Aquí encuentras mi opinión, lo que pienso sobre Venezuela y el momento que nos ha tocado vivir. Lecturas, crónicas, artículos, relatos y crítica... Bienvenidos.

lunes, 8 de septiembre de 2014

El río de los revueltos


La instancia organizativa de la oposición nacional transmite cada día, pese a sus ajustes, comunicados y encerronas, una debilidad institucional tremenda en cuanto a la agenda, acción y determinación política para actuar en esta coyuntura de calamidades y desesperanza.
En lo que va de este tormentoso año, que recordemos inició entre asambleas, pequeñas marchas y aglomeraciones, para luego dar paso a un febrero, marzo y abril repletos de masas en las calles, protestas, asesinatos a jóvenes disidentes, torturas, heridos y tres mil estudiantes pasados por el Ministerio Público de los cuales todavía quedan presos en la propia ciudad capital y otras cárceles del país, aun la MUD no organiza su primera gira por estados y municipios para la revisión de las realidades regionales y locales, y el planteamiento de un programa de actividades cónsono con la denuncia y rechazo a los problemas más sentidos por la sociedad
Algunos intentos, sí, de tres o cuatro partidos políticos del extingo G7 que movilizaron uno que otro dirigente para las regiones con más incapié en la organización interna y el posicionamiento de su logotipo que en la necesidad de unión en todos los factores y tareas pendientes para conectar con la gente.
¿Por qué el cacerolazo reciente fue un total fracaso? Sin tanto análisis: no se hizo nada para que fuera exitoso. Desde el anuncio rimbombante de la MUD en rueda de prensa se aspiró que el país entero manifestara su inconformidad con los problemas sociales con unas cacerolas que al igual que el bolívar están sumamente devaluadas como forma de lucha.
Si Venezuela fuera España seguramente toda la gente dejaría de comprar pan al mínimo incremento de este alimento vital en el menú europeo, pero no es así, en las circunstancias actuales el descontento debe organizarse de abajo hacia arriba: revisar estructuras, incorporar a los alejados y, por sobre todas las cosas, dar espacio y oxígeno a nuevas caras que colaboren y aporten a la oposición.
En estos días un destacado intelectual afirmaba que el “problema no son las elecciones (pues estas son vitales) sino que se considere que son la única forma de lucha”. Por ésta aseveración se ganó improperios de militantes y defensores de los principales partidos accionistas de la MUD. Pero, en la distancia de la exposición de tripas y groserías, ¿qué hay de falso en estas palabras? ¿Acaso las elecciones son un hecho único, milagroso, y no hay nada más que hacer para conectar con la sociedad? ¿0 en las condiciones en las que está el país no requiere la campaña electoral de una fuerte agenda de actividades de denuncia, movilización y protesta pacífica nacional en todos los puntos del territorio con énfasis en aquellos en los que se perdió por una “ñinguita” y en los que el chavismo sigue como primera opción (quizá 50 más uno pero no más de ahí) para desgracia de sus habitantes?
Por cierto, se le dio prioridad todo este tiempo a discutir sobre Citgo, aumento de la gasolina y unificación cambiaria, temas que el venezolano de a pie comprende poco, ocupando espacio en los medios de comunicación críticos que aun existen y evadiendo los que sí conocen de atrás para adelante como los aumentos solapados con el seudónimo de “precio justo”, la inflación, la crisis hospitalaria y, sacando del debate público, casi de cuajo, el tema de la inseguridad.
Ser alternativa hoy día no es sólo un ejercicio de vociferar propuestas orando a San Benito para un mágico reemplazo de gobierno, requiere de un profundo sentido patriótico para orientar la lucha al cambio del modelo. Esto no culmina aquí, apenas inicia con las elecciones parlamentarias.

Ángel Arellano

martes, 2 de septiembre de 2014

¡Corre que llegó la leche!


Al salir de una larga clase que se prolongó hasta las 12:30m en la USM, paso por un supermercado pequeño, corriente. Debía buscar algunos duraznos para cumplir con el encargo previo.
Ahí los vi. Sonrientes. Nuevos. Blancos. Con letras azules y el dibujo de un andinito que auspiciaba la frase: “Don Pedrito”.
Leí el empaque. No decía leche. Ya no hay leche en Venezuela. Ese producto se esfumó para nunca volver. Las exclusivas ocasiones en las que usted encuentra leche líquida es en la crónica roja de la prensa escrita, con ocasión de una riña o trifulca en plena cola para comprar ese producto que antes era uno más del montón y ahora terminó siendo divino, casi santo.
La empresa resolvió bautizar a “Don Pedrito” como “bebida láctea enriquecida”. No le puso “leche”, aunque lo sea Es una “bebida láctea enriquecida”: distinto nombre, distinto apellido. Por tanto, no es un producto regulado, ni cuenta con la venia del “precio justo” que mienta el gobierno cada vez que algo cuesta más de lo que habían prometido a los pobres en el ínterin de las expropiaciones y destrucción del sistema productivo.
La leche es un producto regulado, todo lo que regula el gobierno se acaba, se convierte en mito. Hace años que no veía un litro de leche en el estante de un abasto. Tanto así que lo había olvidado y creí que era ficción. Algún sueño abstracto de media noche, entre delirios sobre la Venezuela que quiero y la Venezuela que tengo.
El “precio justo” del litro de leche es poco más de 7 bolívares. Pero un momento. Detente. Esto no es “leche”, es “bebida láctea enriquecida”. Y aunque sepa igual, se vea igual, vista el mismo empaque y tenga todo parecido, tiene un diferencial sumamente importante: su precio es 25 Bs.
Quedaban pocas. Dos por persona. Por algún extraño hecho del universo la cajera se apiadó de mis ojos saltones y dirigió cual sargento en la fila: “Señora, usted, la que está antes del muchacho. Como son dos por persona, y usted no lleva, por favor tome dos y él se las paga. Así se lleva cuatro. ¿Verdad chamo?”.
Mayor sorpresa. Afirmé y saqué de la cartera 100 Bs. Cancelé, agradecí y me fui. Por cierto que en agosto de 2014 el país cuenta con 909,5 millones piezas de billetes de 100 Bs., contrastando con los 492 millones billetes de este tipo que hubo en enero de 2013. Casi se ha doblado la impresión de estos billetes por parte del Banco Central con la finalidad de subsidiar el gasto del gobierno e incrementar la inflación. El bolívar más fuerte de todos (cien mil de los de antes), que entró en vigencia en 2008, luce como el más débil apenas seis años después. Ni el cardenalito grabado en su reverso lo ha hecho volar hacia tierras de prosperidad.
Subí al auto, abrí un envase y lo tomé de un solo trago, sin cuidado ni descanso, hasta la última gota. No importó que estuviera a minutos del almuerzo, ni que pasara algún momento inmóvil superando el espasmo de ingerir un litro de leche sin pestañear. Era leche. ¡Por Dios santo! Leche. No lo hacía desde hace ya tanto que se me había olvidado, borrado del disco duro, engavetado en algún rincón.
Pensé… ¿A eso llegamos como nación? ¿Es ése el sentimiento de satisfacción humana, de realización, de superación individual al que puedo aspirar en la Venezuela de hoy? ¿Un litro de leche?
Así está esto. Entre la nostalgia del país fuimos y la vergüenza de lo que hoy somos.
Pero la historia cambiará, y para eso, nosotros. Todos.
Dijo Jorge Mario Bergoglio mucho antes de ser el Papa Francisco: “La Patria es un don, la Nación una tarea.

Ángel Arellano

martes, 26 de agosto de 2014

Entre distracciones y “sacudones”


         El gobierno ha sido fiel a su estrategia: la implementación del modelo fracasado cueste lo que cueste. Es lo que sabe hacer, con eso se siente cómodo y no dejará de hacerlo. Nunca ha desviado el rumbo en quince años.
            Está planteada la venta de Citgo, único activo importante del país en el extranjero; el aumento de la gasolina; la incorporación de captahuellas en las ventas de alimentos y medicinas; el masivo operativo contra el “bachaqueo” con más de 18 mil militares en la frontera con Colombia; y la nueva Ley de Comunicación que propone dar la estocada a los resquicios de prensa libre que aún hormiguean en el país.
Además de lo antes expresado, el aparato de propaganda del partido de gobierno, en conjunto con el sistema nacional de medios públicos y privados (con especial énfasis en los nuevos amigos: Globovisión, Cadena Capriles y El Universal), están dedicados las 24 horas a posicionar temas de distracción para el diarismo que colapsan los escasos espacios que aun sirven de desahogo para la denuncia vecinal: novelas tras bastidores del III Congreso del PSUV, lucha sin cuartel contra el “cadivismo”, individualidades de la oposición que plantean la tercera, cuarta o quinta vía, entre otros. Todos temas llenos de fantasmas, inconclusos y necios que tienen la exclusiva finalidad de entretener.
Sin embargo, este chaparrón de tópicos incorporados a la opinión pública no responde a un desmembramiento de la política del gobierno, sino a una estrategia diseñada para distraer a los voceros de las diversas fuerzas vivas y evitar hablar de los problemas más cercanos a la gente. El verdadero “sacudón” no está tras la renuncia de los ministros, sino en las medidas que poco eco han tenido y son las que más descontento crean en el pueblo raso.
Mientras chavistas, opositores y “desalineados” hablaban furiosos sobre la venta de Citgo, el gobierno aumentó las tarifas de Conferry e Hidroven. Mientras se hicieron todos los esfuerzos por acaparar los titulares con el posible aumento de la gasolina, que cada vez se ve más lejos, y el mega operativo contra el contrabando en la frontera, Pdval y Mercal dejaron de vender la carne al precio regulado de 27 Bs. el kilo, para comenzar a facturarla en 90 Bs. Mientras desplegaban cobertura al diminuto gajo de empresas que están jurungando por haberse cogido unas migajas de la torta de Cadivi, la factura de Corpoelec subió un espectacular 300% (en el más modesto de los casos)…
Cada tema posicionado por el gobierno, al mejor estilo de un “reality show” gringo, está confeccionado para ocupar y ganar tiempo. Por ejemplo: cuando anunciaban que el Ejército había recuperado algunos cargamentos pequeños de alimentos y unas cuantas pimpinas de gasolina en la frontera del Táchira, más de 80 toneladas de pollo, 30 de carne, 18 de hortalizas, 6 de queso y otros rubros, se pudrieron en la cola del terminal de Conferry de Puerto La Cruz producto del colapso de esta empresa expropiada por Chávez hace menos de tres años.
Decía Guaicaipuro Lameda en días pasados que en 2001 durante una entrevista con Fidel Castro, le preguntó al dictador cubano por qué en su país hacían un día cola para las papas, otro día para los tomates y otros días para otros alimentos. Castro respondió: “para tener a la gente ocupada. Si están buscando comida todos los días no tienen tiempo para otras cosas, y así los vigilamos”. Si la oposición prioriza la discusión sobre unos temas olvidando la acción sobre los más cercanos a la masa, pierde conexión y tiempo. Los problemas más sentidos por el pueblo deben copar la agenda porque en ellos el gobierno es débil y tiene poca capacidad de respuesta.
  
Ángel Arellano