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martes, 16 de junio de 2015

Bachaqueo: oficio de una nación

 
El afamado escritor cubano Leonardo Padura ha ganado el Premio Princesa de Asturias de las letras y, como era de esperarse, numerosos medios de comunicación salieron a su encuentro en la búsqueda de recoger las impresiones del cuentista y genio de la novela policíaca latina. De la marejada de preguntas y respuestas no pudieron faltar las relacionadas con el tema que congrega más interesados: Cuba.
En cuanto a los cambios recientes, que bien podemos calificar como una suerte de “flexibilización” de la dictadura de los Castro, Padura se muestra optimista. No obstante, se detiene a describir algunas realidades que leídas desde Venezuela, un país que ha caído en el foso, causan escalofríos. Si en algo ha sabido trabajar la clase dirigente del gobierno venezolano es escenificar un símil con la tragedia cubana, la “isla de la felicidad”.
“El gobierno ha reconocido oficialmente que el salario no alcanza para vivir. Pero la gente vive. ¿Cómo? Buscando estrategias de supervivencia relacionadas con pequeñas corrupciones: el panadero que se guarda un poco de harina, el pintor que se lleva un galón de pintura y lo vende…”, expresó Padura en El Confidencial de Madrid. ¿Es mucho el parecido con Venezuela? Abismal.
En nuestra nación, nuestra vulnerable, débil y lastimada nación, el trabajo formal dejó de ser una aspiración. Aun cuando existan habitantes que sueñan con un importante empleo, con cuantiosa remuneración y apreciables beneficios, la sociedad sabe, porque a diferencia de lo que piensan las élites el pueblo siempre está sacando sus cuentas, que cualquier salario en bolívares, por más bueno que sea, se derretirá cual mantequilla en el sol por el efecto de la cruel inflación que patrocina el gobierno.
De esta distorsión, nació el nuevo oficio que está convocando a miles de ciudadanos y genera grandes dividendos a pesar de propinar un golpe certero en el bolsillo de la población: el bachaqueo. Lo que fue un fenómeno peculiar en las zonas fronterizas hace algunos años, ahora es el móvil de la economía subterránea que gobierna en el país. Tan atractiva es la reventa, la especulación y la compra a “precio justo” para comercializar a “precio injusto”, que se convirtió en la actividad que une a pobres, ricos y clase media. Todos están bachaqueando. Réplica de Cuba, pues al igual que ellos, estamos en tiempos de dictadura.
Se ha perdido el valor del trabajo. Bachaquear genera ganancias más rápidas, generosas y no requiere ningún tipo de instrucción escolar. Jóvenes, adultos y abuelos están sumergidos en este mundo de la subsistencia. Algunos, desde luego, levantando grandes fortunas. Otros, apenas juntando lo necesario para comer.
Comparto una reflexión de Padura, que encaja en la actualidad venezolana. Pongamos atención: “En Cuba las carreteras son una mierda, las canalizaciones de agua son una mierda, el tren es un desastre, lo mismo que los aeropuertos. Todo lo que permite que una economía sea eficiente, funciona mal allí. Y cuando todo eso se solucione, vendrá lo más difícil: cambiar la mentalidad del cubano, que se acostumbró a vivir sin trabajar o a trabajar lo menos posible (…) Eso va a ser más difícil de resolver que tener una relación de amistad con Estados Unidos. ¡Poner a los cubanos otra vez a trabajar va a ser del carajo!”.

Ángel Arellano

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