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martes, 23 de diciembre de 2008

Un nuevo rumbo para el país (II)

Sin menos precio alguno a las actividades políticas realizadas en el ámbito internacional, muchas de ellas, claro está, positivas, acertadas y admirables; debemos pasar la página del análisis conciso de lo que emana en las corrientes ideológicas de otros países para saber que ocurre en el nuestro.

Y para ello, citaré el caso más cercano en América de los dos que analizamos en el artículo pasado: México: tres partidos, PAN, PRI y PRD. Estos representan las tendencias más marcadas en la disputa por el poder público en los espacios democráticos de su sociedad. Defienden el estado de derecho y conjugan reivindicaciones sociales en distintos tópicos que se extiende a lo largo y ancho de la vida ciudadana.

Lo que es conocido en nuestro argot común y sencillo como tendencia de izquierda, centro y derecha. A este se le anexa el radicalismo, progresismo o conservadurismo respectivamente.

Venezuela tiene esto mismo pero muy disperso, excesivamente disperso digo, desde mi humilde trinchera. Y es que con tantos partidos políticos no se logra consolidar la corriente ideológica que permita al ciudadano integrarse o afiliarse a la lucha partidista, aunado a esto la desvirtuación de la imagen de izquierda política llevada a cabo por el sector oficial que conforma el partido más grande del país, deja en un mar de pensamientos inconclusos a los venezolanos al saber porque color quieren optar.

Y no se nos puede escapar la pérdida de INSTITUCIONALIZACIÓN de los partidos políticos venezolanos. Tanto así que en diez años lo que ha ocasionado es la desorganización de los liderazgos, lo que llamo, “la pelea por el micrófono” que siempre sucede en las actividades de los partidos de oposición al régimen de Chávez.

Hay que encausar al país en un nuevo sistema social, una estructuración científica de cómo será su nuevo ambiente de trabajo, participación social y de vida. Son latentes los riesgos de perder la democracia en estos momentos con el nuevo asesinato a la constitución (que sí debería llamarse la moribunda) por la enmienda que se propone en Miraflores.


La juventud aspira y espera cambios y transformaciones, acuerdos y cohesiones entre los partidos. Hay buenas opciones, solo hay que analizarlas. No podemos esperar las respuestas, ingresemos y generemos organizaciones novedosas. Démosle un nuevo rumbo al país.

Ángel Arellano
asearellano@yahoo.es
Anzoátegui, Venezuela

lunes, 22 de diciembre de 2008

Un nuevo rumbo para el país (I)

Hablemos del la estructuración de una competitividad cada vez más democrática del Estado, según el modelo Europeo y gringo.
Tal vez allá, y desde un punto de vista juvenil, sean observadas algunas organizaciones como arcaicas. Pero en su funcionamiento, mueven las piezas con mucha inteligencia y los principales métodos utilizados son extraídos de la tecnología y las visiones modernas.

En el caso español y norteamericano subsisten en la palestra dos partidos políticos muy densos, bien estructurados, operativamente óptimos y que demuestran al público internacional un ejemplo de robustez y formación sustentable de cuadros y avances ideológicos siempre adaptados a la realidad de su territorio.

España edifica su ajedrez político con el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Estados Unidos disputa sus espacios de poder con el Partido Republicano (PR) y el Partido Demócrata (PD). En estos ejemplos se distinguen las visiones de ver el Estado y la sociedad política: unos defienden la tendencia liberal, de igualdad social, la justicia y los derechos de género, raza y oportunidades (PSOE y PD); los otros sostienen el libre mercado, la mínima participación del Estado, la reducción de impuestos, etc. (PP y PR).

Sin duda alguna dos maneras diferentes de hacer política y de proyectar los trabajos sociales. El caso mexicano supone de la misma manera lo fuerte que tiene que ser una tolda política para obtener los cargos de elección popular, pero define su población en tres criterios distintos de ver la función ciudadana en política. El Partido Revolucionario Independiente, un poco más liberal y dado a la apertura de oportunidades por igual a todos; el Partido Acción Nacional, defiende el sector conservador; y el Partido Radical Democrático, abanderado de la formación de izquierda, siempre crítica y contundente en sus acciones y posturas.

Ello explica claramente que las tendencias y formas de ver la política en un país deben estar sostenidas en una organización que mantenga un criterio e ideología representada por las diferentes formas de ver de cómo defender los derechos ciudadanos y cumplir con los deberes de Estado.

Es dado de un cambio palpable desde hace décadas en el mundo, abriéndose a la participación e integración de las personas en todo aquello que le pertenece, en este caso, el Estado.




Ángel Arellano
asearellano@yahoo.es

NO hay vacaciones


¿Qué les parece el precio del pan de jamón, el cochino para las hallacas, las uvitas para el 31 y los cohetes que deben sonar?
Si exorbitante es el término que dan como respuesta, estamos en la misma línea. Nuestros bolsillos están en “échale” y no hay bomba por toda la carretera. Peor que ir por la vía de Ciudad Bolívar con poca gasolina.
¿Y qué pensamos si hablamos de tomar vacaciones? Duran más en llegar que ron de Píritu en madurar.
Las vacaciones ahora representan sinonimia de sencillo descanso: dormir, estar en casa, ver televisión, leer, jugar, etc. La razón de ello es que ya no hay dinero para viajar ni hacer actividades en familia respecto a paseos, excursiones, ir de compras, y muchas otras cosas que representan un gasto. Antes el venezolano se lanzaba un viajecito “pa´ fuera”, una visitadita a la Gran Sabana, Mochima o Mérida o simplemente un “playazo”. Ahora, a quedarse en casa a ver la cadena nacional diaria que hasta se repite tres veces.
Y para más ñapa del asunto nos quieren zampar a última hora una enmienda constitucional sustanciada en la reelección indefinida del comandante.
Tal parece que NO tendremos vacaciones, ni descanso, ni camaroncito a medio día, ni la fría los viernes, porque estaremos pendiente de rechazar la nueva ocurrencia del régimen.
Para eso la juventud está presta, sacrificaremos otra vez nuestras vacaciones porque nada nos duelen: más dolor da un país destruido que un viaje cancelado. Esa es una forma ciudadanamente responsable de ver el panóptico político que se desenvuelve en estos momentos mientras todos observamos en cadena nacional como las focas rojas con sueldo, aplaudían en el congreso.
La situación está tensa, la gente no quiere saber nada de elecciones, tampoco el estudiantado.
Pero sí hay que tener algo en mente y es que NO podemos quedarnos de brazos cruzados mientras el pana nos quita los noticieros, películas, novelas y juegos de pelota, todos los días. Y con la misma pinta: camisa roja, y en su elegancia, una chaqueta verde más blindada que la 4 Runner que lo espera en la salida.
NO habrá vacaciones para el pensante, el luchador, el político, el amigo, el colaborador, el dirigente, el criollo en todas sus facetas. Estaremos atentos de por donde vienen los tiros para colocarnos el chaleco y volver a ganar con un inclemente NO que represente nuestro pensamiento y actitud.
Saludos a todos departe del estudiantado.
Nota: Artículo publicado en el diario El Norte de Barcelona, Nueva Prensa de Oriente de Barcelona y Antorcha de El Tigre, Anzoátegui.

Ángel Arellano
asearellano@yahoo.es

La Constitución de la Sociedad

La Teoría Social de Anthony Giddens

Una lectura de La Constitución de la Sociedad (*)
Ronaldo Fabiano dos Santos Gaspar

Todo intento de sintetizar en pocas páginas una obra extensa y compleja produce inevitablemente cierta mutilación de la misma, pues el comentarista tiende a "filtrar", además de los aspectos relevantes para la comprensión de la obra aquellos que, según su filiación teórica y/o la investigación que desarrolla, considera más significativos. Evidentemente, nuestra lectura del texto de Giddens no escapará a esto. Sin embargo, ello no significa que abandonamos la pretensión de reconstruir sintéticamente la "columna vertebral" de esta compleja obra -o sea, reconstruir coherentemente los principales elementos del cuerpo conceptual que da sustento a la teoría de la estructuración giddensiana-; simplemente significa que tenemos conciencia de que esta lectura/reconstrucción, así como las pequeñas incursiones críticas que haremos, estará inevitablemente marcada por nuestras preocupaciones. Hecha esta disgresión inicial, vamos a la tarea.

Anthony Giddens


Nos parece que en La Constitución de la Sociedad Giddens pretende establecer la versión integral, completa (la opus magna) de su teoría social. Aquí, el pensador inglés analiza los aspectos que en términos luckasianos podríamos denominar ontológicos del ser social, o sea, aspectos del ser social que, pese a las múltiples formas concretas que pueden asumir, son constitutivos de toda y cualquier forma humano-societal. Y persigue su objetivo a través tanto de la crítica al objetivismo funcionalista y estructuralista y al subjetivismo característico de las sociologías interpretativas y de la hermenéutica, como al pensamiento marxista, explicando los procesos de integración y reproducción de la totalidad social, o mejor, los mecanismos socioculturales que vinculan a los individuos con ella, reproduciéndolos (y reproduciéndola) en sus vidas cotidianas, y cómo a su vez esta totalidad social (compuesta por individuos) puede implicar ciertas regularidades en su flujo y desarrollo sin suprimir los poderes y capacidad de elección (entre opciones) de los individuos. Hay pues una cuestión que atraviesa todo el texto: "¿de qué manera es posible decir que la conducta de los actores individuales reproduce las propiedades estructurales de las colectividades mayores?" (Giddens, 1988: 19). Y es para dar una solución a tal cuestión que el autor centra su análisis en las prácticas sociales ordenadas -individuales y/o colectivas- que se desarrollan tiempo-espacialmente.(1)
El texto de La Constitución de la Sociedad está dividido del siguiente modo: en la introducción y el primer capítulo Giddens esboza las principales características de la teoría de la estructuración. En el segundo y tercer capítulos, se dedica al análisis del agente y sus interacciones cara-a-cara (co-presencia). En el cuarto y quinto, el autor analiza los sistemas sociales más amplios. Y en el último, "sugiere algunas directivas para la orientación global de la investigación social" (ibid.: 231). Esta organización del texto, en que el análisis detallado del agente y de las interacciones precede al análisis de los sistemas sociales más amplios, no debe llevar a suponer que el autor está "conceptualmente 'comenzando con el individuo' o que [para él] los individuos tengan alguna forma de realidad distinta de la que tengan las sociedades" (ibid. : 134) pues, como luego veremos, en la teoría de la estructuración individuo y sociedad no son polos opuestos "mútuamente excluyentes" y exteriores de la vida social, sino que se producen y reproducen de manera integral, indisociable.
Los individuos: (co-)relaciones y tiempo-espacio
El análisis de Giddens sobre las características y atribuciones del self -designación dada al sujeto individual para enfatizar su aspecto (auto)reflexivo-, del cuerpo y del tiempo-espacio (tiempo-geografía) en la contextualidad de la vida cotidiana, además de constituir un amplio panel de otras teorías -con las que el autor dialoga y polemiza-, es extremadamente rico en detalles. Por lo tanto, evidentemente no reproduciremos íntegramente los conceptos allí presentes, sino que analizaremos sólo las características e importancia de los encuentros en co-presencia y del contexto tiempo-espacial para lo que es el nudo gordiano de la teoría de la estructuración, el concepto de dualidad de estructura.(2)
En primer lugar, para comprender el significado de los encuentros de co-presencia en la teoría de la estructuración, es necesario tener presentes dos elementos fundamentales: el primero define que, pese a que el agente se constituye como un ser reflexivo, monitoreando reflexivamente el conjunto de sus acciones, la mayor parte de sus acciones cotidianas no es directamente motivada ni puede ser tampoco directamente elaborada en la forma de discurso. Sin embargo, esa motivación indirecta y la incapacidad discursiva de los agentes con relación a la mayoría de sus acciones, (conciencia práctica) no es impedimento para "llevar una vida normal", interactuar mutuamente y ejecutar sus actividades cotidianas. Esta característica de la vida cotidiana lleva nuestra atención hacia uno de sus elementos fundamentales: la rutina o, en términos de la teoría de la estructuración, la rutinización. Según Giddens "la rutinización es vital para los mecanismos psicológicos mediante los cuales un sentido de confianza o de seguridad ontológica es sustentado en las actividades prácticas de la vida social" (ibid, XIX), o sea, es la repetición cotidiana de prácticas sociales idénticas o similares lo que posibilita la reflexividad del agente, pues si las prácticas sociales fuesen efímeras (y/o únicas) no seria posible el conocimiento por el sujeto del ambiente de actuación, hecho que, seguramente, imposibilitaría la acción innovadora, creativa. Y también:
el concepto de rutinización, basado en la consciencia práctica, es vital para la teoría de la estructuración (...) Un examen de la rutinización (...) nos suministra una llave maestra para explicar las formas características de relación del sistema de seguridad básico con los procesos reflexivamente constituidos inherentes al carácter episódico de los encuentros. (ibid.: 48).
El segundo elemento consiste en que las relaciones que los hombres establecen entre sí son objetivamente mediatizadas, tanto por recursos materiales externos y por el lenguaje como por los mismos cuerpos de los agentes. Así, la comprensión del tiempo-espacio corporal es fundamental para la comprensión del modo en que por un lado las prácticas cotidianas de los individuos son delimitadas por las propiedades estructurales de los sistemas sociales y, por el otro, cómo es en esa instancia (lo cotidiano) donde se efectúa la misma perpetuación de esos sistemas. Así, de acuerdo con la teoría de la estructuración, los límites del cuerpo representan las fronteras físicas (espaciales) del individuo con el ambiente y su tiempo de duración es el tiempo de vida, el tiempo de la existencia del individuo (del self activo). En palabras de Giddens: "Todos los sistemas sociales, por formidables o extensos que sean, se expresan y están expresados en las rutinas de la vida social cotidiana, mediando las propiedades físicas y sensoriales del cuerpo humano" (ibid.: 28).
En su detallado análisis de las situaciones de co-presencia, en el que dedica especial atención a la serialidad de los encuentros, al posicionamiento del cuerpo y a la reflexividad del agente, Giddens utiliza como principal (aunque no única) referencia teórica a las investigaciones llevadas a cabo por el sociólogo Erving Goffman (pese a criticar innumerables aspectos de sus teorías), que se caracterizan por el análisis exhaustivo de la psicología de los agentes implicados en interacciones en contextos de co-presencia. Inspirada en esas investigaciones, la teoría de la estructuración entiende la interacción en contexto de co-presencia como la relación que los agentes establecen directamente entre sí, es decir, es la relación cara-a-cara, en la que el agente se implica por completo, en la medida en que su comportamiento (su tono de voz, la dirección de la mirada, la ubicación de su cuerpo en el contexto de la interacción, su postura corporal, etc.) tanto queda condicionada como condiciona el desarrollo de la trama interactiva. De este modo, si entendemos "la integración social como sistematicidad en circunstancias de co-presencia" (ibid.: 58), se descubre la importancia del análisis de los encuentros en esas circunstancias, pues la reproducción social que se extiende tiempo-espacialmente tiene sus raíces en ese carácter sistémico de la vida cotidiana. E incluso en las sociedades modernas, que por primera vez en la historia posibilitaron la interacción directa e inmediata de los individuos sin la presencia corporal de los agentes en el mismo espacio físico (telex, teléfono, Internet, etc.), ese tipo de interacción se constituye en la más común y más importante forma de interacción entre los individuos.(3)
Por lo tanto, podemos afirmar que la comprensión de la interacción en situación de co-presencia es fundamental para la teoría de la estructuración. Y, como toda interacción tiene una duración temporal y un sitio determinado, es necesario pues comprender la importancia del contexto tiempo-espacial (tiempo-geografía) en esta interacción, dado que se constituye en el fundamento mismo de esta acción. Además, del mismo modo que Goffman se constituye en el principal interlocutor de Giddens "en la especificación de ciertas cualidades psicológicas del agente y en el análisis de la interacción en situaciones de co-presencia" (ibid.: 99), su principal interlocutor en el análisis del contexto tiempo-espacial de la interacción fue el geógrafo sueco T. Hägerstrand, cuyas principales contribuciones a la comprensión de este contexto interactivo fueron la elaboración del concepto de "tiempo-geografía" y de una forma muy peculiar de visualización gráfica del tiempo-espacio, los "mapas espacio-temporales".
En los análisis de Hägerstrand sobre la interacción en situación de co-presencia, aunque se analizan innumerables aspectos, se destaca el énfasis en los límites del cuerpo en la delimitación de la acción. Para él, esas limitaciones espaciales constituyen importantes restricciones para la interacción de los agentes. Giddens, sin embargo, considera que en este énfasis unilateral en los límites del cuerpo, de sus propiedades espaciales restrictivas, el geógrafo sueco se hace eco de cierta versión del marxismo (según Giddens, del materialismo histórico) y, por ello, sólo comprende parcialmente las implicancias de las fronteras corporales, pues no advierte que "todos los tipos de restricción constituyen también tipos de oportunidad, medios de posibilitar la acción" (ibid.: 95). Esta crítica de Giddens al tiempo-geografía de Hägerstrand es, mutatis mutandis, como luego veremos, la misma que hace a las relaciones estructurales tal como éstas son entendidas en la teoría marxista. Y, además, como la teoría de la estructuración (en este caso, en la senda del marxismo) entiende el mundo histórico-social como fundamento y resultado de prácticas individuales/sociales, que los agentes construyen y son por ellas objetiva y subjetivamente modificados, Giddens no puede aceptar la concepción abstracta de individuo con la que teoriza Hägerstrand, la que implica que no sean analizadas las motivaciones que hacen que los individuos actúen de tal o cual manera pues sus "proyectos" de vida son tomados como datos exteriores y no como resultado de interacciones sociales en las que el tiempo-espacio y los mismos agentes ocupan posiciones privilegiadas. De este modo, los análisis de Giddens sobre las características de los contextos de interacción, que incluyen una "geografía del cuerpo" y del espacio humanamente construido, se constituyen en una parte importante de su proyecto de develar los nexos determinantes e integradores de la vida cotidiana a los procesos más amplios (espacial y temporalmente) característicos de los sistemas sociales. Según el autor:
la integración social tiene que ver con la interacción en contextos de co-presencia. Las conexiones entre las integraciones social y de sistema, pueden ser trazadas examinando los modos de regionalización que canalizan y son canalizados por trayectos de tiempo-espacio adoptados por los miembros de una comunidad o sociedad en sus actividades cotidianas (ibid.: 115).
A eso se debe que el tercer capítulo de su libro dedicado al "tiempo, espacio y regionalización", termina con una crítica a la división entre lo "micro" y lo "macro" en la teoría social, pues considera que "la actividad en microcontextos tiene propiedades estructurales fuertemente definidas" (ibid.: 114).
Pasemos ahora, luego de esta sucinta exposición de las características del agente y su contexto interactivo (el tiempo-espacio), a la exposición de los procesos reproductivos de los sistemas sociales.
Integración social y sistemas sociales (integración sistémica)
Para comprender como concibe la teoría de la estructuración las integraciones social y sistémica, debemos en primer lugar comprender su crítica a los conceptos tradicionales de estructura y, con ello, su reconceptualización como propiedades estructurales, principios estructurales y dualidad de estructura. Y, en segundo lugar, como esas modalidades de la estructura se articulan en la integración social y la integración de los sistemas sociales más amplios.
La mayoría de los analistas sociales -principalmente los funcionalistas- entiende la estructura:
como una especie de "patronización" de las relaciones o fenómenos sociales. Frecuentemente, esto es ingenuamente concebido en término de imágenes visuales análogas al esqueleto o morfología de un organismo, o a las vigas mayores de un edificio (...) [Sin embargo] la estructura se refiere, en el análisis social, a las propiedades de estructuración que permiten la "delimitación" del tiempo-espacio en los sistemas sociales, a las propiedades que posibilitan la existencia de prácticas sociales previsiblemente semejantes en sus dimensiones variables de tiempo y de espacio y les otorgan una forma sistémica. Decir que la estructura es un "orden virtual" de relaciones transformadoras significa que los sistemas sociales, como prácticas sociales reproducidas, no tienen estructuras, sino más bien exhiben "propiedades estructurales", y que la estructura sólo existe como presencia espacio-temporal (ibid.: 13-14)
Por lo tanto, para Giddens, la estructura no debe ser entendida como objeto, como ente corpóreo, palpable, sino como "trazos de memoria" que se concretizan en propiedades permanentemente renovadas de los sistemas sociales, propiedades éstas que se extienden temporal y espacialmente y, simultáneamente, delimitan el campo de acción de los agentes.(4). Esa delimitación estructural, sin embargo -y éste es uno de los puntos más polémicos de la teoría de la estructuración- no es concebida por Giddens sólo en su aspecto coercitivo, sino también como facilitadora de la acción de los agentes sociales.(5)
En otras palabras, las características estructuradoras de los sistemas sociales que Giddens denomina como propiedades estructurales -relaciones de propiedad, familia, instituciones políticas (civiles y estatales), etc.-, tanto imponen restricciones a la acción como posibilitan que ésta se realice. Como ilustración, hagamos una analogía de estas propiedades con algún objeto o, mejor, con un instrumento de trabajo, por ejemplo, con una azada. Como se sabe, por sus características materiales (tamaño, peso, rigidez, formato, etc.), cualquier azada impone una serie de restricciones a la acción al trabajador que la utiliza, tales como la profundidad de los surcos para la siembra y los tipos de terreno y vegetales que pueden cultivarse; sin embargo, los mismos surcos para determinados vegetales y el aprovechamiento de cierto tipo de terrenos sólo pueden ser realizados gracias a la utilización de ese instrumento de trabajo. Otro ejemplo ilustrativo, éste en el campo estricto de la relación hombre-hombre, o sea en el campo en que las acciones implementadas por los sujetos no tienen como finalidad inmediata la (re)producción de la vida material, es el del papel desempeñado por la familia, que tanto circunscribe el ámbito de nuestros relacionamientos sociales -y, por tanto, de nuestras experiencias vitales- como nos provee un ambiente seguro y coheso en momentos decisivos (y frágiles) de nuestras vidas, los de la infancia y adolescencia, durante los cuales se forman los rasgos básicos y predominantes de nuestro carácter, de nuestra personalidad. Estos ejemplos, aunque realizados mediante una comparación entre las propiedades estructurales de las relaciones sociales con las propiedades de un instrumento de trabajo, nos permiten visualizar cómo ciertas propiedades de los objetos y de las relaciones sociales pueden ser tanto restrictivas (coercitivas) como facilitadoras de la acción (en el caso del primer ejemplo, la actividad laboral).
Acá, desde nuestro punto de vista, es necesario prestar atención a la siguiente cuestión: en los niveles de abstracción en que el autor despliega sus conceptos, su énfasis en el doble carácter de las propiedades estructurales de los sistemas sociales (coercitivas y facilitadoras) está plenamente justificado y, cuando apunta al pensamiento sociológico, la crítica es correcta. Sin embargo, una mayor concreción analítica permitiría advertir que, por un lado, las formaciones histórico-sociales poseen grados diferenciados de coercitividad y/o facilitación de la actividad de los agentes, y, por otro, que en una misma formación histórico-social los grados de coercitividad y facilitación de la acción por las propiedades estructurales no son los mismos, variando significativamente en función del desarrollo general de las fuerzas productivas y del momento (coyuntura socioeconómica y políticocultural, ascenso, estabilidad o decadencia de la sociedad en cuestión, etc.) de las clases/grupos sociales analizados. En la concepción marxiana, por ejemplo, a diferencia de lo que Giddens afirma en su crítica, ese "doble carácter de la estructura"(6) (aunque Marx y sus continuadores no le dieran esa denominación) es no sólo reconocido sino analizado de modo más concreto. Veamos esto más de cerca.
En su análisis del desarrollo capitalista, a través del cual aprehendió conceptualmente las características esenciales de este modo de producción, Marx reconoció que en su fase histórica ascendente el capitalismo cumplió una función civilizadora fundamental, cuyo resultado fue un extraordinario desarrollo de las capacidades productivas y socioculturales de las sociedades burguesas. Sin embargo, consideraba que con la decadencia de esa fase heroica, las relaciones capitalistas se convertirían en todos los planos, incluso el científico-técnico,(7) en poderosos obstáculos a la continuidad de ese desarrollo civilizador, obstruyendo el desarrollo multilateral de la sociedad humana -tanto de las individualidades como de la especie humana de conjunto.(8) En otras palabras, consideraba que estas relaciones sociales que en un momento histórico determinado posibilitarían/facilitarían el desarrollo humano-social, en otro momento, en otras condiciones histórico-sociales, se convertirían en poderosos obstáculos al mismo.
Por ejemplo, siguiendo con esta discusión, para demostrar la corrección del pensamiento marxista en cuanto a la relación entre necesidad y libertad, determinación y elección, tal vez no haya mejor ejemplo que el referido al complejo técnico-organizativo de la producción, complejo que, a pesar de reconstruirse permanentemente para intensificar la explotación y ampliar el control sobre la fuerza de trabajo (coerción), contradictoriamente produce y consolida (posibilita/facilita) las bases objetivas de la revolución social, o sea de la aniquilación de las fuerzas sociales que conforman dicho complejo.
Podemos entonces afirmar que no es la teoría elaborada por Marx la que subestima el papel de los individuos en la configuración de los procesos histórico-sociales, sino que es la teoría de Giddens la que, debido a su carácter genérico, implica una subestimación del carácter coercitivo de las estructuras sobre los agentes, subestimación cuyos reflejos se hacen sentir hoy de la manera más vehemente en sus textos propagandísticos de la muy conservadora "tercera vía",(9) que proponen como salida a los graves problemas socioeconómicos contemporáneos el control de lo incontrolable, a saber, el control del capital. Estaba en lo cierto Carlstein cuando afirmó que "un importante inconveniente en el paradigma de Giddens es que los aspectos facilitadores de la estructura no están suficientemente equilibrados por los aspectos coercitivos" (citado por el mismo Giddens, 1989: 139).
Retomando el esbozo de la teoría de la estructuración, vemos que la comprensión del doble carácter de las propiedades estructurales es de fundamental importancia para la comprensión del concepto de dualidad de la estructura, en la medida que:
de acuerdo con la teoría de la estructuración, el momento de producción de la acción es también un momento de reproducción en los contextos de desempeño cotidianos de la vida social, incluso durante las más violentas convulsiones o las más radicales formas de cambio social (...) la dualidad de la estructura [por lo tanto] es siempre la base principal de las continuidades en la reproducción social a través del espacio-tiempo. A su vez, presupone el monitoreo reflexivo (y la integración) de agentes en la dureé de la actividad social cotidiana" (ibid.: 21).
En esta argumentación, se advierte claramente la vinculación entre propiedades estructurales y dualidad de la estructura, pues si las acciones de los agentes no significasen la reproducción de los sistemas sociales, se mantendría la tan criticada escisión entre individuos y sociedad y, al mismo tiempo, si no hubiese también aspectos facilitadores en la estructura, si hubiese sólo aspectos coercitivos, no habría acción creativa, sino sólo reacción del individuo a los estímulos del ambiente y, por tanto, no habría historia humana propiamente dicha. Pero también en este punto se advierte la superioridad del pensamiento marxista, que no solamente comprendió ese doble carácter de la "estructura" sino que, a través del análisis de la praxis laboral (del trabajo) develó sus orígenes histórico-sociales y le suministró contornos concretos con el análisis de los fundamentos económicos de la sociedad capitalista.(10)
En varios textos de Marx y de manera detallada en la Ontología del Ser Social de Lukács, ese aspecto facilitador de la estructura que se vincula directamente con la capacidad del individuo para actuar selectivamente en cada situación concreta, de manera no meramente adaptativa, (11) y consecuentemente de desencadenar procesos (naturales o sociales, deseados o "imprevistos") que de otro modo jamás ocurrirían, es uno de los aspectos centrales del auténtico pensamiento marxista, (12) y sólo una lectura de segunda mano, parcial y equivocada de Marx, podría confundir sus reflexiones con la vulgarización de las mismas, tal como fuera hecho por el estalinismo, por los positivistas de la Segunda Internacional, por los estructuralistas-marxistas, etc. Así, en contraposición a las acusaciones de contener rasgos funcionalistas y de sobrevalorar la coerción estructural formuladas contra el pensamiento marxista, citemos una desconcertante afirmación de Lukács, según la cual:
no se debe olvidar que los complejos problemáticos aquí emergentes (cuyo tipo más alto es el de la libertad y la necesidad) sólo logran adquirir verdadero sentido cuando se atribuye -y justamente en el plano ontológico- un papel activo a la conciencia. En los casos en que la consciencia no se torna un poder ontológico efectivo, esa oposición [entre libertad y necesidad] jamás podría ocurrir (Lukács, 1978: 5).
Retomando ahora la exposición de la teoría de la estructuración, se debe comprender que es esta dualidad de la estructura, caracterizada por la coerción y facilitación de la acción, así como por la imposición de reglas y disponibilidades de recursos, y por la recursividad de las prácticas sociales, la que constituye el eslabón fundamental de las integraciones social y sistémica, pues es la que posibilita que las prácticas sociales en contextos de co-presencia puedan ser reproducidos a gran escala tiempo-espacial, o sea, en situaciones de ausencia física de los agentes coordinadores.
En este punto, Giddens advierte sobre la siguiente cuestión: hablar de integración sistémica no significa decir que todas las sociedades humanas existentes (o que existieron) poseen (o poseyeron) el mismo grado de "sistematicidad" que posee la economía capitalista mundial contemporánea. En todas las sociedades "pre-capitalistas", aunque en diversos grados, la integración de los sistemas sociales siempre fue muy inestable, pues su coordinación no podría valerse de los mismos recursos que los actuales Estados ni de la capacidad de éstos para efectuar esa coordinación estando ausente temporal y espacialmente del locus social en cuestión. En este contexto, la ciudad precapitalista, que se convierte en el recipiente de poder de esas sociedades, era el locus donde ocurrían las interacciones en situaciones de co-presencia y, por tanto, era el espacio en el que los rasgos básicos de integración sistémica eran diseñados -integración sistémica que, en ese momento, aún no se distanciaba mucho en el tiempo-espacio de integración social. (13) En sus palabras "el sistema mundial contemporáneo, por primera vez en la historia humana, es aquel en que la ausencia en el espacio ya no impide la coordinación del sistema" (Giddens, 1989:151). Incluso las mismas sociedades occidentales contemporáneas, dotadas de elevado grado de sistematicidad, poseen en sus fronteras otras formas sociales y/o fracturas en su cohesión interna, como por ejemplo los esquimales en Canadá, las sociedades indígenas en países de América del Sur, los aborígenes en Australia, las fisuras étnicas y raciales en Europa y los EE.UU., etc.
En síntesis: la extensión tiempo-espacial de las sociedades humanas, a pesar de la enorme variación que este distanciamiento puede asumir según la formación histórico-social concreta de la sociedad analizada, siempre encuentra sus raíces en las prácticas cotidianamente renovadas de los agentes; agentes que, a su vez, se apropian de y utilizan los recursos que les son puestos a disposición de acuerdo con reglas que les son apriorísticamente dadas (costumbres, leyes) -pero no son coercitivas hasta el punto de eliminar la capacidad y la posibilidad de elección de los agentes- y, con esto, reproducen concretamente aquellos elementos "estructurales" (propiedades, principios) de los sistemas sociales, dándoles una dimensión tiempo-espacial que supera ampliamente el espacio y el tiempo de la vida individual. Así, en la teoría de la estructuración, en tanto la integración social se realiza en situaciones de co-presencia (entendidas como encuentros y desencuentros en el tiempo-espacio), la integración sistémica pese a poseer su fundamento en esas interacciones cara a cara se caracteriza por la interacción de los agentes y/o colectividades fuera de esas situaciones, o sea, por la reproducción integrada de estas prácticas sociales cotidianas en tiempo-espacialidades discontinuas.


La "Teoría de la estructuración" y la investigación en las ciencias sociales
En la concepción de Giddens, además de producir explicaciones abarcativas de la sociedad, una de las principales tareas de la teoría social es:
proveer concepciones de la naturaleza de la actividad social humana y del agente humano que puedan ser puestas al servicio del trabajo empírico. La principal preocupación de la teoría social es idéntica a la de las ciencias sociales en general: la elucidación de los procesos concretos de la vida social (ibid.: XIV).
Y para la elucidación de esos procesos, afirma que los análisis institucional y de conducta deben ser necesariamente completados "con una concentración [analítica] en la dualidad de la estructura" (ibid.: 235) pues para la correcta explicación de los procesos sociales, a través del trabajo empírico el cientista social no puede solamente aprehender las regularidades de tales procesos -regularidades que le dan un cierto grado de previsibilidad-, sino que debe buscar comprender las efectivas motivaciones de los agentes en el desencadenamiento de sus acciones -lo que significa comprender "los modos como los actores sociales se apoyan en las propiedades estructurales para la constitución de relaciones sociales" (ibid.: 234), so pena de incurrir en un análisis funcionalista, eliminando las individualidades (y la agencia que les es característica) de la vida social.
Para desarrollar sus tesis sobre el papel de la teoría social y los fundamentos de la investigación empírica, Giddens analiza algunas investigaciones realizadas por estudiosos de diversas áreas, buscando develar sus aspectos positivos y negativos para ir delineando, a través de este análisis comparativo, los fundamentos teórico-analiticos que deben orientar las investigaciones de los cientistas sociales de acuerdo con la teoría de la estructuración. En este contexto, tejiendo una crítica implícita al positivismo y haciéndose eco de la visión totalizante del ser social (característica del pensamiento marxista), enfatiza la necesidad de establecer un amplio diálogo e interconexión entre las diversas ciencias sociales, dado que la retracción de cada una de ellas a sus especialidades dificulta mucho (para no decir que imposibilita) develar efectivamente los rasgos esenciales de las prácticas (re)productivas individuales y colectivas de la vida humana. Y, para concretizar su concepción de la investigación social, que ciertamente satisface a innumerables adeptos de las prácticas didáctico-pedagógicas que priorizan la interdisciplinariedad, en una nota crítica al final del sexto capítulo del libro, el sociólogo inglés analiza las relaciones existentes entre historia y hermenéutica, historia y geografía y geografía y sociología, demostrando la imposibilidad de analizar el tiempo y el espacio descontextualizados entre sí y desconectados a su vez de las relaciones y de las motivaciones de los agentes sociales.
Conclusión
La teoría de la estructuración es, por tanto, un emprendimiento teórico grande, complejo y bien construido. Se constituye, según nuestro punto de vista, en relación con sus objetivos: balance de las teorías clásicas, crítica al pensamiento marxista y elaboración de una teoría social que reconstituya adecuadamente la relación entre individuo y sociedad, en una empresa similar a la que alumbró Habermas años atrás, con su libro La Teoría de la Acción Comunicativa. Además, la semejanza con la obra del filósofo alemán no termina allí, pues se extiende a un cierto "eclecticismo" teórico de ambos pensadores, que en la construcción de sus (meta)teorías se apropian de tradiciones filosóficas y sociológicas tan distintas como el marxismo y la filosofía del lenguaje, la teoría parsoniana y el interaccionismo simbólico, entre otras.
Pero a pesar de su grandiosidad, en el contexto de algunas interpretaciones (de otros autores) y elaboraciones del mismo Giddens que no nos satisfacieron, en la teoría de la estructuración hay sobre todo un aspecto que nos llamó mucho la atención: se trata del abordaje lineal y homogeneizante (a-histórico) del complejo rol de las actividades humanas. A nuestro entender, en sus elaboraciones Giddens no hace distinción alguna de los niveles ontológicos de la praxis social ni analiza tampoco sus orígenes, omitiendo las características específicas y, por tanto, las diferencias existentes entre el trabajo y las otras actividades constitutivas de la praxis humana. Omite por lo tanto el hecho sociológico decisivo de que, en tanto la praxis laborativa funda el ser social, separándolo de la animalidad, las otras formas de la praxis humana:
tienen, esencialmente, ya un carácter social -sus propiedades y sus modos de operar solamente se desdoblan en el ser social ya constituido; cualesquiera de sus manifestaciones, aunque sean muy primitivas, presuponen el salto [ontológico, del ser orgánico al ser social] como ya ocurrido" (Lukács, 1981:3).
En suma, omite el carácter fundante y fundamental del trabajo, que es la actividad sobre la que se levanta todo el complejo societal o, mejor, sobre el cual se levantan todas las formas de la praxis social que, estando contenidas in limine en la misma praxis laborativa, solamente se manifiestan de manera plena a través del desdoblamiento intensivo y extensivo, dentro y fuera, de la misma. (14) Con esto, además de ocultar esas características centrales del trabajo (corresponder a las actividades mediadoras entre los hombres y la naturaleza y fundar/fundamentar el ser social) detrás de acciones abstractas, Giddens también lo saca del centro del análisis social (y sociológico) disolviendo en el análisis de las acciones en general (acciones en abstracto) el análisis de los modos de (re)producción de la vida material . Haciendo esto, retrocede casi dos siglos en el análisis social o, por lo menos, hasta antes de la revolucionaria constatación de Marx y Engels, que aseveraron que:
la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, "para hacer historia", en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más (...) Por consiguiente, lo primero, en toda concepción histórica, es observar este hecho fundamental en toda su significación y en todo su alcance y colocarlo en el lugar que le corresponde. (Marx & Engels, 1987: 39-40).
Desde nuestro punto de vista, por no atender a las cuestiones arriba planteadas en su teoría de la estructuración, Giddens plantea un análisis sobre la diferencia entre conflictos y contradicciones que (a diferencia de la concepción marxista) no tiene el mismo énfasis analítico en los aspectos estructurados y estructurantes de la esfera del trabajo, subvalorizando así sus implicaciones en las relaciones entre agencia y coerción en los procesos de reproducción y transformación individual y colectiva. En definitiva, la subvaloración de esa esfera en la configuración del ser social es seguramente la causa de que su análisis sobre la contradicción en las relaciones sociales (Giddens, 1989: 256-9) y específicamente de las contradicciones en las sociedades contemporáneas, haga coro a los análisis de Claus Offe sobre la "desmercantilización" de amplias ramas de servicios y de la fuerza de trabajo. Abdica así de la elucidación de las contradicciones estructurales del capital y de sus repercusiones sobre la totalidad social, contradicciones que, incluso en las condiciones de enrarecimiento de la lucha de clases de posguerra, generaron (y generan) consecuencias extremadamente perversas para el ser social (y natural).

Notas:


* Este artículo es una versión ligeramente modificada de un trabajo presentado en 1999 en el curso de Teoría Sociológica dictado por el Profesor Dr. Josué Pereira en el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Estatal de Campinas. El autor, Ronaldo Fabiano dos Santos Gaspar es Licenciado y Maestrado en Sociología en la mencionada Universidad. La traducción del portugués es responsabilidad de Aldo Andrés Romero.

1 Preferimos el adverbio tiempo-espacialmente al sustantivo tiempo-espacio porque, desde nuestro punto de vista, el primero es más adecuado por ser más fiel al espíritu del texto de Giddens, en el que se demuestra que tiempo y espacio no son receptáculos preexistentes y/o independientes de la acción humana, sino que son resultado directo de esta acción; por eso, asumen características muy específicas acordes con la sociedad de que se trate.
2 "La teoría de la estructuración se basa en la premisa de que ese dualismo (sujeto y objeto social; individuo y sociedad) debe ser reconceptualizado como dualidad: dualidad de la estructura" (Giddens, 1989: XVII).
3 "Las rutinas de la vida cotidiana son fundamentales incluso para las más elaboradas formas de organización de la sociedad. En el transcurso de sus actividades diarias los individuos se encuentran los unos con los otros en contextos situados de interacción -interacción con otros que están físicamente co-presentes" (ibid.: 52).
4 "Las estructuras existen solamente en su ejemplificación en las actividades cognoscibles de sujetos humanos situados, quienes las reproducen como propiedades estructurales de sistemas sociales incrustados en extensiones de tiempo-espacio" (ibid.: 247).
5 "La mayoría de las formas de sociología estructural, de Durkheim en adelante, fueron inspiradas por la idea de que las propiedades estructurales de la sociedad constituyen influencias coercitivas sobre la acción. En contraste con tal concepción, la teoría de la estructuración se basa en la proposición de que la estructura es siempre tanto facilitadora como coercitiva, en virtud de la relación entre estructura y agencia (agencia y poder)" (ibid.: 138).
6 La comparación entre la concepción de estructura en Giddens y en Marx debe ser realizada con sumo cuidado, pues el último ni siquiera utiliza este término en sus textos; además, el que la denominación sea característica del pensamiento marxista no significa que lo sea también del pensamiento marxiano. Hay que tener en cuenta, además, que el análisis marxiano de los "elementos estructurales" es mucho menos detallado que el de Giddens, que estudia larga y minuciosamente estos elementos. Es sólo Lukács y su Per l'Ontología dell'Essere Sociales el que -a nuestro entender, en la senda del verdadero espíritu marxiano- contribuye decisivamente a la comprensión, también detallada, de las características "estructurales" de las relaciones sociales. Partiendo de las valiosas indicaciones encontradas en las obras de Marx yEngels, Lukács realizó una magnífica tarea.
7 Pues no es posible negar que, a pesar del gran desarrollo técnico-científico implementado en ciertas áreas del conocimiento y la práctica productiva, la subordinación de la ciencia "pura" y aplicada a los intereses del capital -y la unilateralidad impuesta a ellas por tales intereses- pueden dificultar (en lugar de contribuir al ) el avance multilateral (plural) del conocimiento humano.
8 El hecho de que Marx apreciara incorrectamente el momento de ese agotamiento de las posibilidades civilizatorias del capital, subestimándolas, no significa que en sus vigas maestras su análisis no fuese correcto, más aún cuando estamos viviendo los efectos desbastadores del torrente concentrador de riquezas y expropiador de conquistas sociales y laborales iniciado a fines de los años 70.
9 Más allá de la Izquierda y la Derecha y La Tercera Vía.
10 En los Manuscritos de Económico-Filosóficos (de 1844), uno de sus más famosos escritos juveniles, Marx afirma que "El animal se identifica de modo directo con su actividad vital. No se distingue de ella. Es esta actividad. El hombre hace de su actividad vital misma el objeto de su voluntad y de su consciencia. Posee una actividad vital consciente. No es una determinación con la que se confunde de modo directo. La actividad vital consciente distingue en forma directa al hombre de la actividad vital del animal" (Marx, 1989: 164-5). Y, para una visión global del carácter consciente, teleológico, de la acción humana, y por lo tanto de los fundamentos histórico-sociales de la libertad, es recomendable la lectura del capítulo titulado "El trabajo", del libro de Lukács Per l'Ontologia dell'Essere Sociale. En este texto, Lukács analiza exhaustivamente el papel fundante y fundamental del trabajo en el conjunto de la praxis humana, demostrando su carácter prototípico y su desdoblamiento en (y su articulación con las) otras esferas del ser social.
11 Capacidad que, como demuestra el filósofo húngaro, se vincula con los orígenes del trabajo, con la conciencia en suma del propio hombre.
12 "El proceso global de la sociedad es un proceso causal, que posee sus propias normatividades, pero no es nunca objetivamente dirigido para la realización de la finalidad. Incluso cuando algunos hombres o grupos de hombres logran realizar sus finalidades, los resultados producen, como regla general, algo que es completamente diferente de aquello que se había pretendido" (Lukács, 1978: 10-11).
13 "Podríamos decir que comenzó a desintegrarse bajo el impacto del capitalismo moderno, el que se desarrolló en contextos sociales que ayudaron a formar (y fueron modelados por) un nuevo tipo de recipiente de poder: la nación-Estado (Giddens, 1989: 213).
14 "Porque ese mundo circundante es transformado de manera consciente y activa, el trabajo se torna no simplemente un hecho en el que se expresa la nueva peculiaridad del ser social [el carácter teleológico de su acción], sino que, por el contrario -precisamente en el plano ontológico-, se convierte en el modelo de la nueva forma del ser en su conjunto" (Lukács, 1978: 6).

La "etnometodología" de Harold Garfinkel

Etnometodología

Por Fernando Rodríguez Bornaetxea
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

El término Etnometodología fue utilizado por primera vez por Harold Garfinkel para denominar la forma de trabajo psicosociológico que estaba realizando en 1954 (Garfinkel:1968). La "etiqueta" se ha extendido a toda una corriente de la psicología social que se desarrolló a partir de los años sesenta en ciertas universidades californianas, tomando diferentes orientaciones en la investigación y extendiéndose paulatinamente a los ambientes internacionales relacionados con las ciencias sociales.


Harold Garfinkel

La Etnometodología pretende describir el mundo social tal y como se está continuamente construyendo, emergiendo como realidad objetiva, ordenada, inteligible y familiar. Desde este punto de vista, la etnometodología recomienda no tratar los hechos sociales como cosas, sino considerar su objetividad como una realización social. Considera además, que esta autoorganización del mundo social no se sitúa en el Estado, la política o cualquier superestructura abstracta sino en las actividades prácticas de la vida cotidiana de los miembros de la sociedad. Estas actividades se realizan conjuntamente en las interacciones; y la gente las realiza ateniéndose a los presupuestos y a los tipos de conocimiento propios de la "actitud natural".
Encontramos en esta descripción dos perspectivas: heredera de T. Parsons la primera, que se interesa en las condiciones de emergencia y de mantenimiento del orden social, seguidora de A. Schutz la otra, que se refiere a la racionalidad práctica de las actividades cotidianas y al tipo de conocimiento social que se pone implícitamente en práctica. La conjunción de ambas es el punto de partida de la obra de Garfinkel.
Tanto Parsons como Schutz elaboraron una revisión de la obra de Max Weber, pero mientras que el primero se volvió hacia la tradición sociológica clásica integrando en su teoría los trabajos de Durkheim y Pareto, Schutz recurrió a la fenomenología de Husserl y a los análisis de la conciencia de Bergson. Parsons buscaba una teoría omniexplicativa de la sociedad mientras que Schutz pretendía una metateoría de las ciencias sociales.
La relación que Garfinkel estableció con Parsons y Schutz, en particular durante su tesis doctoral titulada "The perception of the other :a study in the problem of social order" (Garfinkel:1952) es difícil de definir puesto que Garfinkel toma prestada la cuestión del primero, y la respuesta del segundo. Esta relación se hace más complicada dada la peculiar lectura que Garfinkel hace de los dos autores, lo que conduce fundamentalmente a relaciones ambiguas entre etnometodología, funcionalismo, fenomenología y estructuralismo.
El punto de partida de Garfinkel es el problema del orden social tal como es planteado por Parsons y se sirve de las reflexiones de Schutz para desarrollar una nueva aproximación empírica. Este procedimiento tiene un carácter paradójico puesto que trabaja de manera empírica problemas que hasta entonces se habian considerado como filosóficos.
En el prefacio del libro fundador de la etnometodología, Studies in Ethnomethodology (1967), Garfinkel acuñó el "eslogan" de su enseñanza, situando así su política de investigación con respecto a la sociología tradicional:
"En contraposición a ciertas versiones de Durkheim que enseñan que la realidad objetiva de los hechos sociales es el principio fundamental de la sociología, tomamos la enseñanza y proponemos como política de investigación que, la realidad objetiva de los hechos sociales, entendida como realización continua de las actividades concertadas de la vida cotidiana, realización efectuada por miembros que conocen, usan, y consideran como obvios los procedimientos ordinarios e ingeniosos para esta realización es, para los miembros haciendo sociología, un fenómeno fundamental." (Garfinkel:1967, p.7)
Para Durkheim el hecho social era exterior al individuo que determina. Para Garfinkel, tomar el postulado durkheimiano como orientación general de su trabajo priva a la sociología del estudio de los fenómenos que le interesan en primera instancia en tanto que ciencia de los fenómenos sociales, los procedimientos de los que se sirven los miembros para establecer las situaciones sociales. Mientras el sociólogo trate los hechos sociales como cosas, conserva la actitud ingenua del actor social, es decir, se impide describir la actividad humana. Describir esta actividad es, darse cuenta de que es productora de sentido, de que construye un orden y de que propicia la existencia de la sociedad como entidad organizada. Para realizar esta tarea, el sociólogo debe cuestionar la dimensión de la acción social, debe observar el hecho social no como objeto estable sino como proceso contingente, como producción continua de los miembros que la hacen existir mediante sus acciones e interacciones. Para hacer esto, los actores ponen en práctica un "savoir-faire", una serie de procedimientos, reglas de conducta y recomendaciones, en resumen una metodología de cuyo estudio se ocupa la etnometodología.
La etnometodología entendida como, la investigación empírica (logía) de los métodos (método) que utiliza la gente (etno) para dar sentido y producir, al mismo tiempo, la actividad social cotidiana, es decir, el estudio de los procedimientos constitutivos de la inteligibilidad social, supera el marco de la sociología tal como se define tradicionalmente, puesto que la inteligibilidad social recubre el conjunto de las actividades humanas. Todas las ciencias, la linguística, la psicología, incluso las ciencias naturales estan afectadas por la etnometodología, en tanto que actividades sociales.
En este sentido, la etnometodología ocupa un lugar propio y distinto de la sociología y del resto de las ciencias humanas, puesto que se ocupa de sus propios fenómenos. Estudia los procedimientos por los que los miembros de otras disciplinas concretan su objeto inteligible de investigación. Es una ciencia propedéutica al estilo de la Fenomenología dado que, como esta, no forma parte de la filosofía sino que la prepara, y porque surje de una crisis de la ciencia, crisis endémica en la que se ponen en duda las bases de las disciplinas científicas y que exige un retorno a "las cosas mismas", a aquello de lo que se habla.
Aunque la influencia interaccionista en la Etnometodología es palpable, -su situación histórica y geográfica, las referencias de Garfinkel a Thomas o Mead, sus relaciones personales así como el interés común en el significado de la acción para el actor, son buena prueba de ello- la etnometodología no es una forma del interaccionismo simbólico. Una diferencia fundamental, por ejemplo, es la noción de indexicalidad (ver Indexicalidad). Los interaccionistas asumen la existencia de un sistema simbólico transituacional. Además, siguen considerando los hechos sociales como el principal interés de la sociología y estudian las reacciones de los individuos ante ellos. En este sentido, permanecen más cercano al análisis del orden social parsonsiano que la etnometodología. Para los interaccionistas, los actores negocian una definición de la situación (norma, regla, etc.), mientras que lo que interesa a los etnometodólogos es cómo los actores llegan a identificar una ocasión como una situación en la que se aplica tal regla, es decir, se interesan en las reglas en tanto que recursos de los actores para establecer la situación.
La publicación de "Studies in Ethnomethodology", coincidió con un periodo de descontento generalizado ante las ortodoxias dominantes en la teoría y metodología sociológicas. La teoría de los sistemas de Parsons, con la subordinación analítica del actor a un entorno de exigencias funcionales había perdido su atractivo y las críticas al funcionalismo, como la formulada por C. Wright Mills, fueron bien acogidas entre los jovenes. Otra señal de la inminente crisis funcionalista fué la aparición de modelos teóricos radicalmente diferentes y globales, cuyas estipulaciones formales y supuestos subyacentes difieren sobremanera del modelo parsonsiano en particular y del funcionalismo en general. Estos nuevos modelos, insistían en la primacía analítica del punto de vista del actor y en la construcción social de la realidad. Además, subrayaban las debilidades metodológicas de las ciencias sociales que consideran al actor como un mero portador pasivo de atributos sociales y psicológicos. Los principios expuestos por Garfinkel en su libro, auténtico "chef-d'oeuvre" del movimiento, coincidían con el espíritu del momento.
Una excesiva simplificación de lo que acontecía en la situación histórica a la que nos referimos, contribuyó a la asimilación en una sola categoría de perspectivas bien distintas como el interaccionismo simbólico, la "labeling theory", la dramaturgia de E.Goffman, los análisis fenomenológicos de Berger y Luckman y la Etnometodología. La nueva categoría sería la "sociología de la vida cotidiana". Este mismo proceso, provocó que la obra de Garfinkel pasase desapercibida en el mismo momento en que "etnometodología" se convertía en palabra corriente para los psicólogos sociales y sociólogos americanos.
La argumentación sociológica que se desprende de la lectura de los "Studies" afirma que los miembros de una sociedad exhiben conductas ordenadas, regulares, estandarizadas y concordantes, en entornos sociales estables que les son inteligibles, disponibles, descriptibles, en forma familiar. Más que dar cuenta de esta regularidad en términos de determinación externa por las estructuras objetivas, por los sistemas de normas o de reglas, ya sean interiorizadas o impuestas por un poder o por las instituciones, hay que intentar razonar en términos de relación de determinación recíproca entre la organización de un entorno social estable y la organización de conductas ordenadas o de acciones concertadas en situación. Esto obliga a poner el acento sobre ciertas propiedades de esta doble organización interdependiente: su dinámica endógena, su enraizamiento en las estructuras de la experiencia de los actores, su carácter de proceso, su marco interaccional, su estructura temporal, su perspectiva práctica; y también sobre sus principales mediaciones: uso de métodos de razonamiento práctico, puesta en práctica de procesos de comprensión común, movilización de un saber de "sentido común" de las estructuras sociales, referencia a esperas rutinarias en segundo plano a las que los actores estan moralmente obligados a conformarse y sin las cuales no hay interacción posible, disposición de recursos de lenguaje ordinarios para definir las situaciones, para dar cuenta de lo que ha sido hecho o de lo que viene, para explicar acciones, acontecimientos, etc.
El lenguaje ocupa el primer lugar como elemento constituyente de las situaciones sociales. La lógica de su empleo es fundamental para le lógica de toda constitución social del sentido. Es a la vez elemento de una totalidad, la situación de interacción, y elemento organizador de la misma. Para Garfinkel las actividades mediante las que los miembros de una colectividad producen y controlan sus actividades cotidianas son idénticas a los procedimientos que utilizan para hacer explicables (account-able) esos contextos. Accountable quiere decir disponible, descriptible, inteligible, relatable, analizable. No es que tome los informes de los actores como descripciones de la realidad sino que entiende que mediante ellos se constituye el orden social, se hace visible el mundo. En este sentido la Etnometodología se aparta del resto de la tradición sociológica de Parsons a Schutz, no considera el lenguaje como una entidad abstracta sino como actividad lingüística caracterizada por dos rasgos fundamentales: es irremediablemente indexical (Indexicalidad) y, por tanto, reflexiva (Reflexividad).
Los etnometodólogos comenzaron haciendo investigaciones sobre las "desviaciones sociales". Estos estudios se desarrollaron en medios educativos, médicos o judiciales a partir de la idea de "normalidad percibida" de Garfinkel según la cual, la "normalidad" de los acontecimientos sociales es el producto de una labor activa mediante la que los actores "normalizan" las discrepancias entre los acontecimientos esperados y los que se dan de hecho. Estos estudios dieron pie a una nueva sociología del conocimiento, libre de las trabas de la racionalidad prescriptiva. La nueva perspectiva se ocupa de la reflexividad que une la constitución social del conocimiento y el contexto institucional que genera y mantiene ese conocimiento.
A partir de entonces, la Etnometodología ha desarrollado por lo menos cuatro estilos o formas diferentes de investigación. La primera a) es la de los estudios sobre las prácticas de trabajo efectuadas por Garfinkel y sus estudiantes de Los Angeles entre los que se encuentran E. Bittner, D. Zimmerman, D.L. Wieder o H. Schwartz. A este grupo podemos sumar el formado por A.V. Cicourel en Santa Bárbara hasta su separación definitiva de Garfinkel en el Sympusium de Boston de 1974, con M. Pollner, H. Elliot, H. Mehan, M. Shumsky o H. Wood. En general son estudios sobre actividades ocupacionales ordinarias, aunque Garfinkel se interesó concretamente en las actividades de físicos y matemáticos. La idea surgió al comprobar que muchos estudios sociológicos trataban "sobre" las ocupaciones y no directamente "las" ocupaciones. Así, se abordaban cuestiones como los ingresos, etnicidad, clase social, relaciones entre "roles", etc. y no se informaba sobre las actividades fundamentales que constituían y daban sentido a dichas ocupaciones. Para este tipo de intervención Garfinkel exige la "adecuación única", lo que quiere decir que el investigador ha de ser competente, ha de dominar las actividades que se están investigando. Sólo el haber tenido la experiencia de lo que se quiere describir garantiza el objetivo de la investigación que no es otro que el mayor nivel de precisión y especificidad posible de los detalles constitutivos de la actividad ocupacional en cuestión.
El segundo tipo (b) trata sobre los estudios de la conversación. Se originaron con los trabajos conjuntos de Garfinkel, Sacks y Schegloff. Estos estudios examinan los trazos organizacionales del lenguaje natural en las interacciones cotidianas, como por ejemplo las conversaciones telefónicas, los saludos, las producciones de historias y de informes o las bromas en el contexto de su enunciación. Los volumenes editados por Sudnow (1972), Schenkein (1978), Psathas (1979) o Watson y Heritage (1985) ofrecen una buena muestra de ello.
Los conversacionalistas han reforzado el rigor en el estudio de la interacción social introduciendo nuevos conceptos analíticos para su estudio como el de "par adyacente". Esta estructura muestra cómo algunas interacciones como saludos, despedidas, preguntas y respuestas, se organizan en pares de manera que la producción de un primer elemento exige que se produzca una segunda acción complementaria por parte del receptor. La elaboración de este concepto concretó aspectos importantes de la "explicabilidad inherente" de la acción y se ha aplicado posteriormente a un número cada vez mayor de actividades interactivas (mirada, movimiento corporal, etc.). La importancia de la contribución a la ciencia social de los análisis de conversaciones hacen preveer su rápido crecimiento y evolución.
La tercera forma de trabajo surgida de la etnometodología es (c) la sociología cognitiva. A partir de 1974, Cicourel acuñó el término "sociología cognitiva" (1974;1980) y emprendió un tipo particular de investigación. Su principal continuador ha sido Mehan (1985).
Cicourel y Mehan, que trabajaban en el campo de la educación, comprendieron que el estudio de la adquisición y de la competencia del lenguaje era uno de los problemas básicos de la sociología. Estudiaron lenguajes esotéricos como el de los mudos o los ciegos de nacimiento, se adentraron en el campo de la psicolingüística y el lenguaje de los niños y abordaron situaciones más complejas como la interacción maestro-alumno dentro del aula. Estos trabajos constituyen un puente entre la etnometodología y sus disciplinas más cercanas como la psicología cognitiva, la antropología y la linguística.
La cuarta tendencia (d), denominada el grupo "análisis", está encabezada por P. McHugh y A. Blum. Podríamos justificar la presencia de este grupo como una disidencia del movimiento etnometodológico, pero su mención aquí se debe fundamentalmente a su desarrollo de las implicaciones del problema de la reflexividad (ver Reflexividad).
El principal problema al que se enfrenta la etnometodología es que aunque sea el grupo el que crea las reglas de la vida en grupo y no al revés, son los propios actores los que consideran que son las reglas las que determinan la vida del grupo, la propia sociología presupone la realidad social como constituida. Ahora bien, si la etnometodología quiere estudiar los procesos de constitución de la realidad y el orden social debe incluir, al menos como recurso implícito, la referencia a lo que es su propia labor de descripción e interacción. Caso de no hacerlo, sería un simple estudio formal de las interacciones y caso de hacerlo se encuentra ante un problema de regresión infinita puesto que cada intento de explicitar su acción se convierte en una nueva que también debe explicitarse.
Se podría decir que hay dos formas de analizar un hecho social. Una endógena que estudia la organización y las operaciones que permiten su constitución. Otra exógena, que explica la relación de este hecho social con otros. Mientras que el primer análisis ignora la historicidad de los hechos sociales, el origen y la función de las normas puestas en práctica en la constitución del hecho, el segundo ignora el carácter constituido del mismo. El hecho no es explicado completamente más que si se aborda tanto desde la "reducción etnometodológica" como desde la "actitud natural". Esta presentación, aunque tiene a su favor la claridad nos plantea el difícil problema epistemológico de decir en qué sentido las dos actitudes tratan de la misma cosa.
En definitiva, la Etnometodología ha transformado la teoría de la acción social y ha puesto ha disposición de los investigadores los dispositivos metodológicos y la cobertura teórica para la explicación de su constitución continua.


Bibliografía

CICOUREL,A.,1979:La Sociologie Cognitive, Paris, PUF. DOUGLAS,J.,1971:Understanding Everyday Life, Londres, Routledge & Kegan Paul. GARFINKEL,H.,1967:Studies in Ethnomethodology, Englewood Clifs, Prentice Hall. (1984: Cambridge, Polity Press). GIDDENS,A et al.,1990:La teoría social hoy, Madrid, Alianza. RODRIGUEZ,F.,1995:Etnometodología:Deconstruyendo el sentido común, San Sebastián, Iralka. SCHWARTZ,H & JACOBS,J.,1984:Sociología cualitativa, México, Trillas.