El país amanece
en claroscuro. Los matices que pintan la escena nacional son grises, opacos,
sin mayor destello de triunfo que en aquellos municipios donde luego de dos
años de intensa campaña, se le arrancó la alcaldía a un oficialismo que se
sentía poseedor de ella. 5.494.356 personas que participaron el 8D, votaron por
candidatos distintos a los del gobierno. 412.977 votos fueron contados como
nulos. Dificulto haya realmente tal cifra de electores fallidos que ignoren el
proceso tomando en cuenta el festín de elecciones en Venezuela desde que estos
señores llegaron al poder en 1998.
Me referiré
puntualmente al nuevo panorama en el estado Anzoátegui, región que en
abrumadora mayoría apoyó a la oposición el 14A y que ahora viste de rojo de
pies a cabeza.
Aún en una escena
donde en casi todos los municipios el chavismo se presentó dividido, triunfó. Y
nos preguntaremos ¿cómo? Aquí algunos aportes a la opinión pública.
Primero, el margen de
abstención nacional promedio fue de 42% al cierre de la elección. Es decir,
solo 58% de los votantes participaron, ubicando la disputa en el terreno de la
movilización, escenario donde la oposición la tendrá siempre más difícil por la
falta de recursos. Segundo, Anzoátegui fue uno de los estados que semanas antes
los economistas destacaban como regiones que compraron la idea evangelizadora
de que el gobierno hace bien al luchar contra la especulación rematando los
inventarios de empresas en las que los precios inaccesibles dejaban al pobre
sin electrodomésticos. Tercero, una corporación formada por el poder ejecutivo
regional, órganos legislativos, poder judicial, medios de comunicación,
programas sociales e instituciones, entregada en cuerpo y alma a los candidatos
del gobierno sin ningún tipo de vergüenza en sus exhibición de ventajismo.
Cuarto, un line up de candidatos “tercera vía” pagados por contratistas del
gobierno que hicieron su trabajo en restar votos a la oposición y asegurar
cerradas victorias (Ejemplo: Bruzual con Manuel Castellano y Simón Rodríguez
con Ernesto Paraqueima). Quinto, Pdvsa dedicada al ejercicio de la jefatura de
campaña y no al negocio petrolero.
Son estos los factores
más destacados a la hora de analizar la pérdida de un estado que desde 2010 se
declaró sólido opositor al gobierno. Sobre el quinto y último elemento, vale
destacar la supremacía de los “Pdvseros”. No sólo en la tarea de financiar la
campaña y luego participar en las cerradas licitaciones que designa el alcalde
enchufado, sino que ahora son candidatos y nuevos alcaldes.
Veamos: En Barcelona
ganó Guillermo Martínez, ex secretario de gobierno que nunca prescindió de su
investidura para hacer campaña y ex miembro de la gigantesca nómina ejecutiva
de Pdvsa (uno de esos dirigentes rojos que se refiere tras bastidores
despectivamente del gremio de periodistas de calle como “juvenil y mediocre”).
En Lechería la candidata María Escar igualmente viene de años de carrera en “la
nueva Pdvsa”. El ahora alcalde de PLC, Magglio Ordoñez, recibió cuantiosos
apoyos de quienes suministran servicios en la Refinería de Guaraguao al igual
que el alcalde Marín en Guanta quien vuela más alto hasta llegar a Rafael
Ramírez. Jesús Figuera en El Tigre fue hasta hace par de meses gerente
Pdvesero. Daniel Haro en Cantaura contratista de Pdvsa Gas y el padrino de la
campaña de Marcos Ramos en Anaco fue Neite Caliz, gerente del distrito Pdvsa
Gas en ese municipio. De igual manera los reelectos Carlos Vidal (Soledad),
Tomás Bello (Pariaguán) y Cruz Ojeda (Mapire) contaron como motor de campaña con
las empresas contratistas de la Faja Petrolífera del Orinoco.
¿Quién es el real
ganador de la contienda en Anzoátegui? Se ha dado paso a una nueva clase de
dirigentes, todos provenientes de un linaje que ha corrompido la principal
industria nacional hasta llevarla a niveles decadentes. Todos copartícipes y
focas de este desastre de gobierno, así como miembros de número del Clan de los
Enchufados.
De nada vale saber que el
pueblo está en contra del gobierno de Maduro si eso no se traduce en nuevos
espacios de poder para fortalecer la alternativa. Existe pues, un divorcio
entre el contexto, la estrategia y los resultados ante el abuso. Apelo para
resumir esta tesis, una cita de un trabajo especial del diario El País de
España publicado el día 9 de enero: “Queda la sensación de que la oposición
equivocó la estrategia al desactivar la protesta popular en abril”. Sobre esta
idea hablaremos en nuestro próximo artículo.
Ángel
Arellano
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