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martes, 19 de abril de 2016

De los “regalos” de Chávez al “holocausto” de Maduro

Oliver Sánchez tiene 8 años y padece linfoma no Hodgkin. Protesta en Caracas el 26/02/16 Foto: AP


            En una visita a Montevideo en 2011, Hugo Chávez informó la donación de $ 10 millones para la remodelación del Hospital de Clínicas “Dr. Manuel Quintela”, uno de los principales centros de salud del Uruguay. Durante el evento, el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, Fernando Tomasina, no escatimó en halagos: “Lo recibimos con mucha alegría y con muchas expectativas para lograr intercambios académicos (…) Estamos agradecidos de su visita, toda la universidad y la Facultad de Medicina entendió procedente tener este encuentro cercano con usted”.
            El hecho en cuestión resulta anecdótico. Si por algo se caracterizó el gobierno de Chávez fue por castigar a las facultades de medicina de las universidades autónomas venezolanas, obviándolas, rechazando su aporte al país y asfixiándolas con constantes recortes presupuestarios. Nunca hubo diálogo, entendimiento ni consideración.
            La notica del “regalo” a Uruguay trajo polémica. Gritos de reprobación por parte de los venezolanos y aclamación del lado de los aliados latinoamericanos. Nicolás Maduro, delfín y canciller, salió al paso en aquel momento y explicó que se trataba de un acuerdo firmado en 2005, que por cierto aún se mantiene brevemente reseñado en la página web del Ministerio de Salud Pública uruguayo pero que desapareció del radar de la autoridad sanitaria venezolana. La cosa quedó así. Venezuela puso el dinero y se desconoce qué obtuvo a cambio. Tiempo después, según información oficial del gobierno de Nicolás Maduro, se replantearon los “acuerdos” para recibir, en teoría, $ 6 millones en medicamentos uruguayos, aunque se conoce que se ha cumplido con menos del 10%, según investigación especial que adelanta la Asamblea Nacional. Esto, además, con la atenuante de las deudas en otros sectores que tiene la administración Maduro con Uruguay y otros países.
Para ese año, 2011, nuestro país ya mostraba un serio deterioro en el servicio de salud. Los hospitales y ambulatorios, execrados de los planes de inversión de la era chavista, fueron desplazados (en preferencia gubernamental y no en eficiencia ni en capacidad de asistencia) por la red de la Misión Barrio Adentro (y los 124 mil “colaboradores cubanos de salud”) que le ha costado a Venezuela un aproximado de $ 250 mil millones en los últimos 13 años y que hoy se encuentra desmantelada.
La Memoria y Cuenta del Ministerio de Salud para el año 2015 asegura que Barrio Adentro realizó 75 millones de consultas el año pasado. ¿En un país de 30 millones de habitantes? ¿2,5 consultas por habitante? Nada más absurdo y más falso.
En 17 años de chavismo hemos visto 17 ministros de salud diferentes. Cuatro de ellos militares. Todos ligados a casos de corrupción (mil millonarios) por concepto de importación de medicinas. Al corte de hoy, el desabastecimiento en medicamentos es espeluznante. La Federación Médica de Venezuela sostiene que existe una escasez del 95% en medicinas. Es una crisis humanitaria desbordada y sin intención de resolverse en el mediano plazo, suerte de holocausto reeditado por Nicolás Maduro.
Hace unos días, Venezuela firmó otro acuerdo de cooperación con Cuba, esta vez por $ 1.428 millones y tomando en cuenta la importación de medicamentos que, es necesario subrayar, no son producidos en la isla, sino importados por oscuros intermediaros y vendidos con sobreprecio al gobierno venezolano. Por otro lado, la Cámara de la Industria Farmacéutica pidió que se cancelara una deuda de apenas $ 657 millones con proveedores internacionales para la importación de insumos y la fabricación de las mismas medicinas en suelo nacional. A lo último no se le dio importancia.
Mientras unos se llenan los bolsillos, los pacientes caen muertos en las emergencias. Los gobiernos amigos de Chávez, ahora silentes ante el desastre de Maduro, han sido cómplices de esta matanza… tienen sangre en sus manos.

Ángel Arellano

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