Nadie sabe cómo apareció. Existe un pequeño archivo
fotográfico, la más antigua de las imágenes encontrada en las investigaciones
de quien redacta, es de 1920. En ésta, una capillita para esconder del sol a
ese Jesús fornido que protegía a los arrieros, caporales y transeúntes de ese
lugar que hoy tiene por nombre Carretera de la Costa (Troncal 9), pero que fue
sitio de la fundación de “Nuestra Señora de la Victoria”, en 1587.
La angustia del doctor Mariano Adrián La Rosa,
eterno cuidador del santuario, sigue ahí, intacta. Ni la cercanía con el
Criogénico de Jose, ni la bonanza de la que disfrutó la Revolución de los
últimos tres lustros, pudieron activarse para concluir aquella obra pensada en
uno de los espacios más desaprovechados de la región.
Si viviera Constantino Maradei Donato, ese muy
ilustre obispo con el que llegamos a contar en Anzoátegui (1969-1991), veríamos
el mayor de los rostros afligidos y un profundo dolor espiritual ante tanta barbarie
y desidia.
El Cristo de Jose, ese que tantos milagros ha hecho,
ese que nos saluda cuando vamos de ida y de vuelta, el que nos recibe de brazos
abiertos para el encuentro con el Señor, está a oscuras, solitario en la
penumbra. La basura bordea el recinto, las obras nunca se hicieron, el aire
maligno del Coque ha invadido todo lo que una vez fue el verdor de la armonía
entre naturaleza y siervos de Dios.
El majestuoso proyecto que ocupó buena parte de la
vida de Don Mariano Adrián La Rosa, planteando para beneficio de los
anzoatiguenses un dispensario médico, un instituto politécnico, un centro
cívico religioso educativo, un ancianato para sacerdotes y un seminario que
gozara de la cercanía del inmenso mar, nunca se llevó a cabo. Ese barco
siquiera salió de puerto.
¿Con todos los recursos del Estado, no podemos tener
este pequeño favor? Creo que sí. Miles pensamos igual. Sin embargo, es un tema
que no ha tocado el parlamento regional, tampoco el nacional. Por más oraciones
y petitorios públicos, el Alto Mando Cívico-Militar no sabe de las querencias
del pueblo oriental.
Ahora bien, creemos en una solución pronta, práctica
y decente a la constante falta de energía eléctrica en el Cristo de Jose.
Además de la limpieza y mejoras a la basílica, es necesario colocar luz solar.
¿Raro?, ¿extremo?, ¿ilusorio? No. Es sencillo,
económico y muy duradero. Para paliar el abandono, lo primero que se necesita
es la iluminación que permita tener un santuario digno día y noche. Paneles
solares, que en el mercado son muchos más baratos que el poste común, el
transformador, metros de cable y tendido conector.
Una opción alternativa que intuimos el actual
gobernador y la Asamblea Legislativa pueden operar y ejecutar tomando en cuenta
que gozan con la mayoría necesaria para aprobar lo que necesiten. El proyecto
bien lo pueden solicitar al Colegio de Ingenieros del estado. Cuando hay disposición
las cosas se hacen. Aprovechen el gobierno, y en medio de la crisis, hagan
cosas por este pueblo. No se olviden de Dios.
Ángel Arellano
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