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jueves, 22 de abril de 2010

¿Qué pasa en la iglesia de Clarines?


José Antonio Castro es uno de los mejores tejeros que tiene Clarines. Ese pueblito que está ubicado en la carretera de oriente hacia Caracas, tiene el Templo San Antonio de Padua erigido a mediados del siglo XVIII, y ubicado en el centro histórico de su territorio. Gracias a los consejos comunales de la zona, con gran incentivo y dedicación, se gestionó luego de tres años de lucha ardua, una restauración a la iglesia por su deterioro y falta de mantenimiento a nivel estructural y José Antonio Castro fue propuesto por los consejos comunales para que trabajase, por su amplia experiencia, en la colocación de las 31.200 tejas que aproximadamente necesita la iglesia para cambiar su techo, y no se tomó en cuenta: gran interrogante.

La Corporación de Vialidad e Infraestructura del estado Anzoátegui (Covinea) y el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) acordaron llevar a cabo la restauración del templo y otorgaron la licitación a una empresa que ya había hecho el Centro de Diagnóstico Integral de la calle San Antonio de Clarines, el cual no está precisamente en óptimas condiciones de estructura y duraron seis años en construirlo y aun no está terminado. De manera que se abrió la discusión para realizar el proyecto de restauración y el consejo comunal de Las Lomas del Viento propuso al arquitecto restaurador, Luis Guillermo Marcano Radaelli, uno de los grandes maestros de la restauración a monumentos históricos en Venezuela quien llevó un presupuesto previo estudio en sitio, de 300.000 bolívares aproximadamente. Pero no fue ese el aprobado, sino el de la arquitecto Yesmín Morales Hidalgo de 500.000 bolívares aproximadamente, el cual no estipula en su gran mayoría siquiera qué tipos de materiales se utilizarán en la restauración y propone una canalización de aguas de lluvia con tuberías, drenajes y demás, cuando la naturaleza misma de la estructura del templo hace que el agua corra rápidamente sin almacenarse en ninguna parte.

Y así arrancó la obra. Las tejas de la parte superior del templo, donde está la cúpula, fueron quitadas a mandarria limpia, cuando el procedimiento habitual, y más en un monumento histórico que es patrimonio de todos los venezolanos, es el cincel y el martillo, poco a poco, seleccionando cuáles son las tejas que se aún sirven y cuáles no. No hay mayor cuidado por la obra, porque no hay empeño de la empresa por su inexperiencia, en que eso debe tratarse con delicadeza. La filtración de agua que presenta la iglesia es bastante alarmante por eso se debe cambiar el manto asfáltico y colocar uno de 4mm o superior, que soporte algunas décadas. El machihembrado que está debajo de ese manto, es fundamental. La empresa retiró madera de roble (dura) que estaba colocada erróneamente en la restauración de 1997, para agregar madera copigua (semidura, clase C) proveniente del Brasil y que no garantiza mucho tiempo estando allí. Y la cúpula, luego de ser descubierta por retirar el manto y la madera, quedó a las buenas de Dios, con unas lonas encima, esperando que venga una lluvia y ocurra un imprevisto lamentable.

Hay mucha insensatez, seguiremos escribiendo sobre este caso que nos duele a los clarinenses.

Ángel Arellano

asearellano@yahoo.es

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