Entre un
candidato que camina 10 kilómetros y otro que llega a inscribirse ante el CNE
en una caravana de unas cuantas cuadras, prefiero al que camina. Existen
razones sobradas, lógicas. Ante todo quiero votar por alguien saludable, que me
garantice ánimo y entrega en su gestión de gobierno, porque como joven mis
expectativas están colocadas en favor del desarrollo y el futuro. Prefiero que
el enfermo tome un reposo y dedique su tiempo para mejorar su salud. Ya su
oportunidad fue, se lograron unas cosas, otras no, se le hizo un daño
importante al país y es momento de cambiar.
Quiero
votar por quien se detuvo un momento en pensar como yo y ver lo que veo, pasar
por lo que paso y sentir lo que siento. La acción del voto siempre termina siendo
una conexión sentimental entre el elector y el postulado. Dicha conexión es
susceptible a un mensaje, el cual se ha venido difundiendo casa por casa en
toda Venezuela. Por ello, prefiero votar a alguien parecido a mí y a mi forma
de ver las cosas con sus problemas, soluciones, circunstancias, afectados,
ganadores y perdedores.
Si es
difícil explicar en estas palabras la necesidad de futuro que tenemos los
jóvenes venezolanos, entonces debo economizar las oraciones expresando que hoy
las condiciones no están dadas para nuestra vida plena en esta nación a la que
le demostramos lealtad. Y si las condiciones no están dadas, generémoslas pues:
es la hora de transformar la patria con hechos y no con discurso.
El siete de
octubre yo voy a votar así como lo van a hacer los empleados que dependen del
rojo, así como los petroleros que están cansados de la corrupción en Pdvsa, así
como los maestros y médicos con salarios insuficientes, así como los
estudiantes que ven clases en las peores condiciones, así como las madres
enlutadas por la violencia, así como los cansados del hampa, así como los
familiares de los presos, así como los agobiados por los altos precios de todo,
así como los buhoneros, así como los policías decentes, así como quienes se
cansaron de falsedades en 13 años de desgobierno.
Iré a votarle al
progreso porque es el mensaje que quiero ver en la televisión y no la
incansable campaña de guerra y odio entre criollos: quiero un Estado de
Bienestar y no un grupo que viva bien a costillas del Estado. Quienes estamos
iniciando nuestra vida profesional no tenemos expectativas en la actual
Venezuela, porque está dividida, empobrecida y estancada en el flagelo de la
inseguridad. Si aseguramos que un demócrata genuino asuma la Presidencia de la
República, ganamos todos, porque las oportunidades comienzan a florecer en un
clima de respeto, justicia y paz.
El fin único es
que gane el que apuesta a la democracia porque con ella nuestra libertad no
está hipotecada a las directrices de una isla comunista y seremos los
verdaderos jefes de este territorio al que mucho le hace falta una gerencia
participativa, ordenada y proyectada hacia el mañana.
Si tapamos el sol
con un dedo, nos quemamos. Con pasos firmes tenemos garantías. Tres millones de
personas se manifestaron el día de la juventud, otro millón de ciudadanos
acompañaron al candidato a formalizar su postulación ante el país. Voy a votar
por algo seguro, con la firme convicción de que vamos a cambiar en positivo y
de que todo va a salir bien.
Ángel Arellano
asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
www.angelarellano.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tu nombre y correo electrónico.
.:Gracias por el comentario:.