Aquí encuentras mi opinión, lo que pienso sobre Venezuela y el momento que nos ha tocado vivir. Lecturas, crónicas, artículos, relatos y crítica... Bienvenidos.

sábado, 6 de junio de 2009

(Crónica)

A tiempo en la noticia

La experiencia de asistir por un día a un gigante de la información, y buscar responsablemente los datos y acontecimientos que al otro día el público lector podrá observar tras un dedicado trabajo plasmado en páginas.

Ángel Arellano (USM)

Los autobuses de la avenida Intercomunal de Barcelona son menos que los que van de Boyacá Tercero a la Calle Sucre de Puerto la Cruz (PLC). Los últimos, se ven cada dos minutos por la metrópoli de Anzoátegui con su colector tomado de la puerta, con la mitad del cuerpo fuera, gritando la parada siguiente.
El tramo de Las Garzas a la avenida municipal de PLC, donde está ubicado el edificio del diario El Tiempo, puede resultar corto: entre siete o diez minutos, sólo los domingos. Los días de semana es una travesía de hasta una hora. Para llegar a cualquier destino normalmente se debe escuchar a varios vendedores informales que suben al bus. Parte de tu obligación como usuario del transporte público es decir los buenos días al personaje con el morral de dulces. Esta vez, sorprendentemente, los cantantes y pregoneros de caramelos se quedaron en casa: ninguno en todo el trayecto.
El profesor que asignó el día de pasantía en el periódico se encuentra en el principal hospital de la capital del estado, coordinando el trabajo que realizará uno de los cuatro estudiantes de comunicación social que harán una noticia para verla publicada el lunes. Sucesos será la fuente para el que se quedó en la morgue del universitario Luís Razzetti.
En las largas escaleras del periódico esperan dos estudiantes. El último a bordo estaba casi escondido dentro de la casilla de vigilancia, sentado desde las 6:45 am: una espera un tanto larga tomando en cuenta que las pautas las darían a las 8:30 am. Entramos con el profesor hasta el segundo piso del edificio donde se extienden unas tres decenas de cubículos con computadoras. La sala de redacción está dividida según las secciones del impreso. Entre revistas, página web, sistema, fotografía y cada fuente que sale a la luz con la publicación, está segmentado el piso. Paredes muy ilustradas con afiches, imágenes y dibujos dividen los sitios de trabajo de periodistas y empleados que aseguran el día a día del medio.
Algunos más resaltantes que otros como el de Andrés Astudillo, lleno de muñecos por todo el escritorio. Un fotógrafo comentó que planeaban cambiar su cubículo a su regreso de vacaciones: casi un mes ausente de la sala de redacción, tal vez algunas fotos un poco sensuales que se consigan por ahí, generen unas risas colectivas. Desolado el pabellón de redacción, acto seguido, esperar la señal del profesor que hacía las veces de editor en su día libre. Sin duda, ese programa práctico de campo llevado a cabo para universitarios, resultó algo agotador para él. La Universidad Santa María no lo exigía en su contenido temático para la cátedra que impartía, pero ciertamente, esto llevó a que periodismo avanzado fuera una de las materias más activas en el sexto semestre de comunicación social.

A la calle

Al tener una orden de quién será el periodista que deba acompañar a cada uno de los pasantes, salen todos a buscar la noticia. Con un reportero gráfico provisto de su equipo y un periodista, libreta en mano revisando la ubicación de las pautas en la zona metropolitana, arrancan los carros del estacionamiento de El Tiempo.
El centro de Barcelona es el primer destino. Un domingo convulsionado igual que cualquier día de semana donde el tráfico es superior al número de pequeñas calles coloniales que la distinguen de las demás ciudades de la zona Norte. Uno de los estudiantes pertenece al equipo reporteril de Aileen Nieto por ese día. Información general es la fuente asignada. Para este grupo son cuatro pautas: una rueda de prensa de trabajadores petroleros; una asamblea de trabajadores de Vivex que se oponen al cierre de su industria; una rueda de prensa de otros trabajadores de Vivex que sí apoyan la clausura hasta tanto no sea nacionalizada; y una rueda de prensa de ex trabajadores de Cemex. Las primeras tres en Barcelona y la última en Guanta.
Hay que trabajar rápido, tomar los apuntes acertados y datos que dieran mayor firmeza a la noticia. Todo veloz porque la pauta de Guanta exigía por lo menos 25 minutos al movilizarse entre Barcelona y el sitio donde se pronunciarían los laboristas de Cemex. José Barrios es el camarógrafo, y mientras conduce, escucha The Beatles en la radio. Mientras, Aileen ubica los lugares y explica al pasante cual será el enfoque de la información y qué es lo ha venido ocurriendo en cada caso. La primera cita fue muy rápida, la segunda aún más, puesto que no había iniciado la asamblea pero se recogieron los contactos de los voceros para hacer la nota vía telefónica desde el periódico, y la tercera fue una visita a una muy convulsionada reunión donde diferentes sindicatos pedían la nacionalización de su empresa (Vivex) y no planteaban nada en contra peso a ello. Algo difícil de entender, pero hay que ser fiel a la fuente.
Muy veloz el carro para llegar a Guanta. La avenida Intercomunal es la vía predilecta para el trayecto, y su afluencia vehicular dominical resulta ligera para José. El equipo llega al lugar de la cuarta pauta y había terminado la rueda de prensa. Paradójicamente en el sitio estaba el alcalde, Jonathan Marín, y aclaró que no era una conferencia para los medios, sino una reunión. La periodista no entendió el por qué habían llamado a El Tiempo para solicitar cobertura al acto.
Sin mucha discusión, Aileen resolvió tomar declaraciones de Marín en la plaza Bolívar en torno a las inscripciones de la organización política de éste, el Partido Socialista Unido de Venezuela. Se arrojaron números y estadísticas mientras la reportera y el pasante tomaban apuntes. Uno más veloz que el otro. En realidad la profesional traza sus notas muy a prisa.
En ese paso del sitio de la rueda de prensa a la plaza Bolívar, una anécdota importante creó algunas risas: el alcalde llevó en su moto al estudiante mientras los otros dos del equipo iban en el carro de José.

Sin perder tiempo

De vuelta a la sala de redacción, Barrios sale a descargar las fotografías de su cámara para seleccionar las más óptimas para la noticia y Aileen ordena los apuntes de su libreta. Con una clave que el profesor había coordinado abrir con el departamento de sistema, ingresa el pasante a la computadora de otro conocido periodista del medio, Lizardo Aguilar.
En Microsoft Word se trazan oraciones para ir dando cuerpo a la noticia del pasante, quién salió privilegiado con la más sencilla: la rueda de prensa de los trabajadores petroleros donde lo único noticioso de su mensaje, fue la petición de expropiación de tres empresas que prestan servicios en Puerto la Cruz a Petróleos de Venezuela.
Aileen teclea muy rápido mientras comenta como ha de hacerse la nota previa que se le envía al editor de guardia, para que esté informado sobre qué va a redactar el periodista. En hora y media terminó su trabajo y sólo esperaba por el editor para que ordenara qué ubicación y centimetraje fueran a tener estas informaciones en la edición del día siguiente.
Los tres alumnos de comunicación se retiran a almorzar en un centro comercial muy cerca y el número cuatro, que estaba en el hospital cubriendo sucesos, llegó al periódico y dedicó su tiempo en escribir su noticia.
Al regresar de la comida meridiana, los espacios estaban asignados. El software Good News fue el protagonista de la inserción de los textos en la plantilla que será luego sometida a revisión. Los periodistas enseñan a los pasantes el uso del programa de diagramación y modifican algunas partes de sus notas para que estén ajustadas al espacio ya delimitado. Terminando de ubicar la noticia en Good News, el profesor revisa y recibe la hoja de datos que da fin a la labor del domingo. Mientras, los demás terminan sus informaciones, otros preguntan aspectos técnicos en la redacción periodística y conocen a los que no habían llegado en la mañana, cuando la sala estaba casi vacía.
Agradecimiento a los periodistas y descanso por la jornada fue la conclusión del día en El Tiempo cuando a las 4:50 de la tarde, los estudiantes se iban del edificio del periódico esbozando una sonrisa. El vigilante se alertó de por qué se iban tan temprano, pero él, al igual que los personajes que estuvieron en el segundo piso, estiró la mano para decir “hasta luego”.

1 comentario:

Déjanos tu nombre y correo electrónico.
.:Gracias por el comentario:.