“La
vida es más sencilla de lo que somos capaces de admitir, por eso la
complicamos”, me dijo el maestro José Enrique Sarabia, unas noches atrás desde
su estudio: lugar lleno de recuerdos y detalles destinados a introducirnos en
la historia de uno de los hijos ilustres de nuestro país.
Conocí
a Chelique entre devenires de la política opositora al actual gobierno. Sus
acertados comentarios sobre la situación nacional hace ya unos seis años, me
parecieron necesarios, pues aún vivimos tiempos donde la mayoría de los
dirigentes sienten temor de expresarse a sus anchas.
Las
canas marcaron respeto, y la trayectoria de este hijo de Margarita, hombre de
América Latina, me hizo preguntarle y repreguntarle cosas cuando apenas lo
conocí.
La
historia de Chelique es una fábula llena de proezas y triunfos, al mejor estilo
de un venezolano destacado que recorrió el mundo para abrirse paso en tantos
campos que hoy es difícil saber cuál de estos lo hicieron cristalizar
verdaderamente su éxito internacional.
José
Enrique Sarabia es músico, compositor, filósofo, escritor, poeta, publicista,
estratega, consultor, comentarista, locutor, esposo, padre, abuelo y tanto al
mismo tiempo, que su vida entra perfectamente en un amplio y rico volumen de la
literatura nacional.
Llegó
por Chacopata al nuevo continente, tierra que marcaría con rimas, sonidos y
frases. Imagino que en su nacimiento alguien diría “sus palabras serán
celebradas”. Recuerda cada detalle de su caminar con exactitud y esplendor, un
trote por la vida que lo llevó a conocer Miraflores y a todos los Presidentes
de la Venezuela democrática, con excepción de quien hoy según dicen, ejerce
desde una isla.
Y así como supo y mantuvo relación con el poder
aquí, supo del de allá y el de acullá. Chelique es un maestro universal, tan
sabio como la Real Academia y tan vigente como el twitter. En esto último se ha
destacado bárbaramente. A diario opina y comenta con un espíritu noble,
valeroso, indeclinablemente democrático, empedernidamente positivo ante la adversidad
que rodea la sociedad nacional.
Vive
desde hace unos tantos años en la hermosa ciudad de Lechería, entre palos del
Amazonas y corales, junto a la adorable “Chucha”, María de Jesús Sifontes: una
de las parejas más conocidas y apreciadas del norte de Anzoátegui.
El
legado de Chelique en Venezuela es grande. Su empeño por cuidar la identidad y
el sentido de pertenencia, trascenderá al infinito como lucha reivindicativa de
la región oriental.
Tan
grande el amor que este caribe mostró a la Patria que luego de tantas décadas
en pie, creando y dando lo mejor de sí, aun con ímpetu participa con su conseja
y moraleja.
Podemos
escuchar la selección más preciada de nuestra música en VEN 102.9 FM Puerto La
Cruz, de 5 a 7 de la mañana en los “Cantares de Venezuela” de José Enrique
Sarabia. Glorias a una tierra que parió hombres como él que inspiran a la
juventud. Cansarse no puede ser una opción.
Con
un buen amigo conversaba sobre ¿cuáles son los textos que más nos llenan de
conocimiento? Concluimos sin mayor esfuerzo que las biografías. He aquí una
vida llena de experiencia, ejemplar y apreciada, para aprender y seguir
adelante.
Gracias
por estar con nosotros Chelique, gracias por ser un amigo. Eres un hombre
eterno, necesario para una Venezuela con tantas dificultades.
Ángel
Arellano
Email: asearellano@yahoo.es
Twitter: @angelarellano
www.angelarellano.tk
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