estos indicadores, que por lo menos los
muestre porque a nuestro parecer los correctivos fueron olvidados hace bastante
rato.
A pesar de todo lo manifestado anteriormente, la
Cerlalc informa que 50% de los venezolanos leen libros y el otro 50% no lo
hace. Además, el Cenal publica que 32% de nuestros compatriotas alfabetizados
no han leído un libro los últimos 12 meses y otro 20% se leyó uno en el mismo
período de tiempo. Solamente 18% de quienes leen en Venezuela han recibido un
libro del Estado y un 19% de ellos no lo leyó.
De los seis autores más leídos en nuestra nación sólo dos
son propios, Rómulo Gallegos y Miguel Otero Silva. El 74,90% de quienes leen no
conocen las revistas especializadas en motivar la lectura que el Gobierno
Nacional distribuye.
Luego de tanta información, comprendemos que la
calidad no es el objetivo de quienes manejan este barco. Leer y escribir no
debe ser el primer y único paso; mantener a los estudiantes en el hacinamiento
de instituciones educativas no óptimas y sin presupuesto, tampoco. Este texto
es un escrito para la reflexión y la crítica con contenido, documentada y actualizada
en cuanto a nuestra situación. Seguiremos denunciando, porque las nuevas
generaciones lo necesitan.
Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano
Email: asearellano@yahoo.es
www.angelarellano.tk
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