El afamado escritor cubano Leonardo Padura ha ganado
el Premio Princesa de Asturias de las letras y, como era de esperarse,
numerosos medios de comunicación salieron a su encuentro en la búsqueda de
recoger las impresiones del cuentista y genio de la novela policíaca latina. De
la marejada de preguntas y respuestas no pudieron faltar las relacionadas con el
tema que congrega más interesados: Cuba.
En cuanto a los cambios recientes, que bien podemos
calificar como una suerte de “flexibilización” de la dictadura de los Castro,
Padura se muestra optimista. No obstante, se detiene a describir algunas
realidades que leídas desde Venezuela, un país que ha caído en el foso, causan
escalofríos. Si en algo ha sabido trabajar la clase dirigente del gobierno
venezolano es escenificar un símil con la tragedia cubana, la “isla de la
felicidad”.
“El gobierno ha reconocido oficialmente que el
salario no alcanza para vivir. Pero la gente vive. ¿Cómo? Buscando estrategias
de supervivencia relacionadas con pequeñas corrupciones: el panadero que se
guarda un poco de harina, el pintor que se lleva un galón de pintura y lo vende…”,
expresó Padura en El Confidencial de Madrid. ¿Es mucho el parecido con
Venezuela? Abismal.
En nuestra nación, nuestra vulnerable, débil y
lastimada nación, el trabajo formal dejó de ser una aspiración. Aun cuando
existan habitantes que sueñan con un importante empleo, con cuantiosa
remuneración y apreciables beneficios, la sociedad sabe, porque a diferencia de
lo que piensan las élites el pueblo siempre está sacando sus cuentas, que
cualquier salario en bolívares, por más bueno que sea, se derretirá cual
mantequilla en el sol por el efecto de la cruel inflación que patrocina el
gobierno.
De esta distorsión, nació el nuevo oficio que está
convocando a miles de ciudadanos y genera grandes dividendos a pesar de propinar
un golpe certero en el bolsillo de la población: el bachaqueo. Lo que fue un
fenómeno peculiar en las zonas fronterizas hace algunos años, ahora es el móvil
de la economía subterránea que gobierna en el país. Tan atractiva es la
reventa, la especulación y la compra a “precio justo” para comercializar a
“precio injusto”, que se convirtió en la actividad que une a pobres, ricos y
clase media. Todos están bachaqueando. Réplica de Cuba, pues al igual que
ellos, estamos en tiempos de dictadura.
Se ha perdido el valor del trabajo. Bachaquear
genera ganancias más rápidas, generosas y no requiere ningún tipo de
instrucción escolar. Jóvenes, adultos y abuelos están sumergidos en este mundo
de la subsistencia. Algunos, desde luego, levantando grandes fortunas. Otros,
apenas juntando lo necesario para comer.
Comparto una reflexión de Padura, que encaja en la actualidad
venezolana. Pongamos atención: “En Cuba las carreteras son
una mierda, las canalizaciones de agua son una mierda, el tren es un desastre,
lo mismo que los aeropuertos. Todo lo que permite que una economía sea
eficiente, funciona mal allí. Y cuando todo eso se solucione, vendrá lo más
difícil: cambiar la mentalidad del cubano, que se acostumbró a vivir sin
trabajar o a trabajar lo menos posible (…) Eso va a ser más difícil de resolver
que tener una relación de amistad con Estados Unidos. ¡Poner a los cubanos otra
vez a trabajar va a ser del carajo!”.
Ángel Arellano
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tu nombre y correo electrónico.
.:Gracias por el comentario:.