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lunes, 15 de febrero de 2016

Diáspora de “blancos” y “rubios” según VTV


             “En Venezuela sí hay racismo”. Un paradigma recurrente en el discurso del chavismo radical, 17 años cayendo en oídos sordos.
                Dentro y fuera del país se ha generado un ola de comentarios a partir del reportaje “Yo me quedo”, producido por Venezolana de Televisión. El material, un intento de trabajo de interpretación, sumamente defectuoso, caraqueñizado y con un desconocimiento total de la realidad venezolana, fue realizado por un grupo de jóvenes que, entre otras cosas, ensayan una burla a la comunidad de compatriotas en el extranjero. En los veinte minutos de exposición, como es la norma en la televisión oficial, no se muestran las gigantescas colas, los motines de las cárceles que ganan el pánico de la población, los enfermos que caen muertos en los hospitales colapsados por la falta de medicamentos, el dolor de las familias que viven aterradas a causa de la inseguridad, la destrucción de las universidades, escuelas, liceos, bibliotecas, librerías, teatros y espacios culturales por falta de inversión, la descomposición social…
                “Yo me quedo” construye una fábula en la que quienes se han ido de Venezuela son náufragos en otros países: carecen del gran número de oportunidades que brinda el socialismo.
                Como referente intelectual para analizar la diáspora, el especial cita a Carmen Lara, una periodista y profesora de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Bolivariana de Venezuela, con 135 artículos colgados en el portal chavista aporrea.org. “Yo me quedo” muestra a Lara como “psicóloga”, en el entendido de que hace parte de una ficción, como todo el relato de esta vergonzosa producción audiovisual. Asegura que la juventud venezolana responde a intereses de “pequeños países”, mientras habla del imperio, Europa, etc. ¿Discrepancias? ¿Incoherencias? ¿Delirio? Se presenta al lado de un grueso libro sobre la guerra de Vietnam. Cuestiona que el aparato productivo esté “supuestamente” destruido y al final concluye que no condena a los jóvenes profesionales que parten del país: “ellos se están yendo a países que inevitablemente van a caer… Europa, Estados Unidos… por el capitalismo depredador”.
Beatriz Bejarano, una emigrante de tendencia oficialista que se residenció un par de años en Canadá resuelve que establecerse en otro país es absurdo, entre otras cosas porque no te acostumbras al precio de la gasolina del mundo real. “Aquí [en Venezuela] tenemos inseguridad, es cierto. Pero es la misma inseguridad que abarca a toda América Latina”. Venezuela tiene ocho entre las cincuenta ciudades más peligrosas del mundo pero ese es un dato irrelevante en la construcción de una mentira. Su moraleja: “Aquí somos algo, aunque sea cabeza de ratón. ¿Y allá?”.
Este experimento que apeló al racismo para explicar el por qué los aeropuertos venezolanos no paran de expulsar compatriotas a otras latitudes, redondeó una tesis: quienes se van son “blancos y rubios”, de la “clase media y alta”, “hijos de papá y mamá”, “ricos”, etc. Nada más estúpido.
El reportaje generó gran revuelo entre los jóvenes que están dentro y fuera de Venezuela. Las redes sociales encendieron sus alarmas y ganó críticas de todos los sectores. Fue, como otras tantas miles de producciones de la televisión chavista, un deplorable espectáculo de ignorancia y falsedad. Los creadores de estas piezas propagandísticas, son, parafraseando a Héctor Rodríguez, el “pueblo analfabeta” que hizo que nunca se concretara la Revolución. Ellos son sus propios enemigos.
Un par de días después de aparecer “Yo me quedo”, y como es costumbre en la guerra de escándalos del gobierno, un solo hecho desmontó toda la narrativa de VTV: la no tan blanca y rubia Rosinés Chávez Rodríguez, hija menor del difunto Comandante, emigró a París para instalarse en un lujoso apartamento con vista a la torre Eiffel e inscribirse en una universidad. Hasta ahí la triste historia de este absurdo reportaje.

Ángel Arellano

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